spanish.china.org.cn | 15. 02. 2022 | Editor:Eva Yu Texto

China define la arquitectura económica para 2022

Palabras clave: China , desarrollo económico

 


Por Jorge Fernández

 

La dirigencia deberá reajustar las dinámicas estructurales de la reforma económica y, además, deberá evaluar el impacto externo que a ratos es hostil y violento.


Tomó forma ya en China lo que será la estrategia económica para el año 2022. El siguiente calendario está diseñado para que el gigante de Asia avance sin interrupciones por el camino del desarrollo y la modernización. Las desavenencias con Estados Unidos no han hecho mella, pero no por ello este y otros asuntos de carácter internacional son temas ajenos a los análisis y programas de acción.

Tal y como lo aclaró en su momento la dirigencia nacional, China ha montado con la Conferencia Central de Trabajo Económico de China los andamios de un proyecto para garantizar la estabilidad. Se dice fácil, pero garantizar las condiciones para que los trabajos económicos se desplieguen sobre un escenario firme implica retos. La dirigencia deberá reajustar las dinámicas estructurales de la reforma económica y, además, deberá evaluar el impacto externo que a ratos es hostil y violento.

El tiempo dirá qué tan eficiente y efectivo resultará el andamiaje de su recién concluido plan. Podemos pensar con optimismo, tomando como referencia la trayectoria de años anteriores, que la habilidad de la dirigencia nacional para controlar variables de carácter nacional se repetirá el próximo año, facilitando la materialización de planes y medidas. La capacidad para corregir fallas en el comportamiento de sectores en la vida nacional no tiene por qué ser una excepción en el año que está por comenzar.

El escenario internacional, por el contrario, es una variable compleja que sí puede causar ratos amargos a la dirigencia nacional. China vive en un entorno hostil y en muchas ocasiones manipulado por fuerzas adversas. La pandemia ha causado estragos a lo largo de los últimos años, no da visos de abdicar y muy probablemente seguirá debilitando y alterando estructuras económicas, políticas y sociales. Otro virus, tan letal como el que causa la COVID-19, es el propagado por Estados Unidos, que busca a toda costa, de cara a una estrategia fallida ante sus propios males, desprestigiar el camino que China ha tomado para materializar su desarrollo. Hacer frente a este mal por la vía diplomática será un reto monumental para la dirigencia china.

Es en ese contexto que la Conferencia Central de Trabajo Económico de China, celebrada del 8 al 10 de diciembre en Beijing, observó que de cara a una nueva presión a la baja, el crecimiento estable ocupará un lugar prominente y concluyó que la planificación para la consecución del objetivo económico girará en torno a la coordinación racional de un crecimiento estabilizado y de ajustes a la promoción de la reforma. De ello se desprende como corolario que el Gobierno chino centrará gran parte de sus energías a la creación de nuevas fuentes de trabajo como pilar fundamental de la estabilidad.

El año 2022 atestiguará una definición de directrices dictadas en años anteriores a fin de elevar la calidad de la reforma en momentos de gran incertidumbre. Es necesario hacer visible y palpable “el avance” de la reforma estructural, que a ratos ha sido ralentizado por debilidades sistémicas e institucionales. La constitución de un mercado interno unificado, sólido, estable y fortalecido está en vías de materializarse, y de caro a esto, la necesidad de romper viejos vicios se hace una tarea impostergable.

La aplicación plena de un plan de acción para el año venidero demanda precisión. China está en un momento crucial de desarrollo en el que la emisión de políticas demanda certeza y exactitud. La Conferencia Central de Trabajo Económico ha hecho énfasis en la necesidad de emitir estrategias sostenibles que, al tiempo que fortalezcan la reforma y apertura, impulsen la creación de un círculo virtuoso en terrenos prioritarios del desarrollo económico.

El 2022 no será un año en el que las condiciones faciliten la materialización de planes, pero si será uno clave para dejar consolidadas las estructuras de un despegue acelerado posterior. La realidad es que la economía mundial está atascada en un atolladero y que las proyecciones de crecimiento, que tienen un impacto en China, no son del todo halagüeñas. Es ahí donde yace la importancia de la recién concluida Conferencia Central de Trabajo Económico de China. Hay muchas cosas en juego y las variables que definen el escenario internacional son a ratos imprevisibles.

La celebración el próximo año del XX Congreso Nacional del Partido Comunista de China es, después de todo, una buena señal para el fortalecimiento del ímpetu económico nacional. Los trabajos de la Conferencia Central de Trabajo Económico de China dejarán las condiciones adecuadas para que vigorizadas figuras en la vida nacional tomen las riendas del desarrollo, sobre una base estable, sólida y duradera.

 

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