spanish.china.org.cn | 27. 05. 2020 | Editor:Teresa Zheng | Texto |
Durante la epidemia, Luo Jie (primero de la derecha), miembro de la Asamblea Popular Nacional, en una interconsulta.
Tras el brote de COVID-19, Luo Jie, miembro de la Asamblea Popular Nacional, secretario del comité del Partido y director del hospital Taihe en la ciudad de Shiyan, provincia de Hubei, aceptó encabezar el equipo de urgencia local. Ante larepentina aparición del virus, Luo estuvo al frente del grupo de especialistas durante dos meses en pie de lucha contra la COVID-19, en una carrera contra el tiempo para aumentar el número de salas y camas hospitalarias a fin de brindar atención a todos los casos confirmados y sospechosos, así como un tratamiento personalizado a cada uno de ellos.
En su calidad de jefe de equipo, Luo sugirió políticas y apoyo técnico para la tarea de prevención y control de la epidemia, así como tratamiento médico de acuerdo con las indicaciones de las autoridades epidemiológicas locales. Fue responsable dela formulación de procedimientos estandarizados para el prediagnóstico, diagnóstico, tratamiento y derivación del COVID-19 en Shiyan.
A fin de reducir la mortalidad y controlar de manera efectiva el estado de casos graves en la etapa crítica de la epidemia, Luo propuso implementar un “tratamiento personalizado”, es decir, un plan de cuidados para cada paciente. “Reunimos a los expertos del hospital para juntarnos dos veces todos los días, en la mañana y en la tarde, a fin dediscutircada caso crítico. De haber cambios en el enfermo, las reuniones eran inmediatas”.
Tanto el tratamiento personalizado, como las interconsultas y las reuniones diarias sobre pacientes críticos fueron medidas que bajaron efectivamente la tasa de letalidad. No obstante, el esquema era intenso y el riesgo de contagio para los profesionales de la salud, incluido Luo, era mayor.
El 20 de enero, el hospital Taihe inicióla consulta por fiebre. Desde ese día, Luo estaba en todas partes: en las clínicas de fiebre, salas de aislamiento, unidades de cuidados intensivos, salas de reanimación o en primera línea de desinfección y supervisión de dormitorios de trabajadores del hospital. Al Recordar esas jornadas interminables, Luo apuntó que ya no podía distinguir entre el día y la noche.
“Muchas veces había consultas de emergencia en medio de la noche. Era normal trabajar hasta la madrugada. A veces todavía estábamos hablando sobre pacientes a las 3 o 4 de la mañana”. Luo habló con franqueza: “Lo que pensaba en ese momento era en cómo curar a los enfermos, cómo maximizar las medidas de prevención y cómo estabilizar el estado de los pacientes críticos. No tenía tiempo para pensar en descansar”.
A mediados de marzo, el último paciente crítico salió de la UCI. Según estadísticas incompletas, más de 500 profesionales del hospital Taihe trabajaron por turnos en centros designados, salas de cuarentena y unidades de cuidados intensivos. Más de 300 personas laboraron en clínicas de fiebre con el objetivo de admitir a todos los casos confirmados y sospechosos de COVID-19. Hasta el momento, ninguno de ellos ha resultado contagiado en el ejercicio de sus tareas.
Frente a estos resultados, Luo se siente tranquilo. “Hacer un buen trabajo en la tarea de prevención y control de la epidemia es el deber de todos los miembros de la Asamblea Popular Nacional. Debemos ejercer nuestra función como pioneros de esta causa”.