spanish.china.org.cn | 15. 02. 2020 | Editor:Eva Yu Texto

China y América Latina: Beneficio mutuo y ganancia compartida

Palabras clave: China y América Latina, 2019

 

 

Por Jorge Fernández

 

Washington busca sin éxito perturbar la relación chino-latinoamericana

 

Los intercambios entre China y América Latina y el Caribe han fortalecido a lo largo de 2019 una relación orientada al beneficio compartido. En medio de los trabajos diplomáticos emprendidos por ambas partes, EE.UU. ha buscado interferir en una relación que valerosamente rompe esquemas depredadores e impositivos. A China la acusa injustificadamente de querer controlar la región, y de cara a estas suposiciones, Washington ha resucitado la vejatoria Doctrina Monroe. Los intercambios establecidos entre ambas orillas del Pacífico a lo largo de este año evidencian que la política exterior de China es clara, transparente y abierta. No se dirige a terceros ni busca afectar los intereses legítimos de nadie.

 

EE.UU. asume que todo aquello al sur del Río Bravo es su zona de influencia y que China busca repetir sus esquemas y suplantarlo. A ojos de Washington, los países de América Latina y el Caribe son incapaces de ver las razones ocultas por las que China quiere profundizar los intercambios económicos, políticos y culturales. Los argumentos esgrimen que son víctimas de una calculada estrategia que busca despojarlos de sus recursos, alterar perniciosamente la naturaleza de sus gobiernos y coaccionarlos a apoyar a Beijing en el escenario internacional. La conclusión es que bajo esquemas subrepticios, que solo las esferas políticas estadounidenses pueden dilucidar, estos países fracasan en entender qué es lo que en realidad quiere China.

 

Y en respuesta a estas presunciones, la Administración Trump ha retomado viejos pensamientos que disuenan en las sociedades de hoy. En septiembre de 2018, el mundo escuchó con los ojos desorbitados el anunció que sobre el estrado de la ONU hizo el presidente Donald Trump. El mandatario adjuntaba oficialmente la Doctrina Monroe como elemento ideológico rector de la política exterior de EE.UU. hacia América Latina. Este 2019, el asesor de Seguridad Nacional de Trump,John Bolton, lo secundó: “Hoy anunciamos orgullosamente para que todos lo escuchen: la Doctrina Monroe está viva y activa”. El anuncio avisa cínicamente que Washington se atribuye el derecho a intervenir desde el Río Bravo hasta la Patagonia cuando perciba que en algún país de este lugar hay una figura externa que busca afincar una relación que no lo incluye.

 

Mike Pompeo reanudó en 2019 sus viajes por países de América Latina para advertir de viva voz que las relaciones con China llevan adjuntos peligros a la seguridad nacional. En Chile el secretario de Estado acusó a Beijing de aplicar un doble rasero en la aplicación del principio diplomático de no intervención. La observación causó indignación a ambas orillas del Pacífico, especialmente en Beijing. Para China, la no injerencia en los asuntos de otros Estados es uno de los fundamentos de su política exterior, y esta máxima la aplica sin condiciones. El enfoque de China se contrasta abiertamente con la adhesión de la Administración Trump a la Doctrina Monroe. El viaje de Pompeo a Sudamérica evidenció con todo descaro su intención de producir en la élite política un descrédito a las tareas diplomáticas de China en América Latina y el Caribe.

 

La diplomacia china no incordia entre países. Menos aún se entroniza en elevadas atalayas para difamar o desprestigiar a terceros. China no busca abrir brechas entre nadie, pero tampoco permanecerá indiferente de cara a los intentos de Washington de generar divisiones entre ella y los países latinoamericanos. EE.UU. asume una posición paternalista e ignora que América Latina no es una región pasiva o carente de experiencia o talento. Y al asumirse como mentor y guía, el país del Norte afrenta contra la soberanía nacional y contra el derecho de los países latinoamericanos de decidir con qué gobierno ellos desean potenciar su interés nacional. América Latina no es el patio trasero de nadie, menos el de EE.UU.

 

La desmesurada actitud de Washington hacia China ha estimulado en Beijing la necesidad de recordar al mundo los principios que guían su agenda diplomática. El consejero de Estado y jefe de la diplomacia china, Wang Yi, indicó el 29 de mayo de 2019 que, al difamar las relaciones entre China y América Latina se retrocede la rueda de la historia, se reafirma el “monroísmo” y se revive la perniciosa mentalidad de la Guerra Fría. El diplomático defendió el derecho de los países latinoamericanos y caribeños a decidir de manera independiente su política exterior. Y aclaró que las relaciones entre China y la región son parte de las tareas de cooperación y desarrollo con los países del Sur. El enfoque de Washington, retrógrado, no distingue colores y mira todo en negro y blanco.¡Las relaciones chino-latinoamericanas se justifican en las aspiraciones de ambos pueblos por tener una vida mejor! La profundización de estas relaciones ha arrojado resultado tangibles, y de cara a estos frutos, las partes han hecho esfuerzos ingentes por fortalecer intercambios marcados por el beneficio compartido y por un desarrollo saludable y estable.

 

En 2019, jefes de Estado de América Latina y del Caribe realizaron visitas de Estado a China. Las palabras que pronunciaron ahí dejaron constancia de la importancia que conceden a sus relaciones con Beijing y del respeto que esa nación asiática les guarda sin importar tamaño o ideología. Sebastián Piñera de Chile, Iván Duque de Colombia, Jair Bolsonaro de Brasil, Andrew Holness de Jamaica, Desi Bouterse de Surinam y Nayib Armando Bukele de El Salvador reiteraron en Beijing el interés que albergan por acrecentar los niveles cuantitativos y cualitativos de la relación. El contenido de sus declaraciones tiene un denominador común: Todos ellos reiteran que bajo principios de respeto, equidad y beneficio mutuo, la cooperación con China no solo redunda en el interés particular sino en toda la región. Estos principios se corresponden con aquellos que sustenta la política exterior de China hacia América Latina y el Caribe.

 

Este año dejó registro también de los trabajos desplegados por la diplomacia parlamentaria y de las tareas acordadas entre cancilleres de ambas partes. Los intercambios entre congresistas de distintas facciones políticas y miembros de la Asamblea Popular Nacional apuntaron a buscar fórmulas para mejorar el diálogo y el entendimiento. El Grupo Interparlamentario de amistad entre Chile y China afianzó los lazos entre ambos Estados en enero, mientras que una delegación del Senado de la República Dominicana lo hizo en agosto de 2019. La construcción de una relación cualitativa se fortificó con visitas de cancilleres y vicecancilleres de diferentes países latinoamericanos, a las que se sumó la VII Ronda de Consultas entre la cancillería china y las de los países caribeños que tienen relaciones diplomáticas con China. Las ideas presentadas tanto por cancilleres como por parlamentarios se enfocaron en los planes para alcanzar el potencial pleno de las relaciones económicas, políticas y culturales de las partes.

 

La diplomacia pública eclosionó con la celebración de foros, seminarios y encuentros durante todo 2019. Entre los más destacados estuvieron la celebración del foros entre laboratorios de ideas, entre expertos en Estado de derecho internacional, entre juristas y especialistas en infraestructuras, quienes intercambiaron ideas alusivas a temas chino-latinoamericanos y profundizaron el conocimiento sobre fenómenos sociales en los países de ambas regiones. Las edificación conjunta de un prisma objetivo para ver la realidad de China y de América Latina se consolidó con las visitas que miembros de la prensa hicieron al gigante asiático. Este año atestiguó la celebración de seminarios como el de la Red de Noticias de la Franja y la Ruta, y el de Periodistas y Oficiales Nacionales de Información de Países Hispanohablantes. El diálogo directo entre comunicadores de China y de América Latina y el Caribe acalló las voces de terceros que buscan incordiar y hacer mella en la relación.

 

La visita del presidente Xi Jinping a Brasil en el marco de la Cumbre de los BRICS arroja luz a lo que China busca en América Latina y el Caribe. En voz del mandatario: “Defender los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas y el sistema internacional centrado en la ONU, oponerse al hegemonismo y la política del poder y participar constructivamente en la resolución de puntos geopolíticosálgidos. Debemos mantenernos fieles a nuestro inquebrantable compromiso de desarrollar y fortalecer la solidaridad y la cooperación para el bienestar de nuestra gente y para el desarrollo de nuestro mundo”.

 

La región latinoamericana y caribeña ha sido víctima de violaciones a su soberanía nacional a manos de potencias extranjeras. En contraposición a estos esquemas, China ofrece un marco de intercambios que se sustentan en el respeto a los intereses y preocupaciones de los otros. El año 2019 ha atestiguado intercambios chino-latinoamericanos amparados en principios universales de respeto, igualdad y beneficio compartido. Ambas orillas del Pacífico han acuñado un glosario de palabras que les permite entablar una comunicación franca y sin doble rasero. Por el contrario, la injerencia de terceros atenta contra el respeto entre naciones e irrumpe de forma estridente en el diálogo que chinos, latinoamericanos y caribeños mantienen para entenderse mejor.

 

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