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spanish.china.org.cn | 17. 01. 2017 | Editor: Elena Yang | [A A A] |
Por Mauricio Castellanos
El año pasado fue muy positivo para China en cuanto a diplomacia se refiere, pues le sirvió para seguir consolidándose como uno de los principales actores en el escenario internacional. Pero la situación política y económica del mundo no está como para que se duerma en los laureles, y por eso, con apenas unos días corridos de 2017, su presidente, Xi Jinping, mira de nuevo hacia afuera, hacia Europa esta vez, y emprende vuelo con destino a Suiza, un “pequeño gigante” de la esfera diplomática mundial.
La relación sino-suiza es un ejemplo de pragmatismo y ganancia compartida. Establecida en 1950, es una de las más antiguas y sólidas en el concierto global, y una demostración de que con el respeto mutuo como base, dos naciones con profundas diferencias en todos los aspectos realmente pueden trabajar de la manotanto en los asuntos bilaterales como en los internacionales, y consolidar su progreso.
La visita de Estado del líder chino a uno de los países más desarrollados del planeta llega poco menos de un año después de la que hiciera su entonces homólogo, Johann Schneider-Ammann, a Beijing, en la que ambos decidieron el establecimiento de una “Asociación Estratégica Innovadora”. Demostrando la madurez del vínculo, y el carácter abierto y siempre dispuesto a la colaboración de Suiza, los dos Estados ahora concentran sus energías en cooperar en un área en la que ésta cuenta con gran experiencia, y que es vital para el objetivo chino de alcanzar el desarrollo.
Pero además de refrendar el nexo con este indiscutible amigo y socio, la visita de Xi a los suizos pasará a la historia como la primera ocasión en que un presidente chino participa en el Foro Económico Mundial.
Cuando el mundo aún no sale del asombro y la ansiedad causados por la autoexclusión británica de la Unión Europea, el Brexit, y la elección del poco amigable Donald Trump como presidente de Estados Unidos, Xi llega a Davos a decir “presente” en nombre de una nación que debe su muy admirado progreso en gran parte a su vocación integracionista, que siempre está dispuesta a compartir sus experiencias exitosas para que otras también tengan la oportunidad de progresar y que espera la misma actitud de parte de las demás, especialmente de las desarrolladas.
Puede considerarse una feliz coincidencia el que este hito en la historia de China se registre en suelo suizo, país con el que Zhongnanhai tiene una de las relaciones más maduras y estables, como lo demuestran su casi perfectamente equilibrada balanza comercial, y los numerosos acuerdos y mecanismos de cooperación que tienen en las áreas más diversas, incluso en derechos humanos, tema sobre el que muchos arguyen, harto equivocados, que a China “le da miedo” discutir.
Con la presencia de Xi Jinping en Davos, la República Popular ratifica su apuesta por la integración en momentos en que algunos de los centros de poder juegan al aislamiento, poniendo en riesgo los logros de décadas enteras de arduo trabajo mancomunado y atravesando palos en la rueda a la ya bastante complicada tarea de recuperar la maltrecha economía internacional. Seguramente cuando pase la moda, cuando se enfríen las cabezas de esos políticos y ciudadanos que pretenden desconectarse justo cuando más se necesita de la unión, el buen juicio y el aplomo de los cuales China está dando ejemplo, prevalecerán.