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spanish.china.org.cn | 12. 03. 2016 | Editor: Juan Ma | [A A A] |
Por LIN YIFU
En la prensa internacional se viene hablando de que la economía china está al borde del colapso. Sin embargo, el país seguirá siendo el motor del crecimiento mundial en los próximos años.
La ralentización del crecimiento
La posición de la prensa extranjera se debe al continuo descenso del crecimiento económico chino en los últimos seis años: del 10,6 % en 2010 al 7,3 % en 2014 y al 6,9 % en 2015, el ritmo más bajo desde 1990. Esta situación no se había presentado desde el comienzo de la política de reforma y apertura en 1979 y, además, la presión a la baja sigue siendo alta. Se dice que la ralentización se debe a una serie de problemas relacionados con la estructura económica, como la baja eficiencia de las empresas estatales, el elevado apalancamiento financiero, el envejecimiento de la población, el insostenible modelo de crecimiento estimulado por las inversiones, entre otras contrariedades difíciles de resolver. Por ello, muchos creen que es inevitable el colapso de la economía china. La fluctuación de la bolsa y del mercado de divisas en la segunda mitad del año pasado aumentó el pesimismo entre la gente sobre el futuro de China, lo cual fue, incluso, la opinión dominante en el reciente Foro de Davos.
Al estar inmersa en un cambio de modelo, la economía china afronta muchos problemas estructurales. China empezó a profundizar la reforma en todos los sentidos en 2013, con el objetivo de resolver estos percances, como la recién planteada reforma estructural enfocada en la oferta. Sin embargo, la continua ralentización económica de China desde 2010 se debe principalmente a factores externos. En 2010, tres países BRICS, Brasil, la India y Rusia, que están en un proceso de desarrollo similar al de China, crecieron a un ritmo del 7,5 %, 10,3 % y 4,5 %, respectivamente, mientras que en 2014 la tasa se redujo al 0,14 %, 7,3 % y 0,6 %, lo que significó una pronunciada caída. La desaceleración económica de estos países no se debe a los problemas estructurales de China. Además, países como Corea del Sur y Singapur han sufrido también una caída en su crecimiento, de un 6,5 % y 15,2 % en 2010, respectivamente, a un 3,3 % y 2,9 % en 2014. Estos países no tienen problemas estructurales, pero también han sufrido una presión a la baja, que es incluso mayor que la de China. Los elementos externos pueden explicar el porqué tantos países han experimentado una desaceleración en su crecimiento durante el mismo periodo.
En realidad, esta reducción no es difícil de entender. El crecimiento económico de un país suele ser impulsado por tres elementos: la exportación, la inversión y el consumo. En primer lugar, de 1979 a 2013, la exportación china creció anualmente a una tasa del 16,8 %. Afectadas por la crisis financiera internacional de 2008, las economías de EE. UU., los países europeos y otras naciones desarrolladas se debilitaron y se redujo su consumo, lo que hizo que las exportaciones chinas menguaran también súbitamente: a un 6,1 % en 2014 y a un -1,8 % en 2015. Otras economías emergentes, así como economías desarrolladas y orientadas a la exportación en Asia Oriental, se han visto también afectadas.
En segundo lugar, para hacer frente a la crisis de 2008, China, al igual que muchos otros países, adoptó una serie de políticas fiscales para apoyar la inversión y estimular el consumo. La implementación de la mayoría de estos proyectos ha concluido ya, por lo que en circunstancias en las que la economía internacional aún no se recupera y hay una menor demanda exterior, resulta inevitable que la inversión se reduzca periódicamente, sobre todo cuando no hay nuevos proyectos que estabilicen el crecimiento. Es un fenómeno común en todos los países. Cuando la exportación y la inversión ralentizan el crecimiento, el consumo se convierte en el único elemento para estimular la economía. Como el índice de empleo en China no se ha visto afectado y los ingresos de los habitantes en las ciudades y el campo continúan aumentando, el consumo doméstico de China mantiene todavía un crecimiento anual de alrededor del 8 %, una mucho mejor situación en comparación con otras economías emergentes y países de Asia Oriental, con economías orientadas a las exportaciones.
Mayor oportunidad para invertir
Han transcurrido ya ocho años desde el estallido de la crisis financiera global en 2008. A pesar de sufrir los estragos de la crisis, los países desarrollados no podían por razones políticas emprender reformas estructurales, como la disminución del salario, la reducción de los beneficios materiales, la toma de medidas para el desapalancamiento financiero y la disminución del déficit del Gobierno, para así elevar el vigor y la competitividad económica del país. Algunos de estos países han afrontado un crecimiento débil prolongado, como lo sucedido en Japón desde 1991, cuando estalló la burbuja en el mercado de bienes raíces y en la bolsa. Debido al debilitamiento de la demanda internacional, el crecimiento económico de China dependerá más de la demanda interna.
El Gobierno chino se planteó la meta de duplicar en 2020 el PIB y los ingresos de la población urbana y rural, de acuerdo con las cifras de 2010. Para alcanzar dicha meta, China debe mantener un crecimiento anual promedio del 6,5 % durante el XIII Plan Quinquenal (2016-2020). Debido a la reducción de la demanda externa, cumplir con la meta trazada dependerá más del incremento de la demanda doméstica, incluyendo la inversión y el consumo. Y China cuenta con grandes oportunidades en estos dos ámbitos.
En primer lugar, en cuanto a la oferta, queda mucho espacio para la actualización industrial. China es un país medianamente desarrollado. A pesar de que sus industrias siderúrgicas, de cemento, de vidrio plano, de aluminio electrolítico y de construcción naval afrontan una excesiva capacidad productiva, y las tradicionales industrias intensivas en mano de obra pierden su superioridad comparativa debido al alza de los salarios, China sigue contando con la posibilidad de actualizar estas industrias de alta y media gama. En realidad, hay muchas oportunidades de este tipo que generan un alto rendimiento.
En segundo lugar, la infraestructura. China invirtió mucho en materia de infraestructura, pero solo en obras de autopista entre ciudades, en vías férreas de alta velocidad, en aeropuertos y puertos. En cuanto a las instalaciones dentro de las ciudades, como el metro urbano y la red de tuberías subterráneas, estas aún son insuficientes. La inversión en estas instalaciones urbanas puede rebajar el costo comercial y elevar la eficiencia económica, lo que permitirá alcanzar un alto rendimiento social y económico.
En tercer lugar, el medio ambiente. El gran desarrollo económico de China ha provocado severos problemas de contaminación. La inversión en materia de protección ambiental tendrá un alto rendimiento social.
Por último, la urbanización. Los habitantes de las zonas urbanas representan el 56 % de toda la población china, menor que el porcentaje en los países desarrollados (80 %). Gracias al desarrollo económico, el proceso de urbanización en China ha logrado salir adelante, lo que exige una gran cantidad de fondos que se inviertan en viviendas, infraestructura urbana y servicios públicos.
Estas oportunidades de inversión tienen un buen rendimiento económico y social. A diferencia de teorías económicas keynesianas, que se dedican a corregir los errores del antiguo sistema, todas estas medidas pueden elevar efectivamente la productividad desde la oferta, crear en corto plazo la demanda, aumentar la tasa de empleo, bajar los costos comerciales, mejorar la calidad ambiental y fomentar el desarrollo sostenible.
Aunque la economía se ha visto inmersa en una recesión, existen numerosas oportunidades de inversión en China, en comparación con los países desarrollados. La industrialización y la tecnología de estos países están a la vanguardia a nivel mundial, por lo que cuando una recesión económica provoca un exceso de productividad resulta muy difícil decretar el nuevo punto de crecimiento. A pesar de la aparición de la impresión 3D y de los vehículos eléctricos, hay pocos sectores nuevos que puedan sostener el crecimiento económico. Por otra parte, la infraestructura y la calidad del medio ambiente en los países desarrollados son mucho mejores, por lo que no necesitan más inversión. Más aún, su proceso de urbanización también ha concluido básicamente.
En resumen, para juzgar el futuro desarrollo de China en circunstancias en las que la economía mundial afronta una recesión, no se debe tomar solo como referencia la experiencia de los países desarrollados. De hecho, como lo dijo el primer ministro de China, Li Keqiang, durante las sesiones de la Asamblea Nacional Popular y la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino de 2015, China tiene un mayor margen de maniobra con una economía internacional en recesión.
Garantía de inversión
Además de las oportunidades de inversión, China ofrece también buenas condiciones para los inversionistas.