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spanish.china.org.cn | 11. 03. 2016 | Editor: Elena Yang [A A A]

La búsqueda sin tregua de una China “verde”

Palabras clave: La búsqueda sin tregua de una China “verde”

Por Isidro Estrada

 

“No salga de casa. Si sale lleve una máscara”. Es el amanecer del martes 2 de marzo de 2016, y mi teléfono celular me acaba de enviar este mensaje apenas desembarco en el Aeropuerto La Capital de Pekín, procedente de Cuba, mi país natal. Con tal bienvenida por parte del servicio de información medioambiental chino caigo en cuenta que estoy de vuelta en mi segundo hogar. La ciudad donde las lecturas de partículas PM 2.5 flotantes en la atmósfera han superado en ocasiones los 700 microgramos por metro cúbico (ug/m3), y aún más (25 es lo normal), haciendo que cada habitante de la capital china respire sin proponérselo el equivalente a ¡36 cigarrillos en un día!

La situación, más que seria, ha adquirido matices de drama. Si no se pone coto a la brevedad al daño ambiental de las grandes ciudades chinas como Pekín, los 35 años de logros que el país ha acumulado en su búsqueda del desarrollo y el bienestar generalizado, podrían convertirse en agua de borrajas.

Según datos de diversas entidades especializadas, cada año mueren de 2.500 a 4.440 personas por este motivo en el país, donde además millones de otras sufren afecciones respiratorias y de otro tipo, todas asociadas al deterioro ambiental.

Por otro lado, ya suman cientos los extranjeros que se han marchado de la ciudad de Pekín a casa de la contaminación. Hay compañías foráneas que para atraer talentos que las representen en las partes más contaminadas de China deben ofrecer paquetes de indemnización - mediante pagos adicionales- , única forma en que consiguen posicionar a personal a tiempo completo en dichas ciudades.

De ello está bien consciente la actual administración política, encabezada por el presidente Xi Jinping y el primer ministro Li Keqiang. Tanto así que les segundo de ellos, en su inauguración como jefe de gabinete, en marzo de 2013, prometió “mano dura y firme decisión” contra la contaminación ambiental, durante las “dos sesiones”, que suelen agrupar a los representantes del legislativo y la asesoría política en Pekín, momento en que se abordan los temas más trascedentes para la vida de mil 300 millones de chinos. El daño ecológico que China exhibe hoy a ojos vistas es sin dudas una de las prioridades para la autoridad central.

En la mencionada ocasión, Li Keqiang, que a la sazón contaba con 57 años de edad, dijo estar “disgustado” por la capa contaminada que justo por entonces envolvía a Pekín. También puso su prestigio político al servicio de la causa de terminar con la manipulación de los alimentos, nociva tendencia que incluso ha causado muertes en el país.

“Mejoraremos el modelo de desarrollo de China”, señaló Li “hasta conseguir que la población disfrute de un aire limpio y agua y alimentos seguros”.

Un año después, en las dos sesiones de 2014, Li Keqiang elevó el tono de su discurso, declarando la “guerra” a la contaminación ambiental. Admitió, empero, que dada la gravedad de la situación a la que se hallaba abocado el país a esas alturas, revertir los daños al medio ambiente constituiría “un proceso a largo plazo”, como bien se ha encargado de refrendar la realidad del día a día para los que vivimos en el Gigante Asiático. Lo importante, a mi modesto juicio, es no cejar en el empeño.

Para las reuniones de 2015, el jefe de gobierno chino anunciaba que China reduciría las emisiones de dióxido de carbono en al menos un 3,1 por ciento, mediante una disminución en un 2 por ciento de la demanda de oxígeno químico y las emisiones de amoníaco nitrogenado. Prometió asimismo endurecer las sanciones contra los violadores de la protección medioambiental. El ministerio a cargo de esta labor publicó entonces cifras que sustentaban un modesto optimismo de cara al futuro inmediato. Todavía, eso sí, quedaba mucho por hacer.

En dicho año, el Gobierno en funciones tuvo al menos un par de tantos que anotarse a su favor. Li se comprometió a promover el uso de vehículos de nuevas energías, reducir las emisiones de los de combustión interna, e incrementar la calidad de la gasolina - y en general el combustible- que se comercializa en el país. Quedarían vedados de la circulación todos los vehículos generadores de alta contaminación registrados antes de 2005.

En los días que precedieron a las discusiones legislativo-políticas de este año, como acabo de señalar, la situación sigue siendo compleja. Aún se pueden contar con los dedos de una mano los días libres de niebla tóxica en Pekín y otras metrópolis chinas. China mantiene el título de país que más dióxido de carbono emite a la atmósfera, si bien también le cabe, como contrapartida, el de nación que más fondos financieros y recursos está dedicando a las energías alternativas, incluso por encima de Estados Unidos.

No en balde, Li Keqiang ha vuelto a la carga el pasado día cinco de marzo, al presentar el Informe Sobre la Labor del Gobierno, ocasión en que reiteró que “en los próximos cinco años debemos garantizar que se reduzca el consumo de agua y energía y las emisiones de dióxido de carbono por unidad del PIB en 23, 15 y 18 por ciento, de forma respectiva, en tanto se incrementa la cobertura forestal a todo el país en un 23,04 por ciento”.

Al menos en lo que a protección del entorno natural se refiere, asumo como buena noticia la reducción en el crecimiento del PIB de China - y con ello su consumo a veces desaforado de materias primas y combustibles fósiles- , pues para nadie es secreto que el acelerado ritmo de crecimiento del mismo en las pasadas décadas es responsable principal del deterioro medioambiental. La naturaleza de China necesita de una pausa duradera y responsable, así como de un intenso proceso de curación que limpie los pulmones del país.

¿Mejorará todo esto en el futuro mediato? Entiendo que nadie tiene una bola de cristal, y en lo personal me niego a hacer de pitoniso, pero según doy los toques finales a esta nota, y compruebo la hora en mi teléfono celular, no puedo menos que sentir el cosquilleo de cierta esperanza, viendo que, a una semana del anuncio nefasto, me llega la siguiente información:

“Hoy es día soleado en Haidian (distrito de Pekín). La calidad del aire es excelente…”

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