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spanish.china.org.cn | 07. 03. 2016 | Editor: Elena Yang | [A A A] |
Por Jorge Fernández
Es necesaria la honestidad al reconocer los errores para otorgar vigor e ímpetu a los programas de desarrollo para la construcción nacional. La franqueza ha marcado el estilo del primer ministro Li Keqiang en su Informe sobre la Labor del Gobierno.
Una condición para impulsar el desarrollo de un proyecto es el reconocimiento, por muy hiriente que este acto pueda ser, de los errores y problemas que entorpecen las tareas fundamentales. La franqueza, en relación a los retos que China deberá sortear, quedó al descubierto durante el Informe sobre la Labor del Gobierno, presentado por el primer ministro, Li Keqiang, el sábado 5 de marzo.
Ante la IV Sesión de la Asamblea Popular Nacional (APN), el primer ministro Li Keqiang mencionó, entre otros temas, el fracaso en los objetivos previstos sobre el volumen global de las importaciones y exportaciones, la debilidad en el crecimiento de la inversión, y el exceso de capacidad en algunos sectores, todos ellos indicios de los problemas más acuciantes y sobre los que el gobierno enfatizará en mayor medida durante 2016.
Fueron hechos públicos dolorosos temas que aún aquejan al sistema gubernamental, entre ellos, reformas y políticas aplicadas indebidamente, cuadros que no cumplen o cumplen indebidamente sus funciones en el cargo, prácticas mal sanas y casos de corrupción. Los esfuerzos contra estos males seguirán sin descanso durante el presente año. Y para insuflar confianza a la ciudadanía en el cometido gubernamental, la honestidad deberá mantenerse ante todas las cosas.
En alusión a las proyecciones de crecimiento para 2016, Li Keqiang disminuyó la cifra de crecimiento en torno al 7% establecida el año pasado, y la colocó entre un 6,5 y 7% para este año. La meta se establece en atención a la necesidad de dar continuidad a la profundización de la reforma estructural, y a los objetivos de edificar una sociedad modestamente acomodada en todos los aspectos para 2020, fecha en la que se duplicará el PIB y el ingreso per capita de 2010.
Las dos sesiones políticas de este año, la APN y la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (CCPPC), encierran un valor estratégico este año, concretamente porque a lo largo de la presente deliberación se ratificará el XIII Plan Quinquenal de China, una hoja de ruta que deberá materializar, en palabras del primer ministro, un plan bien enfocado y operable, orientado a cumplir las metas para 2020.
En la presentación de su informe ante la APN, el primer ministro destacó la importancia del XIII Plan Quinquenal, el plato fuerte para los legisladores, en el que el crecimiento económico medio anual para estos cinco años no deberá ser inferior al 6,5%. Para ello, el primer ministro ha hecho énfasis en el impulso de las industrias hacia las gamas altas, la modernización agrícola y coordinada con las zonas urbanas y los modos de producción ecológicos, entre muchos otros.
Una de las bases sobre la que descansan estos objetivos es la innovación, una fuerza que inyectada en todos los aspectos de la vida en China, permitirá profundizar la reforma estructural y cambiar un modelo de crecimiento económico basado en la exportación, por uno basado en el consumo interno. La innovación deberá propagarse en todos los rincones del sistema político de China para alcanzar así los fines establecidos.
El primer ministro habló de la innovación en su informe de gobierno como la fuerza motriz del desarrollo, misma que debe colocarse como el núcleo del desarrollo nacional. Una responsabilidad tan importante como la otorgada a la innovación debe, forzosamente, estimularse en todos los aspectos de la vida del ciudadano común. Los chinos deben pensar y realizar todas sus actividades en términos innovadores.
Si es en este punto sobre el que descansa el desarrollo, las sugerencias y observaciones para su estimulación deben ir en esa dirección. La innovación no debe apuntar únicamente a la construcción de empresas que apuntan a la generación de un bien material. Por el contrario, debe ser parte integral del ser en todas sus actividades, un camino por el que la mente se emancipe y los proyectos innovadores florezcan como frutos materiales e inmateriales.
En un país como China, en donde las jerarquías burocráticas y culturales permean en todos los rincones de la sociedad, el reto es que la innovación nazca de una mente emancipada y no en función de la adulación o los intereses de los mandos superiores en esta sociedad piramidal.