En medio de la incierta recuperación económica global, los planes de reforma de China como los prometidos por el primer ministro, Li Keqiang, que cubren todas los ámbitos desde la economía al medio ambiente, traen oportunidades para el desarrollo del mundo.

En su informe de trabajo del gobierno entregado el miércoles a la legislatura máxima del país, Li reafirmó que la reforma es la prioridad para el gobierno.

El paquete de planes de reforma incluye promover las fuerzas de mercado y el consumo doméstico, racionalizar el sistema de aprobación administrativa y abrir las industrias controladas por el capital estatal, como los sectores bancario, de generación eléctrica y ferroviarios, a la inversión privada.

Los planes también prometen allanar el terreno de juego para las compañías chinas y extranjeras para promover la competencia.

Todas estas son buenas noticias para el mundo, excepto para los "adivinos" quienes repetidamente han venido anunciando el "colapso" de China. Ninguno de ellos se ha convertido en un auténtico profeta.

A pesar del creciente proteccionismo en algunas economías desarrolladas, China se ha comprometido a abrir más sectores de servicios al capital foráneo y alentar las importaciones, lo que significa unas nuevas oportunidades para los jugadores del mercado mundial.

El hecho también ayuda a aliviar los conflictos comerciales.

Mientras que las empresas extranjeras disfrutan de una cada vez menos "lista negativa" en la Zona de Libre Comercio de Shanghai, el compromiso de Li de ampliar la prueba en las ciudades interiores de China debe ganar el aplauso del mundo.

La transformación de China de una economía orientada a la exportación a una economía de servicios y orientada a la demanda doméstica impulsará de forma radical el crecimiento económico de muchos países, incluyendo Estados Unidos, la Unión Europea y otras economías desarrolladas.

Contra el telón de fondo de una débil demanda global, el creciente potencial de un mercado con una población de 1.300 millones podrá fortalecer su posición como un importante motor de la economía global.

Dado que el gobierno ajusta el sistema de distribución de los ingresos para aumentar la renta disponible, la clase media desempeñará un papel importante en la inversión y consumo. Esto pondrá a China en buena forma dentro del panorama económico global.

En cuanto a la reforma administrativa, los esfuerzos por reducir la influencia del gobierno y construir un gobierno limpio basado en las reglas y leyes indican que las firmas extranjeras pueden contar con instrumentos legales cuando se encuentren inmersas en conflictos.

Sobre la cuestión medioambiental, la declaración de guerra contra la contaminación del aire, agua y suelo también significa una enorme demanda de tecnologías y productos de los países desarrollados.

No importa cómo los observadores occidentales vean el desarrollo de China, el país está siguiendo su propio camino de reforma para lograr un cambio en su modelo de crecimiento.

Con el PIB cercano a los 57 billones de yuanes, China intenta ir más allá de la "trampa de ingreso medio". La única solución es la reforma, pero en un camino diferente al de Occidente.

Cuando China tenga éxito, el mundo también ganará.