M. Pavón - (CHINA.ORG.CN) - No hay mal que por bien no venga, y la crisis financiera y económica global va a conseguir impulsar el cambio de modelo de desarrollo de China, un objetivo del que se venía hablando desde hacía tiempo, pero hacia el que aún no se habían dado pasos determinantes.
El sector manufacturero y la inversión extranjera, hasta ahora los principales motores del milagro económico chino, están flaqueando, contagiados por la crisis en Europa y Estados Unidos, los principales mercados de las exportaciones chinas y sus fuentes más importantes de inversión.
Consciente de este horizonte, el gobierno chino dio a conocer ayer, a través del primer ministro Wen Jiabao durante su discurso sobre la labor del gobierno ante la Asamblea Popular Nacional, un objetivo de crecimiento del PIB de 7,5 por ciento para el año 2012. Se trata del objetivo más bajo desde 2004, lo cual da idea del momento crucial en el que se halla la segunda economía del mundo.
Tras varios años creciendo por encima del 8 por ciento –el año pasado la economía creció 9,2 por ciento, a pesar de las predicciones que apuntaban a una bajada considerable-, las autoridades del país asiático quieren desacelerar el paso y tomar aliento para probar nuevas vías hacia el crecimiento.
Este objetivo está bajo control, como indicó Wen, y está en la línea del objetivo de crecimiento de 7 por ciento para 2015 establecido en el XII Plan Quinquenal (2011-2015). Se trata, pues, de una “caída controlada”, como dijo el premier. Además, teniendo en cuenta que el año pasado Wen mencionó un objetivo de crecimiento de 8 por ciento (finalmente fue 9,2, como hemos dicho), es probable que la diferencia interanual no sea finalmente tan amplia.
La clave será, como es ya consabido, incrementar el nivel de vida de la población para impulsar el consumo interno por parte de la a veces difícil de definir clase media china. Hasta ahora, se habían tomado varias medidas con el fin de incrementar el poder adquisitivo de los ciudadanos chinos, como subidas del salario mínimo en varias ciudades (la última en hacerlo fue Shanghái, 13 por ciento) y ciertos avances en el sistema de seguridad social que buscan generar cierta seguridad en los ciudadanos. Incluso las progresivas apreciaciones del yuan podrían tener un efecto en este sentido. Sin embargo, factores internos, como la inflación, especialmente intensa en el sector inmobiliario, han neutralizado los potenciales efectos propulsores de dichas medidas.
Como señalan varios analistas, no es la primera vez que Wen pone el acento en el cambio de modelo de desarrollo. Sin embargo, tanto en el discurso del primer ministro chino como en varias noticias de prensa y anuncios oficiales, parece existir una mayor convicción en la necesidad de dicho cambio, con algunas medidas como la incentivación de ciertos sectores que podrían convertirse en clave de ese nuevo modelo de desarrollo que se persigue –por ejemplo, el tecnológico y las industrias ‘verdes’-, la mejora de la red de protección social y el aumento del espacio para las inversión privada. A ello se une el compromiso de mantener los precios a raya.
En el curso de este año, iremos viendo si estas medidas se implementan con más vigor que antes y China comienza a desplazar el volante de su desarrollo.