spanish.china.org.cn | 07. 07. 2019 | Editor:Eva Yu | Texto |
Por Jorge Fernández
La arquitectura económica internacional debe fortalecerse y lubricarse como parte de los trabajos preparatorios que antecedan a la conclusión de las fricciones entre las dos más grandes economías del mundo.
A lo largo de todo este año, los titulares de medios nacionales e internacionales han encendido pasiones entre los miembros de la opinión pública por la disputa comercial que protagonizan Estados Unidos y China, las dos economías más grandes del planeta. Las fricciones, que a ratos parecen amainar y que a ratos se asemejan a un devastador tsunami, confunden con facilidad en la determinación de cuál es el problema principal y cómo debe resolverse.
La gravedad del problema no debe ignorarse ni pasarse por alto, pero tampoco debe convertirse en un espejismo que desoriente los trabajos de China y del mundo en la construcción de una comunidad de futuro compartido. Si la globalización económica es una tendencia irreversible, entonces el escenario actual, sin importar que sea el vórtice o la furia de una tormenta en su apogeo, debe entenderse como la antesala de un nuevo amanecer.
Sin perder la perspectiva de la realidad actual, la comunidad internacional debe actuar bajo un marco que vea más allá de los patrones de una guerra comercial. El mundo desconoce en qué momento terminarán las desavenencias, pero eso no debe impedir que China y el mundo continúen uniendo fuerzas para apoyar el avance de la globalización y para salvaguardar la apertura económica, incluida la inclusión de todos los actores de la comunidad de naciones.
La Reunión Anual de los Nuevos Campeones 2019, que se celebra del primero al tres de julio, cobra una importancia trascendental en los esfuerzos para no perderse en las desorientaciones generadas por un fenómeno comercial de carácter temporal. Si 2.000 participantes internacionales de más de 100 países y regiones asisten al Foro Davos de Verano, esto es porque líderes gubernamentales, empresarios, académicos y la comunidad en general son conscientes de que solo con el trabajo conjunto se encaran los problemas en el mundo, ya sean de carácter social, medioambiental o económico.
La comunidad internacional se reúne estos días en Dalian, en la nororiental provincia china de Liaoning, porque entiende que en estos foros internacionales afloran ideas y se construyen marcos de cooperación estratégica, los mismos que sirven de plataformas para la ejecución de planes de acción. Las guerras comerciales no tienen ganadores ni perdedores y, por eso mismo, urge poner la mirada sobre campos de acción más amplios. La arquitectura económica internacional debe fortalecerse y lubricarse como parte de los trabajos preparatorios que antecedan a la conclusión de las fricciones entre las dos más grandes economías del mundo.
El primer ministro de China, Li Keqiang, ha estimulado esta visión con un llamamiento para salvaguardar conjuntamente el multilateralismo y el libre comercio, con los cuales se pueda mantener un sistema económico mundial abierto e inclusivo. Pese a la vorágine a la que China ha sido arrastrada, el país seguirá siendo un poderoso motor para el crecimiento económico mundial. Descuidar la enorme oportunidad que representa la nueva ronda de la revolución industrial por examinar los motivos y las justificaciones de Estados Unidos para lanzar una guerra comercial podría convertirse, a largo plazo, en un error estratégico con repercusiones negativas para China.
El Foro Davos de Verano de este año gira en torno al tema “Liderazgo 4.0: Triunfando en una nueva era de globalización”, y en él se abordarán temas tan diversos como la seguridad informática, el desarrollo de vehículos autónomos y las proyecciones económicas de China. Los temas que se tocarán son amplios y variados, y en todos ellos se comparte el mismo denominador común: el intercambio de ideas y la cooperación conjunta como base para un desarrollo sostenible para todos.
Un foro que trata temas como la innovación y el desarrollo tecnológico como elementos básicos para estrechar a las regiones del mundo, conduce, incuestionablemente, a sentar los fundamentos de un escenario posterior a las disputas comerciales. A diferencia de algunos figuras que en el momento actual parecen buscar el aislamiento y la división, China, por el contrario, busca que sean los actores del mercado los elementos integradores de la nueva era. El primer ministro, Li Keqiang, rubricó los compromisos de su país ante los retos que surgen en este momento: “Los actores y la demanda del mercado, las industrias nuevas y emergentes, las tecnologías y los modelos de negocios: en una coyuntura de esta naturaleza, debemos formular nuevos enfoques y nuevas medidas. Para impulsar el crecimiento económico, hemos de apoyarnos en la fortaleza de los actores del mercado.”
Tras el encuentro entre el presidente de China, Xi Jinping, y su homólogo de Estados Unidos, Donald Trump, en la Cumbre del G20 en Osaka, el ambiente comercial internacional experimenta un entorno de tranquilidad y alivio. Este ambiente ofrece un respiro para reflexionar sobre las experiencias aprendidas, para reforzar los trabajos encaminados a la innovación y el desarrollo, y sobre todo, para pavimentar el camino que se seguirá en el mediano y largo plazo tras el fin de un conflicto comercial que ha sido tema de conversación entre la opinión pública de todo el mundo.