spanish.china.org.cn | 19. 06. 2019 | Editor:Eva Yu | Texto |
Por Jorge Fernández
En los pueblos de Asia recae la responsabilidad de encender un faro cuya luz sea guía e ilumine la construcción de mundo mejor para todos.
La construcción de un entorno en el que la paz se prorrogue por tiempo indefinido, y en el que la confrontación militar se evada a toda costa, no puede, de ninguna manera, materializarse si no se establecen primero las condiciones para el diálogo. El diálogo entre las partes es una condición incuestionable entre civilizaciones que buscan el bienestar y una vida mejor para sus pueblos.
Lo que hoy conocemos como Asia ha sido cuna de reinos milenarios, los mismos que por sus peculiaridades geográficas y sistemas políticos,facilitaron el desarrollo de las ciencias y la cultura en el pasado. Pero si bien Asia alberga desde tiempos inmemorables el desarrollo de exquisitas civilizaciones, lo cierto es que también ha albergado a ratos la presencia apocalíptica de guerras y devastaciones.
La diversidad que prevalece en esta parte del mundo ha sido estímulo para la construcción y también la guerra entre las partes, por muy paradójico que esto suene. Y así como China se somete cada año a profundas reflexiones en torno a la victoria acometida contra el fascismo y la invasión japonesa, también elabora importantes análisis sobre la trascendencia que tienen organizaciones y conferencias internacionales en la búsqueda de mecanismos que garanticen la paz y el desarrollo de los pueblos asiáticos.
En atención a la propuesta extendida hace 4 años por el presidente Xi Jinping durante el Foro de Boao para Asia, la capital china recibirá a partir del 15 de mayo a invitados asiáticos que, incorporados en un foro para el intercambio, tejerán una sólida red de contactos que permitirá el intercambio entre los integrantes de esta gran región. Juntos anudarán los eslabones de una sólida red por la que las ideas fluyan en aras de la construcción de una comunidad de destino compartido para todos.
La Conferencia sobre el Diálogo de Civilizaciones Asiáticas se consolidará como una plataforma para que jóvenes, grupos, organizaciones, laboratorios de ideas y funcionarios públicos propongan, a partir de sus necesidades y desde sus puntos de vista, novedosas formas para garantizar que la comunicación entre las partes sea clara, precisa y concisa. Así, por medio de esta plataforma, los asiáticos asumen el compromiso de trabajar para la construcción de un entorno apropiado para todos.
Para China esta Conferencia reviste un significado especial. La construcción de una comunidad de destino compartido para la humanidad demanda como condición sine qua non el entendimiento mutuo y la inclusividad entre las partes. Si China aboga por un mundo en el que la equidad y el beneficio compartido sean las constantes, entonces es coherente con su política exterior extender una invitación al diálogo y al intercambio de ideas.
El buen juez por su casa empieza, reza un conocido aforismo popular, y China hoy lo toma como referencia para estimular un espíritu de construcción en Asia, lugar en donde la diversidad cultural y política representan un enorme potencial para el desarrollo de la civilización humana. En los últimos 100 años la región no ha sido ajena a conflagraciones y desastres naturales, y pese a ello, hoy, al igual que en el pasado, es un continente que se está consolidando como polo de atracción mundial y en un centro desde el cual el conocimiento fluye hacia otros países y regiones.
Es por ello que, con base en un crisol de civilizaciones únicas y bajo principios rectores como la igualdad y la inclusividad, el dinamismo regional debe racionalizarse y materializarse en planes de acción que permitan potenciar la sustancia inmaterial de los pueblos asiáticos. Una Conferencia que apunta a compartir los éxitos del desarrollo entre distintas civilizaciones fortalece también los lazos de hermandad, un elemento inmaterial que conduce automáticamente a garantizar la paz y el desarrollo.
China hace ingentes esfuerzos por incorporar, ampliar y fortalecer la Iniciativa de la Franja y la Ruta, un colosal plan que involucra a todas las regiones y rincones del planeta. Asia, dentro de este gran proyecto, es un motor formidable que puede estimular el flujo de bienes materiales e inmateriales sobre esta gran red. Para aprovechar al máximo el potencial que abunda en la región, y al mismo tiempo, para conectarlo con la Iniciativa de la Franja y la Ruta, resulta impostergable el reconocimiento y la aceptación de que solo conjuntamente los países de Asia pueden convertirse en un poderoso faro cuya luz sea guía y orientación de un mundo mejor.
Asia es hoy ya un motor de crecimiento mundial. Garantizar su continuidad y desarrollo sostenible es labor de todos. La Conferencia sobre el Diálogo de Civilizaciones Asiáticas es indudablemente una gran oportunidad para explorar las condiciones por medio de las cuales se establezca un sistema de seguridad que ofrezca tranquilidad a todos. La felicidad no solo parte de la riqueza material, sino de la tranquilidad y paz espiritual de un entorno libre de fricciones, desconfianza y animadversión.