Yue-Sai Kan, una de las mujeres más reconocidas de China, ha soñado siempre con promover el Oriente y Occidente a través de sus programas de TV, cosméticos y juguetes educativos. ¿Qué condujo a esta mujer ambiciosa al éxito?
Nacida en Guilin, provincia de Guangxi, Yue-Sai Kan emigró a Estados Unidos con su familia cuando era muy joven. Para 1972, era una prometedora reportera que accedió a una compañía por cable en Manhattan, como anfitriona de un programa en inglés y chino. Estaba consciente de la energía increíble que la TV podría inyectar a sus temas, particularmente en la extensión de puentes que redujeran las brechas entre el Oriente y el Occidente. En 1978, apoyada por una compañía productora, hizo su primer programa importante de TV, bajo el título de Mirando hacia el Oriente, en el cual introdujo las culturas y costumbres orientales a un público norteamericano receptivo, con buenas críticas especializadas y subsecuentes premios.
Más adelante, obtuvo uno de los muy codiciados premios Emmy con su documental producido por la ABC, “ Muros y Puentes de China.”
En 1992, el talento empresarial de Yue-Sai comenzó a quedar en evidencia. Se percató de que no había una gama cosmética apropiada para las asiáticas en aquella época, oportunidad que supo aprovechar para fundar la compañía de cosméticos Yue-Sai Kan, que produjo y vendió productos de belleza diseñados específicamente para las mujeres asiáticas. Con el tiempo, alcanzó gran éxito. Con tanto tiempo dedicado a los negocios, según admitió, su vida familiar sufrió.
A la hora de hacer negocios en China, Yue-Sai pensó que su mayor aporte sería el de llamar la atención de los chinos sobre la necesidad de cuidar su aspecto. Para ello utilizó los cosméticos, como forma de consolidar la sensación de confianza de las personas en sí mismas, a la par que desarrollaban su amor propio, mientras que la muñeca Yue-Sai fijó estándares de belleza apropiados para los niños chinos.
Abajo las barreras lingüísticas
Yue-Sai indicó que quien deseé incorporarse a la sociedad norteamericana, se debe dar prioridad al estudio del inglés y la comprensión de la cultura y sociedad occidentales. Para ella, la lengua no fue solamente una herramienta sino un medio importante de entender esa cultura y sociedad. Con su perspectiva dual, se convirtió en emisaria eficaz en la promoción del Oriente y Occidente. Aunque muchos chino-estadounidenses nunca han alcanzado esta transición, dependerá de la lengua y la cultura contar con la facultad de alcanzarla. Pero siempre, afirmó Yue Sai, será mejor intentar que quejarse de lo imposible
La dedicación a la caridad
"Lo más triste es ser tan pobre que uno no tenga más que dinero," dice Yue-Sai sobre sus valores.
Con tal vocación decidió fundar una beca para estudiantes femeninas excepcionales en la universidad de Beijing y para los estudiantes chinos en el Colegio de Hunter, en la ciudad universitaria de Nueva York. "No soy muy rica, pero la caridad no sólo significa dar dinero", explicó.
Yue-Sai ha escrito muchos libros populares. Uno de ellos es Etiqueta para el Chino Moderno, en el cual explica los principios del estilo, la etiqueta y la belleza. Aclara que la fuente de la belleza no descansa en la riqueza, las maneras o una apariencia bonita, sino en un corazón sincero y amistoso, o el deseo de cuidar de los demás y la capacidad de poner en práctica los deseos.
Tras vivir en EE.UU. por muchos años y haber estado en muchos lugares, Yue-sai tiene experiencia en las diferencias a la hora de hacer caridad entre el Oriente y el Occidente. Al respecto dice: "descubrí que los norteamericanos son muy generosos. Es algo que no tiene que ver con ser pobre o rico. Lo cierto es que siempre disponen de algún dinero para estos fines, sean ricos o pobres. Se trata de un ambiente social a escala nacional que faltaba en China. Lo cierto es que hay mucha necesidad de caridad en China, y que se trata de una causa a largo plazo que necesita del apoyo de toda la sociedad. Siempre que haya personas dispuestas, se pueden hacer muchas cosas y aliviar de paso la carga del gobierno.
Sus mayores deseos son que la nación entera se llene de pasión, preocupación por el prójimo y cortesía, y que cada voluntario chino se preocupe por los demás y les hagan felices. Y concluye: “Dedicaré toda mi vida a hacer hermosos a los demás, con lo cual mi existencia será más plena.”