Un verano hace 39 años, Wu Dengyun, oriundo de la ciudad de Yangzhou, fue a trabajar al distrito de Wuqia, región autónoma uigur de Xinjiang, en el extremo occidental de la Meseta de Pamir, luego de graduarse en la Escuela Especializada de Medicina de Yangzhou. Dedicó todo su amor y energía al pueblo local, habitado por 43.000 personas de diversas minorías étnicas y donde la etnia kirguizia representa el 70 por ciento del total distrital.
En invierno de 1966, una mujer kirguizia que padecía de metrorragia funcional internó en el Hospital Popular del Distrito de Wuqia. Tenía la cara pálida, los ojos opacos y sudaba copiosamente a cada pequeño paso. Luego del chequeo, Wu decidió hacerle una transfusión de sangre. Sin embargo, ¿cómo podía darse el lujo de contar con un banco de sangre para un hospital tan rústico formado por varias habitaciones de adobe? Entonces, Wu decidió sin vacilación sacarse 300 mililitros de sangre para salvar a la paciente.
Durante los más de 30 años que lleva trabajando en el hospital, Wu hizo tonaciones de sangre en más de 30 ocasiones, con un total de 7.000 milílitro.
El pastor Maimaiti nunca olvidará la operación de transplante de piel que hizo Wu en su hijo. El 1.° de diciembre de 1971, el hijo de dos años de Maimaiti cayó en una hoguera mientras jugaba. Más del 50 por ciento de la piel quedó quemada. Durante más de 10 días y sus noches, Wu cuidó con toda dedicación al pequeño, hasta que éste rebasó el peligro de conmoción e infección. El paso siguiente fue curar la superficie afectada. Le quedaba muy poca piel sana y Wu daba por descontado sacar piel de otras partes del tierno cuerpo.
Cuando Wu dirigió su vista al padre del niño, Maimaiti se puso nervioso y no atenía a nada. Wu decidió sacar piel de su propio cuerpo, ante el desacuerdo de la enfermera que le asistía. Wu se aplicó el mismo la anestesia local. Sacó en total 13 tiras de piel de sus piernas y las reimplantó en el cuerpo del niño, que de esta forma se salvó y ahora tiene ya dos hijos.
En otoño de 1984, Wu asumió el cargo de director del Hospital Popular del Distrito de Wuqia. El mayor problema que enfrentaba era la escasez de médicos. Wu trazó un programa de diez años para formar médicos de la etnia kirguizia. Seleccionó en persona a candidatos de entre las clínicas de cantón y poblado. De día trabajaba en su oficina, de noche dictaba clases de chino a los estudiantes. Luego los envió al hospital de la región autónoma para perfeccionarse en la especialidad durante un año. Al regresar, les ayudó a elevar el nivel profesional. De esta manera, se formó un grupo de médicos kirguizios, que hoy representan el 70 por ciento del plantel del hospital. Antes, la apendicetomía significaba una gran operación quirúrgica para este hospital, que en la actualidad marcha a la vanguardia entre los hospitales fronterizos que pueden hacer todo tipo de operaciones quirúrgicas regulares.
El hospital está adornado por un gran jardín, lo que es realmente un milagro en un lugar donde “es fácil dar a luz un bebé pero difícil plantar y mantener vivo un árbol”. Después del gran terremoto ocurrido en 1985, el distrito de Wuqia fue reconstruido en las arenas del Gobi. Para ofrecer un buen ambiente a los pacientes, Wu planteó un proyecto de 10 años de reforestación. Dirigió a todo el personal del hospital en el acarreamiento de tierra del distrito viejo, recorriendo siete kilómetros, tras lo cual cubría el fondo de los hoyos para plantar árboles. Bajo su dirección, se cavó un canal de 12 kilómetros para traer agua de la montaña nevada. Con los esfuerzos de varios años, logró construir un hospital tipo jardín sobre el Gobi.
En 2001, Wu cedió su cargo del hospital y pasó a ser vice presidente de la Conferencia Consultiva Política del distrito. Sin embargo, no dejó de preocuparse por la construcción y desarrollo del hospital. Cada semana, trabajaba tres días en la conferencia consultiva y tres atendía a pacientes en el hospital.
En los últimos años, Wu fue escogido como trabajador modelo nacional, ciudadano de avanzada y excelente comunista. En fecha reciente, fue elegido como delegado al XVI Congreso Nacional del PCCh. Wu expresó: “Sólo cumplí con las obligaciones de un comunista, pero el Partido y el pueblo me dan tan alto honor. Tengo que trabajar más para no defraudar al Partido y al pueblo”.
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