El 18 de Septiembre de 1931 es un día inolvidable para el pueblo chino. El Incidente del 18 de Septiembre significó el inicio de la invasión armada a gran escala contra China por parte de los fascistas japoneses, y también el estallido de la guerra antijaponesa librada por el pueblo chino durante 14 años.
Todos los años conmemoramos este día, conscientes de la trágica e indeleble lección que esta página significó para el mundo. Debemos sacar enseñanzas de la historia, evitar la repetición de hechos como éstos y ayudar a la gente a encarar el futuro desde la altura de la paz y el desarrollo sano de la humanidad.
Para que la historia sirva de espejo hay que asumirla totalmente
Tras realizar la Restauración Meiji (desde los años 70 del siglo XIX hasta comienzos del siglo XX), Japón empezó a promover el camino de la agresión y la expansión hacia el exterior y a aplicar la tristemente célebre “política continental”, intentando anexarse a Corea, ocupar a China y dominar a toda Asia. El Incidente del 18 de Septiembre de 1931 fue otro importante paso del Gobierno nipón tras la Guerra Sino-Japonesa de 1894-1895, desencadenada por Japón, para ejecutar la “política continental”, desatar una guerra total en China y convertirla en su colonia. Durante los 14 años siguientes, Japón causó enormes pérdidas de vidas y propiedades a China: 35 millones de militares y civiles muertos y lesionados y 600,000 millones de dólares en pérdidas económicas, y, al mismo tiempo, los vastos territorios del bello país fueron hollados por la bota invasora de las fuerzas japonesas. Los imperialistas japoneses cometieron crímenes monstruosos contra el pueblo chino.
La actitud del Gobierno chino hacia este capítulo histórico es bien conocido por todos. La agresión imperialista japonesa no sólo acarreó una inmensa catástrofe a la nación china, sino también a otros pueblos asiáticos, además de acarrear grandes perjuicios al propio pueblo japonés. La máxima de “mantener vivo el pasado como forma de preservar las enseñanzas para el futuro” es una posición correcta para tratar los problemas históricos. Resulta lamentable empero que desde hace más de 50 años tras el fin de la guerra, las fuerzas derechistas de Japón nunca hayan cejado en sus actividades de revocar el veredicto de su agresión. Han fabricado intencionadamente mentiras, tergiversando la realidad histórica, embelleciendo la agresión, adulando a criminales de guerra y negando sus atrocidades. Este afán por ignorar los hechos se acentuó especialmente este año, cuando el Ministerio de Cultura japonés aprobó la nueva edición del libro de texto de historia que tergiversa groseramente la realidad agresiva. Además, varios políticos nipones, incluido el Primer Ministro, desoyeron el clamor de enérgica oposición de diversos países asiáticos y visitaron el Santuario Yasukuni en fecha cercana al 15 de agosto, con el objetivo de invocar las almas de Tojo Hideki y otros criminales de guerra de primera categoría. Sucesos como éstos han herido seriamente el sentimiento popular de los países que padecieron la agresión japonesa, provocando su indignación y poniendo en alerta a la opinión mundial.
La historia, ya dijimos, es un espejo. Al entrar en el nuevo siglo, sigue siendo preocupación generalizada en Asia el saber si Japón seguirá el camino de la paz o repetirá la historia del militarismo, por lo cual la región espera que los políticos perspicaces de ese país reflexionen profundamente al respecto.
Tomar a la historia como espejo ayuda a entender nuestro deber
China y Japón son vecinos separados sólo por una estrecha faja de agua. La promoción de las relaciones de buena vencidad y cooperación de los dos países no sólo responde a los intereses fundamentales de los pueblos, sino que también beneficia a la paz y el desarrollo de la región de Asia y el Pacífico. El Gobierno chino siempre concede importancia a las relaciones de paz, amistad y cooperación con Japón y, con los esfuerzos mancomunados de los políticos previsores, las relaciones bilaterales son en la actualidad sanas y estables en general. Sin embargo, no se puede pasar por alto que en Japón hay un reducido número de personas que se empeñan en revivir el cadáver militarista, mientras pagan bien con mal a China e interfieren en el desarrollo expedito de las relaciones chino-japonesas. Esto demuestra que Japón no ha logrado ajustar debidas cuentas con su historia de agresión ni ha reflexionado profundamente sobre la lección histórica. Por ello son inevitables, a tenor de este ambiente, la expansión de la fuerza conservadora en el interior del gobierno y la tendencia derechista en la política interna. Como víctimas de la historia, tenemos el derecho y la obligación de exhortar a las autoridades japonesas a que resuelvan en forma adecuada este problema en las relaciones bilaterales.
Al recordar este capítulo histórico, vemos con satisfacción que China ha logrado cambios titánicos. El pueblo chino, guiado por la importante teoría de la “triple representatividad”, está llevando adelante un gran renacimiento de su nación en el nuevo siglo. China, como país socialista floreciente y poderoso, se ha erguido en el Oriente del mundo. Los hechos históricos dejan constancia que los países atrasados, pobres y débiles suelen ser objeto de ataques. Hoy, al conmemorar el Incidente del 18 de Septiembre, precisamos de mantener una situación política estable, profundizar en la reforma, aumentar la apertura y centrar nuestros esfuerzos en la construcción económica, con el fin de hacer de nuestra patria un país más próspero y poderoso; además, debemos persistir en la política exterior independiente y de paz, abogar por el principio amistoso de buena vecindad, hacer amigos y oponernos a la hegemonía, con el propósito de crear un buen ambiente internacional para nuestra modernización y aportar a la paz y estabilidad de Asia y el mundo.
Tomar la historia como espejo permitirá colocar la mirada en el porvenir y asumir el futuro
En su visita a Japón en 1998, el Presidente Jiang Zemin pronunció un discurso titulado “Tomar la historia como espejo para iniciar el futuro” en la Universidad Waseda. Explicó el significado importante de resumir las experiencias y lecciones históricas y fomentar la amistad prolongada en el siglo XXI entre los dos países. Subrayó que sólo cuando se toma la historia como espejo, se puede asumir el futuro de manera correcta. La realidad histórica de la invasión del militarismo japonés a China no se podrá borrar. Japón debe perseverar en el camino de la paz y el desarrollo y no permitir jamás el resurgimiento de las corrientes y fuerzas militaristas en cualquier forma. Los pueblos de China y Japón, siempre que convivan armoniosamente, se respeten de manera recíproca, aprecien y salvaguarden las relaciones de amistad tradicionales arduamente conseguidas y eviten la reaparición de la tragedia histórica, podrán ser buenos vecinos y mantener su amistad de generación en generación.
La humanidad ya entró a pasos firmes en el siglo XXI. Alcanzar la paz duradera y crear la prosperidad común no sólo es la esperanza de todos los pueblos del mundo, sino también una corriente histórica irresistible. La gente puede confiar con razón en que si el Gobierno japonés observa estrictamente los principios de la Declaración Conjunta y el Tratado de Paz y Amistad chino-japonesés, toma la historia como espejo, tiene en cuenta los intereses más amplios, trata adecuadamente los problemas existentes entre los dos países, asume el futuro y pone los ojos en el porvenir, las relaciones chino-japonesas mejorarán en forma persistente, sostenida y sana y los dos pueblos serán amigos de generación en generación.