China es un país antiguo, vasto y populoso de Oriente. Su larga civilización ha hecho nacer 56 grupos étnicos hermanos que hoy habitan en su extenso territorio. Estos grupos, por sus entornos ecológicos y recorridos y antecedentes históricos diferentes, han desarrollado gradualmente sus lenguas, costumbres, culturas y religiones con peculiaridades propias, de modo que China se convirtió en un “país unificado multielemental compuesto conjuntamente por la etnia han como el grupo principal y las 55 etnias minoritarias”. Desde la fundación de la República Popular China en 1949, la unidad, la amistad y el intercambio entre las etnias les han permitido a todas y cada una de éstas lograr un desarrollo vehemente y continuo, gracias a lo cual el gran jardín que son las etnias se ha vuelto más bello, encantador y maravilloso.
El canto y la danza son cosas innatas para cualquier etnia. En tiempos remotos el hombre usaba sus extremidades para expresar sentimientos y transmitir técnicas y mensajes de la producción, hasta que dio por sentada una forma de interpretación artística compartida por todos, conocida como “danza”.
Debido a las diferencias de ambiente de vida, modo de producción, religión y cultura entre las etnias, lógicamente las danzas populares son distintas en cuanto al contenido, la forma, la cadencia y el estilo, pero al mismo tiempo son tan atractivas y variopintas que suman ahora hasta decenas de miles.
A juzgar por sus funciones, las danzas populares de las etnias pueden clasificarse a grandes rasgos en danzas de ceremonia (religiosas), danzas de entretenimiento, danzas protocolares y danzas de hazañas históricas (y también producción y trabajo). A medida del progreso de la ciencia, los visos supersticiosos desaparecieron cada vez más de las danzas, y las de ceremonia fueron transformándose en danzas de admiración y entretenimiento que gustan a las masas y han perdurado hasta nuestros días.
Cuando es una fiesta étnica, la gente, vestida de gala, con buenos deseos y plena sinceridad y entusiasmo, se junta a bailar. Su ritmo fuerte, su canto alegre y su pasión atraen la mirada de envidia de los mirones forasteros y ganan sus exclamaciones de elogio. Estas danzas de las etnias chinas, ya vigorosas o suaves, ya originadas de las ceremonias con sacrificios o en busca de compañeros o compañeras de por vida, y ya sean de cualquier tipo o etnia, despliegan desde distinto ángulo y a la perfección los profundos sedimentos culturales de la nación china de Oriente.
Estas danzas étnicas, llegadas de las montañas, bosques, ríos y lagos y estepas y con el hálito al aroma de la tierra, indudablemente regalan una infinita frescura y maravillas a las personas que han vivido y trabajado por largo tiempo en las ciudades, y al mismo tiempo, les permiten disfrutar el encanto exótico de las tierras lejanas.
(CIIC)
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