Danza con tambores de piel de cabra, la más antigua de la etnia Qiang
 

Las tumbas de los antepasados de la familia He, situadas en la aldea Madeng, distrito de Wenchuan, provincia de Sichuan, son el cementerio de la familia He de la etnia Qiang de la localidad.

Según los datos registrados, la cremación es la forma principal de la costumbre fúnebre de la etnia Qiang, que suele realizarse después de la puesta del sol. En la ceremonia de cremación, los familiares lloran sentados en los rededores y cantan en expresión de condolencia. Después, bailan mano a mano y patalean, suplicando a Dios que bendiga al difunto en el otro mundo. Los cantos y danzas terminan hasta la madrugada siguiente, con la sepultura de las cenizas. La “danza fúnebre” y otras danzas sacrificiales de la etnia Qiang son muy particulares.

Al mediodía, mujeres y hombres de la aldea y brujos, siguiendo a los miembros de la familia He, llegan unos tras otros al cementerio, rodeado de pinos y cipreses. Ponen objetos sacrificiales ante los sepulcros y esperan la llegada de la hora adecuada de la ceremonia.

Desde fuera del cementerio, viene un grupo de seis o siete brujos, que saltan al compás de los ruidos del tambor hecho con la piel de cabra. Los dirige un brujo que tiene en la mano un bastón sagrado y en la cabeza una gorra donde se colocan objetos sacrificiales. Después de ellos, sigue un brujo maestro, quien lleva puesta una gorra en forma cabeza de mono dorado y tiene en la mano garras de águila y otros objetos para expulsar los demonios. Todos tocan tambores y agitan garrotes y palos, así como otros instrumentos religiosos. Empiezan a bailar la “Danza de Mono Dorado” con el acompañamiento de tambores hechos con la piel de cabra y castañuelas. El brujo que lleva la gorra en forma de cabeza de mono dorado, a la hora de bailar, da instrucciones a los demás sobre cómo se debe bailar en la ceremonia. Cada brujo bailan en movimientos diferentes: unos agitan instrumentos rituales y se inclinan hacia distintas direcciones en señal de veneración, unos saltan hacia adelante o detrás alterando las dos piernas y otros dan vueltas en el mismo sitio. Todos recitan sin tregua conjuros y rezan oraciones para acompañar sus movimientos.

En la ceremonia de culto a los antepasados, el brujo maestro suele ponerse una gorra en forma de cabeza de mono dorado y toca un tambor hecho con la piel de cabra. Esta costumbre proviene de una interesante leyenda.

Dicen que antiguamente la etnia Qiang tenía su propia escritura. El fundador de la etnia dedicó enormes esfuerzos para registrar en las cortezas de abedul las escrituras sagradas obtenidas de Dios y los conocimientos sobre la vida humana, con el fin de conservarlos y transmitirlos a los descendientes. Una vez, en primavera, temiendo que se humedecieran, las sacó y extendió sobre las pendientes de la montaña. Pero una cabra se las llevó y se las comió. Cuando el fundador de la etnia volvía a recoger las cortezas de abedul, descubrió que ya habían desaparecido. Empezó a buscarlas por todas partes. En ese momento, un mono dorado le contó lo de la cabra y, desde entonces, el fundador de la etnia decidió encontrar a toda costa a la cabra y castigarla. Bajo la ayuda del mono dorado, logró matar a la cabra, despellejándola para hacer con su piel un tambor. Cada vez que el fundador de la etnia tocaba el tambor, aparecían ante sus ojos las escrituras registradas en las cortezas de abedul. Así, logró memorizar todas las escrituras y las transmitió oralmente a los brujos de la joven generación. De esta forma, ahora la etnia Qiang sólo tiene su idioma, pero sin escritura. Para agradecer al mono dorado, al morirse éste, el fundador de la etnia hizo con su cabeza y su piel una gorra, adornándola con pequeños espejos de cobre y conchas que servían para expulsar los demonios. Actualmente, el gorro en forma de cabeza de mono dorado es un indispensable objeto de culto a los antepasados en las ceremonias sacrificiales.

En las ceremonias de culto a los antepasados, el brujo maestro pone la gorra
en forma de cabeza de mono dorado, para expresar el respeto hacia el mono dorado y comunicarse mediante él con Dios. Además, las danzas de los brujos narran precisamente el cuento de cómo encontrar a la cabra criminal con la ayuda del mono dorado.

Además de las ceremonias de culto a los antepasados y la danza “El mono dorado busca a la cabra”, para contemplar la danza con tambores de piel de cabra, es necesario ir al cantón de Muka, distrito de Lixian, en el curso superior del río Mohe, donde se baila la danza “Bulazi”.

“Bulazi” también se baila con tambores de piel de cabra y es un tipo de danza de los brujos, quienes deben saber muchos conocimientos y las habilidades rituales. Sólo los brujos que dotan de conocimientos médicos, farmacéuticos y astrológicos y que son capaces de presidir las tradicionales ceremonias sacrificiales pueden bailar “Bulazi”. La gente Qiang les llama “Shibi”.

Para suplicar a Dios, cumplir los votos hechos o expulsar los demonios y epidemias, las familias Qiang suelen invitar a los brujos “Shibi” para que bailen el “Bulazi”. El número de brujos invitados y la magnitud de la ceremonia dependen de los recursos económicos de cada familia. En la danza, el tambor de piel de cabra es un instrumento indispensable y único para acompañar la danza. En el cantón de Muka, distrito de Lixian, dos hermanos “Shibi” son los mejores bailadores de “Balazi” por sus movimientos bonitos y elegantes.

En la danza, dos “Shibi”, vestidos de túnicas largas color azul claro, faldas plisadas blancas de lino y turbantes blancos en la cabeza, empiezan a bailar suavemente al compás de los tambores. En todo el proceso de la danza, están tan concentrados como si hubieran entrado en un mundo de nadie. Sus movimientos son graciosos, elegantes, imponentes y serenos. Cuando bailan los dos juntos, se mueven como las nubes y el agua corriendo; en la contradanza, hacen posturas graciosas y elegantes como mariposas que vuelan. Durante toda la danza, hacen templar sin cesar las dos rodillas y hacen complicados y variados movimientos, dando vueltas al tambor alrededor de la cabeza, doblando las piernas hacia la izquierda y derecha y moviendo las caderas, etc. A medida que se intensifica el ritmo del tambor, aceleran sus movimientos de forma ordenada, armoniosa y exacta. Todo el mundo queda admirado por su destreza y habilidad, porque cualquier bailarín profesional difícilmente podrá llegar a un nivel semejante.

(CIIC)

 
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