Según el refrán chino, las muchachas deben ser criadas en medio de la comodidad, y los muchachos preparados para enfrentar dificultades. Wang Jie analiza qué sucede con esta generación sobremanera mimada y si esta “ley de oro” necesita ser modificada.
En tiempos en que los mimados hijos únicos en China aún son bautizados como “pequeños emperadores” (y actualmente una cifra creciente de niños afeminados) y “pequeñas emperatrices”, algunos padres en las ciudades evocan la sabiduría antigua, al menos cuando de sus hijos se trata.
"Cuando estaba embarazada, escuché ese dicho a mi mamá", señaló Christine Liu, quien tiene un niño de tres años de edad. "Considero que es correcto. Un niño debe ser más responsable ante la familia y la sociedad, por lo que es mejor prepararlo para el futuro desde muy pequeño. En el caso de las niñas es diferente. Es mejor brindarles una vida más acomodada y relajada para que se conviertan en ‘princesas’ de modales apropiados y elegantes”.
La “bella" y el tenaz y disciplinado hombre de carácter componen el dúo tradicionalmente ideal. La literatura y la leyenda chinas, como las demás en el mundo, hablan comúnmente de hombres jóvenes pobres pero resueltos que luchan y no solo hacen el bien sino que se convierten en grandes hombres. Lo mismo no es verdad en el caso de las mujeres chinas, al menos en la leyenda y la literatura, pues de ellas se espera sean tranquilas, consideradas y de muy buen comportamiento.
Pero con el gran salto de China hacia la modernización y la prosperidad urbana, para muchos, la antigua sabiduría ha sido desechada por el sonido de una clase media que se enriquece y desea brindar a sus hijos las facilidades y ventajas que ellos nunca tuvieron.
Tanto los niños como las niñas en las ciudades han sido mimados, muchos excesivamente, y como resultado hay mucho más sobre las “muchachas materialistas” y especialmente de los muchachos que son débiles y amanerados –los padres han ido demasiado lejos, algunos dicen, al darle todo lo que desean-. Un completo “movimiento varonil” ha surgido para ayudar a los muchachos a recuperar el contacto con su lado masculino más fuerte.
"Los hombres son diferentes a las mujeres y deben ser más fuertes y duros", asegura la empresaria Bao Lifang, madre de dos hijos cuya familia administra una fábrica textil en Wenzhou, provincia Zhejiang. La ciudad es famosa por el alto número de empresarios.
"Estoy de acuerdo con que los varones reciban una mejor educación, pero no creo que deban llevar una vida relajada y lujosa desde tan pequeños, aunque la familia pueda permitírselo económicamente. He visto muchos ejemplos de cómo las familias ricas de Wenzhou arruinan el futuro de sus hijos al mimarlos demasiado”, precisa Bao.
"Si un niño no entiende la realidad de que la vida puede ser cruel y difícil, ¿cómo podrá enfrentar los problemas que se le presenten en el futuro y además proteger a su familia?", se pregunta. "Yo envíe intencionalmente a mi hijo mayor a un campamento de verano en las zonas rurales de las provincias Yunnan y Hubei. Debe ver cómo viven los demás para sentirse agradecido por lo que tiene".
Ronnie Pu, madre de un niño de 14 años de edad, coincide en que los varones deben endurecerse. "La educación actual en China se concentra demasiado en las calificaciones. Odio ver a los muchachos con cuerpos delicados y comportándose como mariquitas”. Es por eso que pagué las clases de tenis cuando mi hijo entró en la escuela primaria”, destaca Pu. Los deportes son una muy buena forma para desarrollar la masculinidad de los muchachos, agrega, alegre de que su hijo haya insistido en jugar tenis diariamente durante los últimos cinco años.
Según dice, las cosas materiales no son tan importantes en la educación de los niños, pero el cuidado y el entendimiento son fundamentales. “No sea tan severo, estricto y duro con su hijo, pues ese no es el verdadero significado de una crianza ‘dura’. Busqué mi propia manera para explicarle cómo superar los problemas y dificultades con su propio esfuerzo".
Ese concepto del "amor fuerte" para con los varones tiene un largo camino por recorrer, pero también tiene sus adeptos, y muy pocos padres jóvenes manifiestan que no desean que sus hijos se conviertan en personas demasiado blandas y dependientes. En cuanto a las niñas, el antiguo adagio sobre un ambiente protector y cómodo parece ser verdad y muchos padres incluso se pasan al presentarles a sus hijas las mejores cosas de la vida para que no aspiren a menos cuando se casen.
"En ese antiguo refrán sobre la tranquilidad para las niñas y el rigor para los niños, realmente compadezco al niño mismo y al padre de la niña”, declara Rong Jian, jefe(a) de finanzas de una compañía china. "Rico o pobre, el niño tiene que sufrir mucho dolor para convertirse en un hombre hecho y derecho. Sin embargo, el padre de la niña tiene que gastar el dinero sin escatimar para que su hija se convierta en una ‘bella’”.
Según Rong, uno de sus compañeros de escuela gasta unos 10.000 yuanes al mes en su hija de 10 años, en el pago de ropa y clases, tales como piano, pintura, caligrafía y tenis.
"La familia la lleva frecuentemente a cenar a restaurantes de lujo para que experimente la vida de los ricos", dice Rong. "A veces la cena cuesta una tercera parte del salario de su padre. Intenté convencerlo de que era algo completamente innecesario, pero me respondió era esencial, o de lo contrario su hija podría sentirse atraída por un playboy que la seduciría fácilmente con vestidos fastuosos y champán".
La idea de esa familia no es usual, especialmente en una época en que las personas están en busca de la comodidad material. Muchas jóvenes admiten abiertamente que desean casarse con un hombre rico y consideran la riqueza como un elemento esencial.
Los padres que creen en la “crianza rica” para sus hijas piensan que ellas deben “ver lo mejor, saborear lo mejor, usar lo mejor y conocer lo mejor”, de manera que no se dejen engatusar por un hombre que les ofrezca menos. "Cuando nuestra familia sale de viaje, mi esposo y mi hija se visten muy elegantes, pero yo no. A veces me siento como una ayi (empleada doméstica)”, dice la ama de casa Wu Ying. "Estoy tan ocupada con la vestimenta de mi hija que me queda muy poco tiempo y dinero para mí misma. No es capaz de imaginar el papel de una madre detrás de una pequeña princesa".
La sicóloga Feng Yalan subraya que el antiguo adagio sobre criar a las niñas para una vida de tranquilidad y a los niños para enfrentar dificultades no se corresponde con la realidad actual. "No deberíamos usar palabras como ‘rico’ o ‘pobre’ en la educación familiar", establece. "Lo fundamental es prepararlos para sobrevivir en el mundo real”.