Por Zhao Qiguang

El Instituto Confucio, inaugurado hace ocho años, es una nueva oleada global de interés por el idioma chino (Putonghua). Actualmente, la sociedad china reconoce la fuerza cultural del confucianismo, y el nombre de Confucio aparece constantemente en el contexto de la cultura china.

Pero este punto de vista carece de equilibrio. La cultura china incluye no solo al confucianismo, el cual se centra en las relaciones humanas, sino también al taoísmo, que considera a la naturaleza como centro, y muchas otros pensamientos filosóficos. Desafortunadamente, el estado actual de los clásicos chinos hace excesivo énfasis en el confucianismo, pese a que esta no es la única ideología dentro de la nación.

En el revuelo moderno, debemos escuchar cuidadosamente los pasos de los filósofos antiguos. Debemos redescubrir la sabiduría de nuestros ancestros en material de serenidad, salud y longevidad. Los antiguos estudiosos chinos ambicionaban la paz del mundo, pero no solo tenían ideas mundanas. Pasaban mucho tiempo apreciando la belleza de la naturaleza y la cultura. Ellos reajustaban constantemente sus posiciones en el mundo, y pensaban sobre sus vidas física y mental.

Este es el resultado de la combinación armoniosa del confucianismo y el taoísmo. Los confucianistas desean controlar la familia, el estado y el mundo, mientras que los taoístas toman la salud del ser y la armonía con la naturaleza como su principal labor. El mundo moderno está lleno de cosas materiales y, al mismo tiempo, las personas llevan una gran carga con el trabajo, los hijos y las cosas materiales.

La filosofía taoísta tiene numerosas aplicaciones modernas. Las personas modernas pueden encontrar gran relevancia en sus ideas de proteger la naturaleza, promover la salud mental, la crítica al materialismo, la estimulación de la economía de bajo carbono, el respeto por la mujer, y así sucesivamente. Todo esto puede conformar las bases del nuevo renacimiento chino e inspirar a los occidentales a hacer su parte también, despertando al mundo de la pesadilla de su crisis económica y espiritual.

El taoísmo debería tener un mercado mucho más amplio en el mundo actual, pues se hace eco de muchas ideas contemporáneas, tales como la defensa del medio ambiente, el feminismo, la justicia económica, pero con profundas lecciones que pueden ser aceptadas en la sociedad moderna.

Para promover el taoísmo no basta con traducir y anotar el Daodejing (Tao Te Ching), cuyas primeras líneas recuerdan que "El tao que debe promulgarse no es el tao eterno”. Así, Lao Tsé, semimítico fundador del taoísmo, no creía que el lenguaje fuese el único medio de comunicación. La clave de la comunicación transcultural es hablar el idioma de los demás. Cuando exportamos la cultura china al mundo, debemos hacerlo mediante un idioma más universal o expresiones que van más allá del lenguaje.

Como las artes marciales solían practicarse y representarse en las calles de la antigua China, existe un refrán que reza “Es una representación pobre si los maestros solo hablan y no actúan, es una representación estúpida si actúan pero no hablan, en tanto en una verdadera representación actúan y hablan”.

Las conexiones entre el Este y el Oeste pueden ser más fácil de hacer con el poder blando de las conexiones culturales que el poder duro de la fuerza. Como Lao Tsé dijo sabiamente, “el suave simpre derrata al duro”.

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