Por Cai Hong (China Daily)
El primer Informe Mundial sobre la Felicidad, publicado por el Instituto de la Tierra el mes pasado, fue solicitado por las Naciones Unidas para su Conferencia sobre la Felicidad. Una vez más quedó demostrado que los países más felices están todos en el norte de Europa, con Dinamarca a la cabeza, seguido por Finlandia, Noruega y los Países Bajos.
China ni siquiera aparece entre los 100 primeros, lo cual no resulta una sorpresa si se tienen en cuenta los parámetros usados para juzgar la calidad de vida de un país: salud, educación, vivienda, medio ambiente, empleo, comunidad, equilibrio trabajo-vida e ingresos.
Respecto al equilibrio trabajo-vida, los trabajadores chinos laboran un promedio de 8,66 horas diarias, según una encuesta realizada este año conjuntamente por la Universidad de Beijing y la compañía de recursos humanos zhaopin.com. En Finlandia trabajan 7,5 horas diarias, según la organización de Cooperación Económica y Desarrollo.
Con aproximadamente 7,9 billones de dólares estadounidenses, China está involucrada en más de una décima parte de toda la economía global. Pero, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, nuestro producto interno bruto (PIB) per cápita, de 9.143 dólares, ocupa el lugar 91 a nivel mundial el presente año. Está claro que tenemos un largo camino por recorrer antes que nuestra economía alcance el nivel de Estados Unidos y otros países desarrollados.
Y pese a que los chinos tenemos una cifra de ahorros significativamente mayor que los daneses, por ejemplo, somos claramente menos felices cuando analizamos todos los parámetros utilizados para medir la felicidad nacional. Cuando se trata de felicidad, los daneses son excepcionalmente felices, liderando los estudios mundiales al respecto durante varios años de forma consecutiva.
Aunque los países más felices tienden a ser ricos, y los pobres a ser menos felices -Togo, Benin, República Centroafricana y Sierra Leona aparecen al final de la lista-, el informe explica que la felicidad no tiene que ver únicamente con el dinero.
Mientras que los altos ingresos pudieran incrementar la felicidad hasta cierto punto, la búsqueda de más dinero puede realmente reducir la felicidad de una persona. Aunque puede ser bueno tener más dinero, ansiarlo no lo es tanto. Como explica el informe, los "psicólogos han comprobado repetidamente que los individuos que se interesan sobremanera en tener mayores ingresos son por lo general menos felices y vulnerables a otros problemas psicológicos que aquellas personas que no ansían mayores ingresos”.
En los últimos años, economistas y sociólogos han impulsado nuevas formas para medir los éxitos económicos y sociales de los países, pues consideran que las medidas como la del PIB no resultan suficientes para reflejar las circunstancias reales de un país.
El primer Informe Mundial sobre la Felicidad refleja una nueva demanda global de prestar mayor atención a la felicidad. Mientras China es cada vez más rica, el gobierno debe pensar en compartir los beneficios del meteórico ascenso nacional equitativamente entre sus ciudadanos y buscar medidas políticas que los hagan más felices.
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