（SPANISH.CHINA.ORG.CN) - El público abarrota la sala de conferencias de la Universidad de Tsinghua. Más de 200 espectadores se acomodan como pueden para ver la actuación de un comediante sencillo, en vaqueros, que se presenta así: “Me llamo Huang Xi, Huang de Huang gua (pepino), Xi de Xi gua (sandía)”; y estalla la risa entre el público.

Nacido en el noroeste de China, Huang se estableció en EE.UU., donde ganó un concurso de monólogo y se convirtió en una estrella de la comedia en el show televisivo de David Latterman, uno de los programas con mayores índices de audiencia del país. Hoy tiene más de 2.000 fans en Facebook, mientras que en Weibo, la red social china, sus admiradores sobrepasan los 220.000.

En un encuentro con periodistas estadounidenses, en 2010, hablando en inglés con el acento de su pueblo, Huang hizo reír a muchos bromeando sobre su nombre: “Al escuchar mi nombre, mucha gente reacciona ´¿quién?´ (en inglés, ´who´ que se pronuncia igual que su apellido), porque en realidad lo que escuchan es el apellido de mi madre y también la respuesta a la pregunta de seguridad de mi tarjeta de crédito”.

Todo el público, incluido el vicepresidente de EE.UU., Joe Biden, se rió golpeando la mesa y se puso de pie para aplaudir al cómico chino. Luego Biden le dijo en tono de broma: “Cuando seas famoso, no digas a la sirvienta ´who´ si te dice que yo llamo a tu puerta”.

Sin embargo, el chino que hoy hace reír a los políticos estadounidenses no descubrió su sentido del humor hasta hace poco tiempo, cuando ya era bastante mayor. No fue un buen estudiante durante su niñez, por lo que estuvo muy cerca de convertirse en un trabajador de caldera. Luego se esforzó tanto que llegó a graduarse de doctor en bioquímica y comenzó a trabajar en un laboratorio, vestido de blanco, estudiando cómo luchar contra el cáncer. Incluso, obtuvo una patente por su descubrimiento de la génica de un tumor.

Al principio de su estancia en EE.UU., inyectaba ADN a más de 400 huevos de rana. Mientras esperaba el resultado, mejoraba su inglés escribiendo artículos que presentaba en la revista de la escuela. Uno de sus textos “Mi infructuosa vida de amor en la Uni demuestra lo injusto de la xenofobia” causó sensación entre los estudiantes. Uno de sus compañeros de estudio le dijo palmeándole en el hombro: “¡Parece que los asiáticos también tienen el sentido de humor!”

Observando las caras de sus compatriotas, Huang se percató de que nunca han faltado chinos en el campo académico de EE.UU., no así en el humorístico, en el que todavía no había aparecido ninguna voz de la primera generación de inmigrantes chinos.

Entonces el doctor en bioquímica comenzó a dedicarse al humor. Hoy la prensa estadounidense lo considera “un comediante que cuenta chistes inteligentes”.

Andaba siempre con un cuaderno en el bolsillo, para anotar por lo menos 10 anécdotas al día. En la primera página de esa libreta se puede leer: “Fracasar a menudo es una forma de lograr el éxito lo antes posible”, su frase favorita. “Ya no escribo en papel”, declaró seriamente al Diario de la Juventud de China, “porque tengo iPhone”.

Su hijo es uno de sus fans. “Papá, te ves muy divertido”. Escribe el niño de cuatro años en la página de inicio de su blog. Pero a veces se preocupa un poco por la gran atención mediática que recibe. Ante un artículo que le describía como “poco atractivo por su apariencia”, el padre de Huang le dijo: “No te preocupes, hijo, no todas las personas de éxito lucen guapas”.

Sea como sea, Huang olvida todas sus preocupaciones cuando está frente al público. No dejaré de contar chistes hasta los 72 años.