Debido a la proximidad geográfica de su país, desde hace 20 años las “novias vietnamitas” empezaron a entrar en las provincias chinas de Guangxi, Guangdong y Fujian. En aquel entonces, Vietnam no había emprendido aún las transformaciones que favorecieron una mayor apertura hacia el exterior, a diferencia de China, que unos años antes había iniciado la aplicación de la reforma y apertura.
Fue esta la razón por la que algunas chicas vietnamitas comenzaron a soñar con contraer matrimonio con hombres chinos. Como resultado, los campesinos de las zonas pobres de Fujian, Guangxi y Guangdong que no encontraban novia debido a la pobreza o las enfermedades, vieron una esperanza. En medio de esta relación especial entre “la oferta y la demanda”, las novias vietnamitas se fueron convirtiendo en un mercado.
Las jóvenes del vecino país solo debían cumplir una condición, tener garantizada la comida. Para los pobres campesinos chinos, en cambio, era una excelente noticia que las chicas que pretendían no pusieran “ningún requisito”. Eso facilitó las cosas a los traficantes ilegales que se dedicaban a la compraventa de seres humanos.
Recientemente se fundó en la provincia de Zhejiang una empresa dedicada a la “compra grupal” de “novias vietnamitas”, que abrió una nueva página en un sector que está llegando a su fin.
Las “novias vietnamitas” de hace 20 años no tuvieron la misma suerte que las de hoy. Antiguamente, las muchachas solo podían casarse con los campesinos pobres chinos de mediana edad o mayores. Muy pocas tuvieron la suerte de contraer matrimonio con chinos jóvenes o ricos y como entraban al país de manera ilegal, no tenían residencia ni podían casarse formalmente ni registrarse en la policía local, que no concedió mucha importancia a su presencia, al tiempo que los chinos aceptaban su estatus. Muchas de ellas se integraron poco a poco a las costumbres y cultura locales y aprendieron el idioma chino.
Para la mayoría de las mujeres vietnamitas, contraer matrimonio con un chino es una felicidad, pues los campesinos chinos son personas de una visión rica, lo que unido a la propaganda exagerada de los traficantes hizo que cada día fueran más las mujeres vietnamitas que soñaban con casarse con un chino.
Pero muy pocas de las que llegaron a sellar nupcias con un chino han tenido una vida feliz y la mayor parte de ellas reconoce haber experimentado el sufrimiento. Muchas no pueden volver a su patria por la pérdida de la libertad personal o la falta de dinero y otras, incluso, cortaron todo vínculo con su “familia de origen”. No obstante, hay experiencias peores, como las de las que enviudaron, sus maridos fueron encarcelados o simplemente fueron abandonadas. Como consecuencia, no tuvieron más remedio que contraer matrimonio 5 ó 6 veces y persistieron en quedarse en China.
El “matrimonio internacional” desarrollado en el comercio fronterizo ilegal chino-vietnamita no tiene una base sentimental, sino que obedece a las reglas propias de los negocios. Esos elementos determinan las anomalías que se aprecian en este tipo de relación conyugal.
Sin la estancia y el matrimonio legales, la pesadilla de estas mujeres comienza en el momento justo en que se casan con los chinos. Después de comprender su situación real, algunas empezaron a confabularse con los traficantes ilegales chinos para engañar a sus hermanas o a otras jóvenes a cambio de dinero. Aunque se sepan engañados, los campesinos chinos no se atreven a denunciar a los traficantes ante la justicia, lo que contribuye a que las falsas uniones maritales de las “novias vietnamitas” continúen aumentando en Fujian, Guangdong y Guangxi.
Debido a su bajo precio, las “novias vietnamitas” han sido siempre la primera opción de los campesinos pobres chinos y probablemente el departamento encargado de llevar los registros matrimoniales en la parte china no domine la cifra exacta de las mujeres de Vietnam que viven en el país en estas condiciones.
Aceptadas por el Gobierno chino o no, las “novias vietnamitas” se han convertido en una parte del matrimonio rural de China y madres de “niños chinos”, un elemento que no debe pasarse por alto. El Estado tiene dos opciones, o establece una ley que permita legalizar su situación a estas personas o las envía de regreso a su país. Pero si sigue ignorando este fenómeno, habrá más “novias vietnamitas” que entrarán en China de manera ilícita, provocando más engaños y tragedias en las zonas rurales del sur del país.