Suicidios en el corazón de la alta tecnología
Foto: Trabajadoras ensamblan piezas de artículos electrónicos en una factoría.
La empresa taiwanesa Foxconn es responsable de la fabricación de equipos de alta tecnología de Apple o Dell, entre otras marcas conocidas, en su factoría de Shenzhen, al sur de China. Desde enero, se empezaron a producir suicidios entre los empleados de la compañía. Muchos se quitaron la vida, otros resultaron gravemente heridos.
Los casos implicaron a más de una decena de personas, la mayoría jóvenes migrantes llegados de otras provincias del país a la próspera ciudad para ganarse la vida y que vivían en el recinto de la fábrica y cuyas vidas se limitaban a trabajar en la factoría, comer y dormir.
La gravedad y el número de casos despertaron la conciencia del país sobre las condiciones laborales de muchos trabajadores en el país, la mayoría de los cuales deben llevar una vida llena de privaciones, con horarios laborales interminables, sueldos ínfimos y una gran presión.
Los suicidios derivaron en protestas de los empleados, que denunciaron las malas condiciones de trabajo y alojamiento en la factoría. La compañía taiwanesa se vio desbordada por la relevancia mediática de la noticia; Apple rechazó cualquier implicación con las supuestas circunstancias de explotación en las plantas donde se ensamblan sus productos.
Como respuesta, Foxconn decidió aumentar el sueldo de sus empleados y hacerlos participar en terapias psicológicas colectivas y otras actividades para potenciar lazos afectivos entre los trabajadores.
El éxito de las protestas pareció cundir y el país se vio salpicado por una serie de huelgas de trabajadores en fábricas, principalmente de compañías extranjeras, como Honda, reclamando aumentos salariales.
Estos hechos parecen haber sensibilizado a la opinión pública china sobre sus derechos laborales y la necesidad de mejorar las condiciones de trabajo en un país que constituía una fuente incalculable de mano de obra barata y al que las empresas acudían como moscas para beneficiarse de los bajos costos laborales, la falta de sindicatos y la laxitud de la legislación laboral. Al menos había sido así hasta ahora.