Empleadas del hogar filipinas cargan con cajas de ropa y comida en una calle central de Hong Kong antes de enviarlas a sus familias. Las remesas de las empleadas filipinas en el extranjero son una parte importante de la economía del país. |
Una de las residencias a las que no afecta la normativa es la de una diplomática europea en el distrito de Shunyi que ha preferido no ser identificada. La funcionaria decidió contratar a una empleada del hogar filipina cuando la destinaron a Beijing en 2006, recordando las bondades del servicio doméstico filipino de la época en que estuvo trabajando en este país del sudeste asiático. La funcionaria comenta que “son muy fiables, porque sus estándares son similares a los europeos. Vemos las cosas de la misma manera”, y añade que “el ingles es también una ventaja, porque es más fácil comunicarnos”.
En efecto, el inglés es de uso diario en Filipinas y la lengua en la que se enseña en las escuelas. Además, muchos de los filipinos que trabajan en el extranjero son de hecho graduados universitarios, desde profesores hasta enfermeras, ingenieros, y profesionales de IT, que aceptan trabajos poco cualificados para conseguir mejores salarios y con ello mejores condiciones de vida para sus familias. No en vano, las remesas de divisas que envían los trabajadores filipinos en el extranjero a su país constituyen al menos el 10 por ciento del producto interior bruto del país, de acuerdo con los datos del Banco Central filipino.
En los últimos cuatro años, Judy, como se llama la empleada de la diplomática entrevistada, ha pasado a ser mucho más que la señora de la limpieza y la cocinera de la casa. Se ha convertido prácticamente en parte de la familia, de forma que le han ofrecido trasladarse con ellos a su próximo destino a finales de año. Esta excepcional relación entre empleada y empleadores ha llevado también a otros cinco compañeros de la diplomática a emplear a trabajadoras filipinas en sus hogares.
La posibilidad de contratar a mano de obra extranjera parta el hogar en la China continental es hoy en día un privilegio de diplomáticos y empleados de organizaciones internacionales como las Naciones Unidas o el Banco Mundial, tramitando los visados de trabajo para sus empleados domésticos extranjeros directamente con los correspondientes departamentos según algunas fuentes.
Para intentar reducir las diferencias entre unos y otros, las agencias de contratación del sector en Beijing están impartiendo a sus aspirantes chinos clases de inglés, cocina, cuidado de niños y limpieza. Phil Fan, responsable del Servicio de Empleadas del Hogar de Beijing, empresa fundada en 2002, inició el programa de entrenamiento en inglés en 2008, después de darse cuenta de que se estaba dando un fuerte aumento de la demanda de trabajadores del hogar con estas habilidades, especialmente dado que el 80% de sus clientes en los últimos ocho años han sido extranjeros. De forma interesante, además, Fan explica que en parte fueron las propias ayis las que solicitaron aprender inglés, ya que saben que es un componente importante de sus curriculums.
Y es que, para las trabajadoras chinas, saber inglés supone un salario mensual de unos 3.000 yuanes, un 35 por ciento más de lo que ganarían si no hablaran inglés. Además, comenta Fan, “esperan tener la oportunidad de desplazarse al extranjero con sus empleadores”. Hasta el momento, 300 ayis en Beijing han asistido ya a su curso de inglés, de dos meses de duración.