Según informaciones aparecidas en la
prensa, el Estado va a invertir más de 29 millones de yuanes para
crear un centro de investigación sobre la cría y procreación
artificial de la gamuza, y para reservar unos terrenos que sirvan
de base para el pastoreo de este animal. El centro verá finalizada
en 2005 la construcción de su edificio y la compra de las
instalaciones necesarias. Desarrollará actividades de investigación
básica sobre la procreación del animal tibetano a nivel biológico
así como de su aplicación fundamental. Aplicará la tecnología para
hacer uso de los recursos propios de ese animal, y realizará una
industrialización a base de los frutos obtenidos en la
investigación. De momento para este proyecto se ha consumado el
proceso de selección de la sede del centro. Unos días después,
también llegan a la provincia de Qinghai noticias al respecto.
Informaciones de uno y otro lado dan
como clave la disposición o tendencia a la cría en cautividad de la
gamuza, y sin embargo, tal proyecto, de llegar a ponerse en
práctica, acarreará una nueva crisis para la subsistencia de los
antílopes. Entre tanto, la Dirección de Silvicultura proclama
últimamente que ninguna autoridad estatal ha estudiado y ni mucho
menos ha ratificado el establecimiento de tal o cual centro para la
cría o la procreación del animal tibetano.
En el plano internacional, el
principio para la protección de los animales salvajes consiste en
proteger las regiones de permanencia de este tipo de animales,
restringir y terminar con su compra y venta, contribuyendo así a la
diversificación de los seres vivos y a la mejora de las condiciones
ecológicas. No obstante, algunas personas del país consideran a los
animales silvestres como recursos naturales, y optan por
domesticarlos y luego procrearlos, sosteniendo que el hecho de
protegerlos es para hacer uso de los mismos. Este punto de vista
quizás hubiera sido conforme a ciertas condiciones del país de hace
unos diez años, pero ahora, cuando los animales de esa índole se
encuentran cada vez más al borde de la extinción, y con la
dificultad añadida de tener que acabar con la caza ilícita de los
animales salvajes y con el abuso de su consumo alimenticio, nuestro
país ya ostenta el mayor mercado, en el Sudeste de Asia, para el
consumo de dichos animales, todo lo cual no sólo agrava la
situación de escasez de los animales silvestres como recursos
naturales, sino que también agrava el vil hábito de consumir los
mismos, produciendo de este modo efectos negativos a nivel
internacional.
El doctor Zhang Endi, delegado chino
de la Sociedad Mundial de Protección de los Animales Salvajes
(WCS), se siente inquieto respecto a la cría en cautividad del
animal tibetano. Dijo en una ocasión que el mantón de lana shatoosh
no sirve para la protección del frío, sino más bien representa un
símbolo de riqueza y de alta posición de las damas de occidente. Y
preguntamos, ¿por qué a costa de la vida de una especie animal?
Al hablar del desarrollo de la cría
y procreación de los animales de índole silvestre, tenemos el
ejemplo del almizcle. Los gastos para conseguir éxito al respecto
son muy elevados, pues el rendimiento resulta ser muy limitado: a
saber, un almizclero macho rinde anualmente unos diez gramos de esa
sustancia. En el presente, el rendimiento global de almizcle por
año en China es de algo más de 20 kilogramos, mientras que la
demanda total de parte de las fábricas de medicinas es de 400
kilogramos. La demanda de tanta cantidad, junto con el beneficio
consecuente, provoca la caza de contrabando de los almizcleros
silvestres, y como resultado de ello, el número de los almizcleros
silvestres está disminuyendo drásticamente.
Puede que no sea muy difícil
conseguir la subsistencia de los almizcleros, antílopes u otros
animales de índole salvaje, por medio de su cría y procreación en
cautividad. Lo que inquieta a los especialistas radica en las
acciones que intenten sacar beneficios de los animales. Nuestro
país observa estrictamente las diversas estipulaciones de los
pactos dirigidos contra los negocios en los que se vean envueltos
animales y plantas que estén al borde de la extinción. Las medidas
como por ejemplo un almacenaje hermético de los huesos de tigres
muertos y el bloqueo riguroso contra todo acto de negocios o en
provecho de los mismos para elaborar medicinas, tienen por objeto
cumplir los compromisos pertinentes para evitar la compra-venta de
los restos del animal, pues “donde haya este negocio, habrá matanza
de los propios animales”.
Afortunadamente, como afirman los
funcionarios responsables de la Dirección de Silvicultura, el
Estado no ha estudiado ni ratificado la implantación de ningún
centro destinado a la cría artificial de la gamuza: únicamente
cierta gente, al presentar unos informes al respecto, lo pusieron
de manifiesto en los medios de comunicación. Si dicha Dirección
hubiera ratificado ese proyecto, lo habría consultado ampliamente
con los especialistas y lo habría sometido previamente a una
discusión y verificación. Mucha gente aún recuerda que en la
reunión de protección de la gamuza en las provincias de Xinjiang,
Tíbet y Qinghai, reunión celebrada en agosto del año pasado, ya se
proclamó con énfasis el principio en contra de la cría encerrada de
animales silvestres.
Según un punto de vista general en
el plano internacional, las investigaciones científicas al respecto
deben realizarse in situ.
El especialista Wang Song, miembro
del grupo encargado de la seguridad ecológica y subordinado al
Comité de saneamiento del medio ambiente del país y del desarrollo
de la cooperación con el exterior, dijo en una ocasión que de
ningún modo se comprende por qué en muchas regiones de protección
de la naturaleza se proyecta establecer centros para la procreación
de animales. Según las noticias, en la provincia de Yunnan aún
plantean instituir ocho centros para la cría y procreación y
subsiguientes estaciones de auxilio. De hecho, las regiones de
protección de la naturaleza han delineado las esferas animales y
vegetales; con tal que se logre aplicar la protección ecológica,
prohibir la caza ilícita y disminuir los disturbios por parte del
hombre, los animales y plantas de ahí se procrearán y crecerán como
es debido.
Zhang Li, delegado chino en la
Fundación Internacional de Protección de los Animales (IFAW) a su
vez toma el elefante como ejemplo, explicando que los elefantes
hembras llegan a su madurez a la edad de 10-14 años, mientras que
el período de preñez dura 22 meses, de aquí la gran dificultad de
la cría artificial. Hasta ahora, el jardín zoológico de Shanghai es
el único que ha obtenido éxito en la procreación de dos elefantes.
Para el elefante de Asia, lo más necesario es conseguirle el
terreno de permanencia, es decir, un medio ambiente para vivir,
vías que faciliten su mover y remover, en vez de los cotos, límites
y divisiones, puestas a fuerza de la ubicación de los poblados,
tierras de cultivos y carreteras. De poder resolver apropiadamente
el problema del conflicto entre el hombre y el animal, se podrán
indudablemente restaurar las necesarias condiciones para la
subsistencia libre y salvaje de los elefantes de Asia.
Wang Song se muestra muy preocupado
porque apenas logran recuperar unas condiciones necesarias para la
existencia de la gamuza y otros animales silvestres: no pueden
estar exentos de graves peligros, tales como las acciones de
minería y construcción de carreteras y la caza de contrabando, que
amenazan con anular el alcance del nivel deseable de condiciones
necesarias para la existencia de los animales de esa índole.
Según Zhang Li, para algunas
especies animales, expuestas al peligro de extinción o desamparadas
frente a la subsistencia, no se excluye la modalidad de traslados
con el propósito de protegerlas y salvarlas en calidad de especie
de ser vivo. Sin embargo, para la gamuza como animal dotado de muy
fuerte vitalidad, la medida más eficaz para su protección es acotar
severamente toda actividad de negocios con ese animal, combatir la
caza ilícita, así como salvaguardar los terrenos para su
permanencia. No es necesario por nada del mundo ayudarlos en la
cría y procreación. Tomamos el caso de referencia del oso panda, el
oso pardo, el tigre y el leopardo: una vez crecidos, estos animales
ya no pueden volver a la naturaleza, pues perdiendo la capacidad
para vivir la vida salvaje, no se adaptan al medio natural.
Como lo indican muchos especialistas
eruditos, para la investigación sobre una especie animal lo
importante es conocer su naturaleza original, esclarecer los
efectos causados por el desamparo y, basándose en esto,
proporcionarle una protección bien orientada. Es preciso estudiar,
por ejemplo, el porqué del recorrido a gran distancia (de mil
kilómetros) y en masa, de los antílopes y aún precisamente en el
período de procreación o el de parto. ¿Cuáles son los límites de su
adaptación a los cambios ecológicos, las condiciones fundamentales
para la permanencia y las influencias que imparten las
circunstancias de pradera, corrientes glaciales, cambios de clima,
etc.? No se trata de una simple acumulación de informaciones a
nivel biológico, por lo que se requiere una labor ardua y
permanente in situ de los propios científicos, y nada es fruto de
laboratorio alguno. En nuestro país se ha logrado desplegar
ampliamente la ganadería, sin necesidad de explotar la empresa de
la cría de antílopes como si fuera una nueva especie, sobre todo
cuando se enfrentan como hoy a una situación delicada para su
subsistencia; lo preferible sería invertir esta gran suma de fondos
en la protección de los terrenos de permanencia del animal.
El doctor Bi Weilin, encargado de
los proyectos chinos como inclusión de los trabajos de la
Internacional de Protección de los Animales Silvestres (FFI), una
vez me dijo que en la condición de la altiplanicie, bajo el crudo
frío y con escaso oxígeno, la gamuza fue adaptándose a un medio
ambiente extremadamente duro para existir, lo que ha llegado a
formar una ley ecológica específica para la vida de dicho animal.
El trasfondo ecológico de la existencia de esta especie animal es
muy complicado, y presenta diversos enigmas por descifrar: la cría
artificial no puede satisfacer la necesidad de acometer dos veces
al año el recorrido emigratorio; una hembra tiene que cumplir tres
años para llegar a su madurez, carácter distinto que el de la cabra
y la cierva doméstica que sólo necesitan un año para ello; pese a
lo alto del terreno y a la escasez de oxígeno, los antílopes corren
muy rápido, y no es fácil recogerlas para la esquila como se hace
con los camellos salvajes.
El Sr. Bi como especialista
norteamericano hizo siete incursiones a fondo en las regiones de la
gamuza, para indagar sobre el status de existencia y procreación
del animal, y junto con los especialistas chinos que trabajan en
las regiones de protección y en las instituciones de investigación
científica sobre el medio ambiental de la región autónoma uigur de
Xinjiang y el doctor Sharler de la WCS, siguió las huellas de los
antílopes en su curso de emigración, a lo largo de Qiangtang de
Tíbet hasta la montaña Altun, de la montaña Kunlun de Xinjiang
hasta Hoh Xil de Qinghai, y de Hoh Xil hasta la cumbre Mustag,
realizando unas tras otras arduas inspecciones científicas,
recorriendo una trayectoria de decenas de miles de kilómetros.
El Sr. Bi aún afirmó que como las
actividades y hábitat de la humanidad ya cubren la gran mayoría del
globo terrestre, es preciso dejar unas altiplanicies a la gamuza
para su libre existencia. En este momento en que ni siquiera
podemos controlar la caza furtiva ni recuperar las condiciones
estándar para la existencia de los animales silvestres, es motivo
de gran inquietud pretender establecer los llamados centros para la
cría y procreación de animales, pues redundaría en grave deterioro
de esfuerzos anteriores.
(CIIC)