share
spanish.china.org.cn | 19. 11. 2025 | Editor:Eva Yu [A A A]

Los niños del campo abrazan la poesía para expresar su sentir

Palabras clave: China, niños del campo
Spanish.china.org.cn | 19. 11. 2025

Li Bailin (tercera de la izquierda) y sus alumnos del Colegio de la Esperanza Su Yu en una clase de poesía en el distrito de Huitong, en la provincia de Hunan. DIARIO DE CHINA


«Papá es como un pájaro: vuela en busca de comida, pero rara vez regresa al nido».

Estos versos pertenecen al poema de una niña de 10 años de Huitong, un pequeño distrito de Huaihua, en la provincia de Hunan, que forma parte de “La clase práctica de poesía”, una recopilación publicada el año pasado con más de 80 poemas de ella y sus compañeros de clase.

«Es una soledad que solo puede ser expresada por quienes están íntimamente ligados a ella y a la naturaleza», destacó Li Bailin, maestra de la pequeña en el Colegio de la Esperanza Su Yu y responsable de su entrada al mundo de la poesía.

A lo largo de 8 años, Li, profesora de chino en la escuela primaria, ha guiado a sus alumnos en el saber de este género, una actividad que podría parecer improbable para niños cuyos padres, en su mayoría trabajadores migrantes, viajan a ciudades lejanas para ganarse la vida, dejando a sus vástagos en la tranquilidad de su «nido».

«Se les conoce como "niños abandonados". Aunque la preocupación pública por su bienestar es generalizada, se ha hecho poco por brindarles un canal de expresión emocional o de alivio», rescató Li.

Como profesora de idiomas, Li dedicaba casi toda su energía al rendimiento académico hasta que una carta escrita por una niña a su padre lo cambió todo.

«La misiva era una simple tarea», recordó. «Esta pequeña solo escribió dos frases: "Papá, ¿puedes dejar de pegarle a mamá? Si no lo haces, dejaré de ser tu hija"».

«Me quedé atónita», afirmó. «Me invadió un profundo sentimiento de culpa por haber estado tan ciega ante lo que ella, y tantos de mis alumnos, habían sufrido. Había estado equivocada todo este tiempo, centrando mi atención en sus exámenes cuando debería haberme enfocado en ellos, en sus vidas, su dolor y sus esperanzas».

Poco después, Li tuvo una revelación que la guiaría hacia la poesía.

«Estaba enseñando sobre la metáfora, mostrándoles un ejemplo: "Las uvas son como hileras de perlas moradas". Un estudiante dio con su propia versión: "El algodón estalla en una cosecha nevada". Técnicamente, no era una metáfora, pero tenía su propia energía»

Li considera que la poesía es la forma perfecta de inspirar a los niños cuyo acceso a la literatura es limitado por la escasez de recursos y las modestas circunstancias familiares.

«Los poemas son cortos», dijo, «pero precisamente por eso son fáciles de entender, fáciles de repetir y abren la puerta al vasto mundo de la imaginación».

Sus pupilos, tan a tono con la naturaleza y el tranquilo pasar de las estaciones, pronto le demostraron que la imaginación era lo único que tenían en abundancia.

Un niño escribió sobre la lluvia como «lágrimas de una nube que se resbaló mientras subía por el tobogán del arcoíris»; otro comparó la nieve con «los mechones de pelo que cayeron cuando la nube cortó su pelo»; otro vio el atardecer «posándose sobre la espalda de la montaña, mientras me apoyaba en el hombro de mi abuela».

Sobre una luna creciente, una pequeña de 9 años escribió: «Una luna cuelga en lo alto/ La recojo para darle un mordisco, pero resulta insípida, así que la vuelvo a colocar en su sitio».

Su Yingqi, de 14 años, exalumna de Li, dijo: «Me animó a meterme en la piel de alguien o lo que fuera sobre lo que escribiera —una flor, una brizna de hierba— y a sentir ese cosquilleo interior, esa emoción que podía despertar todo un mundo para ellos».

En una de sus obras, Su escribió sobre «crecer sigilosamente, como una semilla en la tierra».

«Mi papá es un trabajador migrante que solo regresa una vez al año», dijo. «Crezco sin que nadie me vea, eso es lo que quería decir con "sigilosamente"».

Los trabajos que proyectan rayos de luz en los rincones más oscuros del corazón de un niño han dejado una huella indeleble en Li.

Una niña de 10 años escribió sobre una visita a su abuela y terminó con estas líneas: «Me dolían los ojos como si me ardieran, pero, esta vez, la abuela no me consoló».

«La pequeña visitaba la última morada de su abuela durante la Fiesta de Qingming, que se celebra cada año el 4 o 5 de abril, una época en la que los chinos honran a sus seres queridos fallecidos», explicó Li.

«Proviene de una familia en la que se valora más a los niños que a las niñas, algo que no es infrecuente en esta remota zona del país, pero su abuela siempre la había querido con todas sus fuerzas. Este poema es un homenaje tierno y desgarrador a un alma bondadosa que ha desaparecido de su vida».

La ausencia prolongada de los padres a menudo coloca a los abuelos, como principales cuidadores de los hijos, en el centro de sus vidas emocionales. Sin embargo, por muy cariñosos que sean la mayoría, los límites de la edad y la comprensión pueden hacer que, en ocasiones, un comentario casual resulte hiriente.

«Una vez, un alumno de mi clase, cuyos padres laboraban en tierras lejanas, escribió: "La gente dice que los que no tienen padres son huérfanos. Yo soy huérfano"». Me impresionó el poder de sus palabras y lo comenté como era debido. Pero me dijo que nunca volvería a escribir. Más tarde, supe que había compartido el texto con su abuelo paterno, quien le respondió: "¿Cuál es tu problema? ¡Tus padres están vivos y bien!".

«No discutí con él sobre su abuelo», dijo Li. «En cambio, lo alenté a escribir otro poema y a presentarlo en un concurso. Ganó un premio y el anciano se alegró tanto que le dijo a su nieto que nunca lo dejara».

Para Li, la puerta de entrada al mundo de la poesía reside en abrir el corazón, una tarea formidable para los niños acostumbrados desde hace tiempo a guardar todo para sí mismos.

«Los versos fluirán naturalmente de un corazón abierto. Por eso, debo animarlos y estimularlos sin descanso, tanto dentro como fuera del aula», constató.

«Hay que dar seguridad plena a la persona si se le quiere convencer de su brillantez y del genio oculto de sus palabras».

Una estudiante que parece poseer tal chispa es Su Liyu, de 15 años, que una vez escribió sobre el cambio de estaciones:

«La nieve entierra las heridas del año pasado/retirándose silenciosamente bajo el suave sol/ pero en lo más profundo del corazón planta una semilla de esperanza/ esperando a que la próxima primavera vuelva a florecer».

Li sostuvo que, después de que a su padre le diagnosticaran uremia en fase terminal, comenzó a percibir un profundo giro en la poesía de la adolescente. La docente puso como ejemplos versos como: «No me gusta la cuerda de cáñamo, pero solo ella puede ayudar a mi madre a atar bien esos fardos que intercambiamos por dinero».

Con la familia sumida en la adversidad y el futuro incierto de Su, Li está buscando donaciones para ayudarles a superar el «invierno», ya que la vida del padre se acerca a su fin.

«No hay dolor más insoportable que ver cómo la semilla de la esperanza en el corazón de un niño se marchita antes de florecer», lamentó Li.

Li empezó a enseñar a sus alumnos a escribir poesía en 2017, unos meses después de convertirse en profesora de primaria a los 19 años.

«Gracias a este experimento en curso, he crecido enormemente, como maestra y como persona. Eso, al final, es lo único que deseo para mis estudiantes», señaló, reflexionando sobre la dura realidad de que la poesía no ofrece ninguna garantía de ir a la universidad ni de escapar de la pobreza.

«Se les recuerda constantemente esto, a veces incluso por sus propios maestros. Su mayor sensibilidad les permite sentir profundamente, pero también los deja expuestos y vulnerables; aun así, su supervivencia depende de la fuerza tranquila y firme para perseverar», continuó Li.

«Por supuesto, hay innumerables ejemplos de personas que nunca fueron a la universidad y escribieron poesía extraordinaria. Mis alumnos son conscientes de ello. Pero, no pierden su esencia. Cuál será el valor a largo plazo del trabajo que hacemos hoy es una pregunta que solo el tiempo dirá».

En un campo fuera de la escuela, Li una vez preguntó a sus estudiantes: «¿Qué es la poesía?».

Uno de ellos respondió con un poema:

«La poesía es el papel y yo soy el lápiz:

el papel recibe todo lo que el lápiz traza».