| spanish.china.org.cn | 11. 09. 2025 | Editor:Teresa Zheng | ![]() |
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Pedimos a la UE desterrar contradicciones y enredos
Algunos medios estadounidenses y británicos revelaron hace poco la presión de Washington sobre la UE para la imposición de aranceles de hasta el 100 % a China e India por sus compras de petróleo ruso. El Financial Times citó a un funcionario estadounidense anónimo que dijo: «Solo lo haremos si nuestros socios europeos nos apoyan» y «compartiremos el dolor juntos». El Ministerio de Relaciones Exteriores de China respondió el miércoles afirmando que la postura nacional sobre la crisis de Ucrania es objetiva y justa, y que el país no ha creado la crisis ni es parte de ella, por lo que rechaza la culpa o la llamada «presión económica».
El reporte afirmaba que las capitales europeas debatían la viabilidad de la propuesta estadounidense, pero que «muchas están nerviosas dadas las relaciones comerciales de la UE con Beijing y Nueva Delhi». Esto resalta los enredos y la contradicción europea en sus vínculos con China desde hace un buen tiempo. Desea ser socio y competidor; desea equilibrar los lazos económicos y comerciales y también la «reducción del riesgo»; le preocupa los acercamientos entre China y Rusia e incluso ha impuesto sanciones a empresas chinas, al tiempo que le exige cooperación para presionar a Rusia. Esta mentalidad de «quererlo todo» la ha dejado perdida en un mundo caótico y cambiante, y también ha causado numerosos problemas en su relación con China. No es de extrañar que la académica española Marta Montoro escribiera en un artículo que, si el bloque quiere dialogar con Beijing, debe aprender a llevar pantalones largos.
La contradicción aparece de manera notoria en 3 niveles. En primer lugar, el cognitivo, la política de la «triple posición» combina los tres roles incompatibles de China como socio, competidor y rival sistémico. Aunque aparentemente pretende dar cabida a las diferentes voces en la UE, en realidad refleja la mentalidad de suma cero de algunos. Las cuestiones cognitivas sin solución conducen fácilmente a fluctuaciones constantes en el desarrollo de los vínculos bilaterales. En segundo lugar, en el frente económico y comercial, los líderes europeos han manifestado su compromiso de resolver las fricciones y los conflictos mediante la negociación y la consulta. Sin embargo, han ejercido presión unilateral sobre China y le han planteado exigencias, además de ignorar las iniciativas de cooperación y los temores legítimos de su interlocutor, lo que demuestra una tendencia creciente hacia el proteccionismo. En temas de gran interés, la UE espera un alto el fuego entre Rusia y Ucrania, pero sigue ciegamente el ejemplo estadounidense con mayores penalidades a Rusia y culpando a China. En los últimos años, ha cooperado con la «Estrategia Indo-Pacífico» de Estados Unidos, avivando las tensiones regionales.
La razón básica de esta incongruencia es que carece de una comprensión clara de los tiempos, su propia posición y su desarrollo futuro, así como de respuestas definidas a preguntas estratégicas y de orientación relativas a su devenir. ¿Debe optar por la dependencia de Estados Unidos o por la autonomía estratégica? ¿Competencia geopolítica o cooperación abierta? Las respuestas conducen a un futuro completamente diferente.
El bloque siempre ha concedido importancia a las relaciones transatlánticas, lo cual es comprensible. Pero si prioriza ciegamente los intereses de Washington, llegando incluso a servir de peón de su estrategia geopolítica, en lugar de un contacto en pie de igualdad como actor global importante, solo socavará la independencia y la credibilidad de su propia política exterior y de su seguridad. En el tema de Ucrania, después de hacer «sangrar» a Europa, Estados Unidos dio un giro para «desangrarla» de nuevo en materia económica y comercial. Sin embargo, en lugar de reflexionar sobre los problemas subyacentes de su lazo con Estados Unidos, algunos utilizan con frecuencia a China como excusa, tratan de ganarse el favor de Washington a expensas de China y de sus relaciones con ella, con la esperanza de mantener la unidad transatlántica exageran la llamada «amenaza común». Este enfoque nunca se ganará el respeto de Estados Unidos y dañará los lazos y la cooperación con China.
Lo que la gente común quiere es paz, estabilidad y medios de vida seguros, y no crear enemigos por doquier. Europa no es la excepción. Sus principales órganos decisorios no son elegidos por la población ni le rinden cuentas directamente. Sus instituciones internas están fragmentadas en facciones, preocupaciones divergentes y opiniones distintas, con un proceso de toma de decisiones engorroso. No está claro qué opiniones refleja realmente su política hacia China. Las encuestas muestran que los Estados miembros se inclinan más por apoyar la visión del presidente francés Emmanuel Macron como «socio estratégico y global», en lugar de adoptar la postura de «reducción del riesgo» o confrontación.
El diálogo y la colaboración con China son la opción correcta. Beijing es el socio de la UE en seguridad y competitividad, y ambas partes tienen un enorme potencial de cooperación en campos emergentes como la inteligencia artificial, la economía digital y el desarrollo ecológico. La UE debe asumir una actitud más integral, objetiva y constructiva hacia las relaciones económicas y comerciales con China, promover un desarrollo equilibrado y con visión de futuro a través de la apertura mutua, y gestionar adecuadamente los conflictos comerciales mediante el diálogo y la consulta. En el turbulento mundo actual, en el que el unilateralismo y la intimidación suponen un gran desafío para el orden y las normas internacionales, cuanto más complejo sea el panorama mundial, más necesitan China y la UE reforzar su solidaridad y coordinación, actuando con firmeza como fuerza estabilizadora en un mundo volátil.
Este año se cumple el 80.º aniversario del triunfo en la Guerra Antifascista Mundial. Al repasar la historia de la Segunda Guerra Mundial, la lección más importante para Europa es que el compromiso y el apaciguamiento no traen la paz ni el respeto. La UE deber dejar atrás sus contradicciones y enredos lo antes posible y volver a la senda correcta de una asociación estratégica integral con China, puesto que es la opción que mejor sirve a sus intereses fundamentales y a largo plazo.














