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spanish.china.org.cn | 15. 01. 2025 | Editor:Teresa Zheng [A A A]

El juego de suma cero de Washington produce ansiedad estratégica

Palabras clave: Estados Unidos, economía, IA
Spanish.china.org.cn | 15. 01. 2025

El 13 de enero, el presidente saliente de Estados Unidos, Joe Biden, pronunció un discurso. Como era de esperar, el tema de China estuvo presente, afirmando que los expertos esperaban que la economía china sobrepasara a la estadounidense, pero que China «nunca nos superará». Parece que esta fijación por «compararse» y considerar al país asiático como su «mayor competidor estratégico» sigue siendo el demonio de Washington. Sin embargo, solo dejando de lado el juego de suma cero, podrá deshacerse de esta ansiedad estratégica.

El mismo día, la Casa Blanca anunció controles a las exportaciones relacionadas con la inteligencia artificial (IA), lo que provocó el rechazo inmediato de múltiples partes, incluido el sector local de semiconductores y la Unión Europea. La prohibición impuesta a las empresas de vender a determinados países, entre ellos China, no crea margen de desarrollo para el rubro. Como dijo sin rodeos el presidente y director general de la Asociación de la Industria de Semiconductores (AIS), John Neuffer, la nueva norma, «emitida a toda prisa sin ninguna aportación significativa del ramo», causaría un daño involuntario y duradero a la economía y la competitividad mundial de Estados Unidos en semiconductores e IA.

En una publicación en su web oficial, Nvidia señaló: «Aunque se escudan en una medida “antichina”, estas disposiciones no harán nada por mejorar la seguridad de Estados Unidos. La mentalidad competitiva de «tú pierdes, yo gano» es incompatible con el mundo actual y está destinada a sufrir reveses en la práctica.

En una época de competencia y expansión de las grandes potencias, algunos países occidentales adoptaron el pensamiento de suma cero en su política exterior, trayendo conflictos y guerras al mundo, y dejando tras de sí profundas lecciones históricas. Hoy, las relaciones entre países han pasado hace tiempo del «tú pierdes, yo gano» a la «cooperación en la que todos ganan». Diversos problemas han trascendido fronteras y capacidades nacionales, exigiendo que todos trabajen al unísono para abordarlos. El desarrollo entre naciones no es un juego de suma cero de vida o muerte como en una arena de gladiadores; ver las relaciones desde este prisma solo conducirá a enfrentamientos y crisis. Por el contrario, la diversidad de orígenes culturales y vías de desarrollo ofrece múltiples posibilidades para el progreso de la civilización humana.

Con una profunda comprensión de esta realidad, China ha propuesto el concepto de construir una comunidad de futuro compartido para la humanidad y tres grandes iniciativas globales. Es necesario subrayar que su motor de desarrollo reside en superarse a sí misma, no en sustituir a Estados Unidos. Su avance comienza y termina con la satisfacción de las crecientes necesidades de su población de una vida mejor, no con una competición de «tú pierdes, yo gano». China enfatiza una perspectiva civilizatoria de igualdad, aprendizaje mutuo, diálogo e inclusión. Construye un puente de cooperación entre diferentes países y civilizaciones, brindando estabilidad y certidumbre.

Su freno por Washington con una mentalidad de Guerra Fría se aparta de los intereses fundamentales de diversos sectores de la economía y la sociedad estadounidenses, así como de otros países. En las últimas décadas, el éxito de firmas estadounidenses como Qualcomm y Apple viene en gran medida de la demanda y el consumo chinos. Cuando se trata el «cómo enfocar correctamente el desarrollo de China», Washington ha elegido una y otra vez la respuesta equivocada.

Independientemente de si se trata de las grúas, los drones, los vehículos eléctricos, la fabricación de chips o la IA de China, Estados Unidos intenta sistemáticamente definir el progreso de China «exagerando el concepto de seguridad» o el de «sobrecapacidad», y trabar su avance con «listas restrictivas relacionadas con el sector militar» o «aranceles punitivos». Sin embargo, su progreso es imparable.

Como la importancia de China en la cadena de suministro mundial sigue creciendo, las sanciones de Washington a unas pocas de sus compañías afectan en realidad a todos los socios a lo largo de la cadena.

En la situación actual, los intereses comunes de China y Estados Unidos no han disminuido; de lo contrario, han aumentado. Este sentimiento es compartido por la gran mayoría de firmas y personas de ambas partes y sirve como base para la cooperación mutua. En 2024, las ventas de Tesla en China superaron las 657 000 unidades, lo que supuso un aumento interanual del 8,8 %, un nuevo récord; Starbucks añadió 290 nuevas tiendas en la parte continental de China en el cuarto trimestre del año pasado, entrando en 78 mercados distritales... A 2024, existen unas 73 000 empresas estadounidenses en China, con inversiones superiores a 1,2 billones de dólares en diversos campos como la electrónica, la fabricación de automóviles, los bienes de consumo y los servicios financieros. Si Washington dejara de lado su obsesión por «competir con China», el potencial de cooperación podría ser aún mayor.

Fuera de los giros en Estados Unidos, China seguirá manejando los lazos bilaterales a partir de 3 principios: respeto mutuo, coexistencia pacífica y cooperación beneficiosa. La sensación de ansiedad en Washington no viene de China, sino de ella misma. Para contrarrestarla, es crucial reconocer y aceptar los derechos a la existencia y desarrollo de más de 1400 millones de chinos, y sustituir la obstinada mentalidad de mantener un sistema hegemónico unilateral por la confianza en el potencial de cooperación y beneficio mutuo.