Es el sesgo del G7 en el exceso de capacidad lo que perjudica al mundo

Las tecnologías ecológicas chinas, desde paneles solares a vehículos eléctricos (VE), vuelven a acaparar la atención de los líderes del Grupo de los Siete (G7) reunidos para su cumbre anual en Italia.

En su última declaración, este afirmó que las políticas industriales de China provocan "distorsiones en el mercado mundial y un exceso de capacidad perjudicial". Estas acusaciones no solo carecen de fundamento, sino que reflejan la reticencia del club de países ricos a reconocer el legítimo progreso económico de China y sus aportes a la prosperidad mundial.

El mundo no ve sobrecapacidad industrial, sino "exceso de capacidad sesgado" por parte del G7.

Empecemos por los vehículos eléctricos. En 2023, se vendieron más de 14 millones de unidades en el mundo, de ellas 1,2 millones eran chinas, es decir, el 8,5 % de las ventas globales. Esta proporción no justifica el exceso de capacidad, según Tang Jin, investigador del banco japonés Mizuho. La Agencia Internacional de Energía predijo que las ventas mundiales de VE alcanzarán los 45 millones en 2030. Esta cifra triplica la del año pasado y quintuplica la capacidad de producción china. El país, el mayor exportador de automóviles, necesita aumentarla para satisfacer una demanda tan enorme.

En esencia, el verdadero problema para el G7 no es tanto la sobrecapacidad, sino la alta eficiencia. En lugar de reconocer el principio económico de la ventaja comparativa, que aboga por un comercio mutuo a partir de ella, opta por medidas proteccionistas como el incremento de aranceles. Esta acción contradice la teoría económica, socava los frutos del comercio para todos los implicados y, en última instancia, no sirve a los intereses a largo plazo de nadie.

En cuanto a la preocupación de una inundación de VE chinos en los mercados occidentales que acabe con los puestos de trabajo, las empresas chinas nunca comercializan estas unidades a un coste inferior. Las principales marcas chinas cuestan aproximadamente el doble de la media en Europa que en su mercado interno.

Si el mundo quiere llegar a cero emisiones netas para un clima habitable, la oferta mundial de paneles solares también tiene que ponerse al día. Según los cálculos de la Agencia Internacional de Energías Renovables, la capacidad instalada acumulada mundial de energía fotovoltaica debe superar los 5400 GW en 2030 para cumplir los objetivos del Acuerdo de París. Este número es cuatro veces la capacidad instalada acumulada mundial y nueve veces la capacidad acumulada de China en 2023.

Las subvenciones tampoco son ajenas a Occidente. La Ley de Reducción de la Inflación de Estados Unidos proporcionó unos 369 000 millones de dólares en incentivos para programas relacionados con la energía y el clima, incluidos créditos fiscales, préstamos para investigación y subvenciones para elevar la capacidad de turbinas eólicas, paneles solares, baterías, VE y otros productos ecológicos.

Varios países europeos han ofrecido ayudas al sector de los VE en general, desde impuestos de sociedades a compras individuales. ¿Cómo puede Occidente culpar a las "políticas y prácticas ajenas al mercado" de China mientras ignora las suyas?

En contra de la narrativa del G7, China ha sido un motor clave del crecimiento económico mundial. La demanda china de bienes y servicios internacionales ha estimulado las economías del mundo, creando empleo e impulsando los ingresos mucho más allá de sus fronteras.

En lugar de admitir y aprovechar esta interdependencia económica, el G7 liderado por Estados Unidos suele presentar a China como una amenaza y no como un socio. Esta visión miope no tiene en cuenta los beneficios más amplios del comercio mundial y la cooperación.

Al centrarse en políticas proteccionistas y barreras comerciales, el G7 corre el riesgo de socavar la estabilidad y crecimiento económicos que afirma proteger. Adoptar un enfoque más cooperativo e integrador podría reportar mucho más a la economía mundial.