2011Fotos>Fotos del día>
spanish.china.org.cn | 27. 02. 2020 | Editor:Eva Yu Texto

El MAS parte favorito en Bolivia

Palabras clave: Bolivia, MAS

 

Con el 32% de la intención de voto, según un sondeo publicado el domingo 23 de febrero por el diario Página Siete, Luis Arce –el candidato de Evo Morales en las elecciones presidenciales bolivianas del próximo 3 de mayo– empieza a complicar el guion de “cambio de régimen” en Bolivia. Tanto es así que el líder de la ultraderecha, Luis Fernando Camacho –héroe de las movilizaciones violentas contra Morales en Santa Cruz– pretende retirar su candidatura en busca de una mayor unidad para derrotar al Movimiento al Socialismo (MAS).

Sesgados en favor de la población urbana, los sondeos electorales en Bolivia suelen infravalorar la fuerza electoral del MAS, con una base de apoyo más indígena y rural. “Las encuestas se hacen en las capitales, La Paz, Santa Cruz, Cochabamba, a veces en El Alto, así que es obvio que allí vas a tener un resultado menor para el MAS”, dice Fernando Mayorga, catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad de Cochabamba...

 

Desunión en la derecha

La presentación de la presidenta Jeanine Áñez ha dispersado el voto de la derecha

Según fuentes próximas al diario, el mismo director de Página Siete ha reconocido que el MAS habría obtenido seis puntos más en el sondeo –es decir el 38%– de no ser por la falta de infraestructura para las encuestas en las zonas rurales. En consecuencia, aunque al inicio se descartaba esta posibilidad, puede que el voto de Arce se aproxime al 40% del electorado, mínimo necesario para ganar en la primera vuelta. “Tranquilamente se puede convertir en el 40%,” tuiteó Arce ayer.

En ese caso, la única forma de evitar la vuelta al poder del partido de Morales, sería que el margen de victoria del MAS fuese menor del 10%. Esto forzaría una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados que Arce difícilmente ganaría.

Pero desde la polémica decisión de la presidenta interina Jeanine Áñez de presentarse a las elecciones, la oposición boliviana se ha fragmentado. En las elecciones de octubre, el centrista Carlos Mesa logró forjar una coalición que le habría llevado con toda seguridad a la victoria en una segunda vuelta. Pero tras la caída de Morales, los candidatos de la derecha dura como Camacho y la propia Áñez , –ambos cristianos fundamentalistas con estrechos lazos con Washington– vislumbraron la posibilidad de derrotar al MAS sin hacer concesiones al más moderado Mesa.

 

Muchos indecisos

El moderado Carlos Mesa recoge el voto de los desencantados con el MAS

En la encuesta de Página Siete, Mesa consigue el 23% de la intención de voto. Le pisa los talones Áñez, con el 21%, seguida de Camacho con el 15% y otros candidatos, entre ellos Jorge Quiroga, exaliado del dictador Hugo Banzer y un pastor evangélico ultraconservador de origen coreano con menos del 6%.

Las expectativas de la presidenta interina –elegida en una reunión secreta convocada por la Iglesia católica el mismo día de la renuncia de Morales con la presencia del embajador de Brasil– han subido siete puntos frente al sondeo anterior gracias a medidas como la instalación de internet gratuito en las escuelas del Beni y una nueva ley que garantizara los derechos de las mujeres indígenas... Esta semana ha visitado Tipiqaya, una región afectada por un terremoto donde Áñez se comprometió a “dar soluciones”, reconstruir los edificas dañados e indemnizar a los damnificados.

La decisión de Camacho –que ha reconocido públicamente que su padre pactó la salida de Morales con la cúpula militar– de retirarse a menos de tres meses de los comicios delata la zozobra de las élites políticas y empresariales en Santa Cruz respecto a una posible victoria de Arce en la primera vuelta. “Tenemos una latente preocupación que son las encuestas, (…) en todas sale el MAS en primer lugar”, dijo Camacho, que defiende un candidato único que, dada la afinidad ideológica, quiere que sea Áñez.

En estos momentos, el electorado boliviano parece estar dividido en tres partes. El voto campesino andino –más o menos el 30%–, apoya a Morales. Otro 30%, un segmento urbano conservador concentrado en Santa Cruz y en los barrios ricos de La Paz, es visceralmente anti-Morales y apoya a Camacho y a Áñez.

Y, un tercio más indeciso, más próximo a Mesa, que votaba a Morales en el pasado pero que se ha alejado del expresidente por su decisión de presentarse a una cuarta reelección. Si se celebra una segunda vuelta se da por descontado que perdería el candidato del MAS. La victoria de Arce en la primera vuelta no deja de ser un escenario improbable. Pero el exministro está resultando un candidato fuerte, al sostener su campaña en el innegable éxito –al menos en los diez primeros años de gobiernos de Morales– de la gestión macroeconómica bajo su mando .

Bolivia ha sido la economía de mayor crecimiento de la región desde hace más de una década y la ampliación del papel del Estado en sectores como el gas logró multiplicar por siete los ingresos fiscales al Estado que, a su vez, permitieron políticas de redistribución que bajaron la pobreza del 60% al 35%.

Nadie duda de que el MAS haya sufrido un fuerte desgaste tras tantos años en el poder y el caudillismo de Morales. Incluso hay rechazo en algunas comunidades indígenas. “Las poblaciones rurales más cercanas a las ciudades empiezan a ser más críticas con el MAS por cosas como el fracaso de su proyecto de enseñanza”, dice Juan Cristóbal Soruca, exdirector del diario Los Tempos.

Sin embargo, el partido de Morales sigue siendo el más fuerte del país. “El MAS es el único partido con presencia nacional debido a sus lazos con los sindicatos que agrupan desde los vendedores ambulantes en las calles hasta los mineros o los cocaleros”, explica Mayorga. Por paradójico que resulte , la negativa del Tribunal Supremo Electoral a aceptar la candidatura al Senado de Evo Morales puede ayudar al MAS a ganar votos entre ese 30% indeciso. “Si la campaña se centra en la economía el MAS se beneficiará”, añade.

 

Fuente: La Vanguardia

 

   Google+