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spanish.china.org.cn | 06. 11. 2018 | Editor:Eva Yu [A A A]

Un viaje por suramérica en bicicleta

Palabras clave: viaje por suramérica en bicicleta

 

Diader José Tajada llegó el 14 de noviembre de 2017 a Argentina con un objetivo en mente: realizar la ruta de los Libertadores encima de su bicicleta.

Siete años atrás, Tejada solamente se montaba en su caballito de acero para recorrer las calles de su natal Medellín, Colombia. Poco a poco fue aventurándose para llegar a otros pueblos, departamentos y regiones del país. Hasta que un día dijo antes de salir de la casa “mamá, me voy a Argentina y me llevo la bicicleta”.

Para este formador deportivo las cosas comenzaron bien. Llegó al extremo sur del continente con su bolsa de dormir, su bicicleta y la decisión de participar en un torneo de ultimate en Cañuelas, a 70 kilómetros de Buenos Aires.

Como en su natal Medellín solía hospedar a ciclistas que hacían la misma travesía, no fue difícil encontrar quién le devolviera el favor en suelo extranjero.

En apenas dos semanas recorrió 600 kilómetros visitando Pergamino y Rosario, aunque confiesa: seguía con la idea de la ruta de Los Libertadores y para eso debía llegar hasta Mendoza.

En el camino y en las paradas Tejada fue haciendo amigos de travesía, algunos de los cuales se le iban uniendo en su aventura. Así comenzó el tramo chileno de esta aventura; acompañado y nada menos que por ocho.

Hasta aquí las cosas fueron fáciles para el colombiano, luego comenzaron las fallas técnicas y la mala suerte con las llantas pinchadas. En Chile el grupo se separó, unos se devolvieron a sus casas y otros decidieron viajar a Brasil.

Quería seguir toda la costa del Pacífico, desde Rañaca, pero la gente me dijo que no cruzara el desierto en bici porque es muy solitario y peligroso, por el calor y la sed puedes decaer o enfermar, relata Tejada.

Así que recorrió 150 kilómetros en bus hasta un hostal en Arica donde trabajó durante dos semanas para reunir algo de dinero y así llegar a Perú donde había por aquel entonces un foro mundial de bicicletas.

En Arequipa hice cuentas, estaba a mil kilómetros de Lima, si quería llegar a tiempo al foro tenía solo siete días. Tuve jornadas de hasta ciento setenta kilómetros, lavaba la ropa y la colgaba de la bicicleta para que se secara y así no perder tiempo. Casi me muero, terminé destrozado. El último día lo hice sentado de lado, no quería saber nada del sillín. Para esa época la cicla estaba muy acabada, detalla Tejada.

El primero de marzo regresó a Bolivia, cansado de tres meses de viaje y con las muelas dándole problemas de tanto masticar maíz. En el mapa conquistó Nazca, Cuzco, el altiplano cerca del lago Titicaca y Ulluni. “Ya eran cinco meses y estaba cerca al norte de Argentina”, recuerda.

El viaje continuó hacia el sur: Rosario y luego a El Chaco, atravesamos Paraguay y llegamos a las cascadas del Iguazú y Brasil entraba en el radar: seguí con unos amigos por Paraná hasta Sao Paulo, vimos el Litoral de Santos y bordeamos el Atlántico de Brasil, hasta Río de Janeiro.

Estando allí sabía que el viaje estaba terminado: después de mil doscientos dólares y nueve mil kilómetros, llegué al aeropuerto José María Córdova de la ciudad de Medellín, armé mi bicicleta y en ella llegué hasta la ciudad.

Es difícil acostumbrarse de nuevo, a veces quisiera tomar la primera carretera disponible y viajar nuevamente. Mi consejo es: salgan sin pensar, porque si piensan mucho, nunca van a salir.


 


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