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spanish.china.org.cn | 11. 10. 2017 | Editor: Elena Yang [A A A]

Imágenes de la semana de América Latina 20171010

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Imagen del 4 de octubre de 2017, de Rafael Rocha, "Topo" fundador, sosteniendo una urna con las cenizas de su esposa, en su casa en la Ciudad de México, capital de México. Hace 32 años sobre los escombros del edificio Nuevo León en la Ciudad de México, Rafael Rocha encontró la vocación a la que pensó se dedicaría el resto de su vida, salvar a víctimas de desastres. Durante el sismo del 19 de septiembre de 1985, Rocha de entonces 19 años de edad, transitaba con su vehículo por Valle de Aragón, en el noreste de la Ciudad de México. Recuerda que todo se movía, las calles crujían y se sentía como si se abrieran. Dejó el vehículo con su hermano e inmediatamente se fue a buscar a su padre, para saber si se encontraba bien. Corroborado el bienestar de su familia, conversó con su papá y le dijo que él quería ayudar, que se iba a la sede de la Cruz Roja, que no se preocupara ya que se mantendría en contacto. Una vez en la Cruz Roja, lo subieron a una camioneta tipo pick up y junto a decenas de jóvenes emprendió el viaje por calles de la capital llevando víveres, medicamento y otros insumos a los afectados por el sismo. Dejaron la ayuda en los dos primeros puntos que se le había designado a su cuadrilla. Al llegar al tercer punto y entregar la ayuda, sus compañeros subieron a la camioneta, pero él no. Rafael logró percibir que entre los escombros de ese lugar se escuchaban voces de personas atrapadas. Sus compañeros lo incitaban a que regresara al vehículo, pero él insistió en no hacerlo y en quedarse para intentar ayudar a las víctimas. Con esta decisión, se estrenaba en el oficio que realizaría el resto de su vida. El 19 de septiembre de 1985 en el edificio Nuevo León, Rocha iniciaba su carrera como "Topo". Sin embargo, en 2015 los rescates terminaron cuando Rocha perdió el interés en todo y la que había sido su pasión y vocación se esfumó tan rápido como llegó. La vida de valentía y aventura de Rocha se sostenía fuertemente en dos pilares básicos para él, su fe en Dios a quien se encomienda antes de ingresar a cualquier estructura y su esposa Yuly. Tras 25 años de casados y dos hijos, Yuly nunca dejó de ser el impulso de Rocha para seguir adelante, hasta que fue diagnosticada con cáncer y los médicos le pronosticaron 5 meses de vida. Yuly logró superar el pronóstico médico y vivió 11 meses tras el primer diagnóstico, sin embargo, el "rescate" no se logró y falleció un 18 de octubre. Rocha cuenta que desde ese momento todo en la vida le dejó de importar y se sumió en una profunda depresión. El 19 de septiembre de 2017, cuando Rocha sintió el sismo de 7,1 grados, cuenta que empezó a escuchar dos voces. Una retumbaba en su cabeza desde hace dos años, era la depresión diciéndole que no se metiera, que no era su problema, que siguiera siendo indiferente a todo. La otra le decía "¿Qué esperas?". Escuchó a la segunda. Sin equipo y "vestido de civil" corrió hacia el edificio colapsado entre las calles de Zapata y Petén de donde rescató con vida a dos mujeres. Los días siguientes al sismo, Rocha trabajó voluntariamente en otras zonas afectadas, buscando personas con vida y rescatando cuerpos. Le impacta que la historia se haya repetido el mismo día 32 años después, pero le impacta aun más volver a ver la misma reacción de los mexicanos. Cuenta que lo importante para él no son los aplausos de la gente cuando se rescate una víctima con vida, pues no considera que sean suyos sino de todo México, un país cuya solidaridad y corazón por segunda vez lo han inspirado a darle un giro a su vida.

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