La ruptura de relaciones diplomáticas de 5 países árabes, liderados por Arabia Saudita, con Catar, podría amenazar incluso el buen desenvolvimiento del Mundial de Fútbol 2022 a celebrarse en este pequeño país del Golfo. El quiebre incluye el cierre del espacio aéreo y de las rutas marítimas y terrestres además del retiro de sus nacionales al acusar a Doha de fomentar el terrorismo.

Los expertos confían que en el corto plazo Catar pueda contener la crisis gracias a sus vastos recursos. Sin embargo, las repercusiones en varios campos serán inevitables y entre ellas no podemos dejar de lado una de las mayores competiciones deportivas del mundo. De cuestionarse su estabilidad, es probable que otra nación pueda solicite convertirse en sede.

Fuera de eso, Doha se enfrenta a varios problemas como el incremento en el precio de los alimentos ya que la mayor parte del suministro proviene de Arabia Saudita, de agravarse la situación el país podría verse obligado a importarlos de otro sitio con la consiguiente subida de los costos; la desaceleración económica; el impacto en su aerolínea de bandera, Qatar Airways, la cual ya ha suspendido sus vuelos a Riyad hasta nuevo aviso; y un aumento de la inversión pública, dada la delicada situación de la compañía aérea, cualquier pérdida tendrá que ser absorbida por las arcas públicas.