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spanish.china.org.cn | 23. 03. 2017 | Editor: Eva Yu | [A A A] |
Por Mauricio Castellanos
El nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tiene la idea de que, para cumplir con su eslogan de campaña de hacer a su país grande otra vez, el camino correcto es aislarlo del resto del mundo. “¿Estar aislado es ser grande?”, podría preguntarse uno. “Sí”, parece ser la respuesta de al menos parte de ese mundo, por ejemplo la mayoría de los británicos, quienes al votar a favor del brexit demostraron que hacer parte de un grupo les incomoda. Lo mismo sienten quienes planean votar por Marine Le Pen en las elecciones presidenciales de abril en Francia, y que, según las encuestas, serán suficientes para sacarla victoriosa al menos en la primera vuelta.
Afortunadamente en las votaciones celebradas en Holanda en días pasados primó la sensatez, y la extrema derecha, representada por Geert Wilders, fue notificada por el pueblo de que quienes quieren un mundo unido son más.
Entre los que quieren un mundo unido también está China, que se apresta a celebrar una nueva edición del Foro de Boao para Asia, en la que la globalización y el libre comercio ocuparán el centro del escenario.
Los 26 países miembros se reunirán de nuevo para evaluar lo logrado en el último año y estudiar nuevas estrategias que les permitan superar las dificultades que presenta la lenta recuperación de la economía global y seguir avanzando hacia el cumplimiento de sus metas de desarrollo. Como es lógico, entre esas estrategias no estará el aislamiento.
Muy cerca ya de su doble objetivo de erradicar la pobreza entre su población y tener una sociedad modestamente acomodada, China está más segura que nunca de los beneficios de la globalización, y por eso, en el foro, seguirá defendiéndola. Felizmente, el consenso en la región es que trabajar en conjunto es la forma ideal de concretar la propuesta china de una comunidad de destino compartido.
Esto no solo se ha comprobado en cada reunión del mecanismo, sino también en el respaldo decidido a otras iniciativas chinas, como la Franja y la Ruta o el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras.
Si bien es cierto que la recuperación económica ha tomado más tiempo del esperado, la culpa de esto no la tiene la globalización. Si las políticas adoptadas no han dado los mejores resultados, hay que ajustarlas o reemplazarlas, pero esto hay que hacerlo junto con los demás, no de manera independiente, pues la realidad del mundo de hoy simplemente no lo permite, el grado de interconexión e interdependencia al que hemos llegado haría que cualquier país que quiera enfrentarse solo a la tormenta termine naufragando, y muy seguramente arrastrando consigo a varios de aquellos con quienes ha forjado lazos más estrechos. Sería paradójico, por decir lo menos, que alguien que pretenda surgir solo se vaya al abismo y se lleve con él a quienes han intentado ayudarle.
Como bien lo dijo el presidente Xi Jinping a comienzos de año en el Foro Económico Mundial, quien apueste por el proteccionismo terminará encerrándose a sí mismo en un cuarto oscuro. Sí, puede que escape al viento y a la lluvia, pero también se quedará sin luz y sin aire. Nadie puede esperar que a lo largo del camino no se presenten dificultades, mucho menos en un sendero tan irregular como suele ser el de las finanzas y el comercio. Lo importante es tener cabeza fría para hacerles frente y estar dispuesto a trabajar de la mano de los demás, aprovechar su experiencia y compartir con ellos la propia para superarlas.
En esta nueva edición del “Davos asiático”, el mecanismo tiene la oportunidad y la responsabilidad de impulsar el pensamiento colectivo. Unida, por muchos años la región ha jugado un papel crucial en el desarrollo mundial, con varios de sus países creciendo a tasas que son a la vez envidia y motivación; Asia sabe que los mejores resultados se obtienen a través del trabajo en equipo. Por eso, lejos de pensar en inútiles guerras comerciales, en encerrarse en cuartos oscuros, en jugar al egoísta “sálvese quien pueda”, se alista para renovar su apuesta por la integración y la globalización, con miras a enfrentar en grupo la tempestad, para poder disfrutar también en grupo cuando llegue la calma. Fin