En el imperio del crimen también existen los herederos. Los “Narco-juniors” o “Narcos 2.0”, como se les conoce en los círculos policiales, son los hijos de los capos de la droga, tienen entre 18 y 33 años y al parecer se inclinarían por continuar el negocio de sus progenitores.

Los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, de Beltrán Leyva, el clan colombiano “Úsuga” o los de la familia Arellano Félix son algunos de estos jóvenes del oscuro mundo del narcotráfico, pero a diferencia de sus predecesores tienen un perfil mucho más alto y arrogante gracias a las redes sociales.

El árbol genealógico de estos juniors incluye familias que construyeron sus turbios negocios en los últimos 30 años. Sin embargo, esta nueva generación posee cuentas en Snapchat e Instagram, con fotos donde presumen de sus riquezas, armas y poder

Uno de los casos más conocidos es el clan de “El Chapo”: 18 hijos conocidos de siete compromisos distintos, según datos de la prensa mexicana. Dos de ellos, Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar continuarían con el cártel de Sinaola y han buscado nuevas alianzas últimamente de la mano de su primo Ovidio Guzmán López.

Le siguen los Beltrán Leyva. La Policía Federal mexicana detuvo en diciembre pasado a Jesús Alfredo Beltrán Guzmán, alias “El Mochomito”, hijo del legendario capo Arturo Beltrán Leyva, fundador junto a su hermano de uno de los cárteles más temibles de Latinoamérica. Fue detenido en 2008 y extraditado a Estados Unidos en 2014.

Los hijos de estos narcotraficantes libran una guerra en los 18 municipios de Sinaloa, 5 de los cuales estarían bajo control de “Momochito” Beltrán y 12 de los llamados “Chapitos”, mientras que en Badiraguato, cuna de los Guzmán, estarían los dos grupos.

El investigador social y experto en narcotráfico, Roberto de Haro, adjunto de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga, afirmó que los “narcos 2.0” conocen a la perfección las principales rutas del tráfico de drogas en la Sierra de Durango, la zona de Sinaloa y Chihuahua. "Trabajan en los negocios familiares que iniciaron sus padres y mantienen reuniones con gente de Estados Unidos y también en Colombia", indicó.

Otro caso importante es el de Fernando Sánchez Arellano “El Ingeniero”, hijo de Enedina Arellano Félix, hermana de los fundadores del cártel de Tijuana; ambos capturados, quien ha comenzado a reestructurar su poder.

En Colombia, tenemos a los herederos del clan “Úsuga”: Dairo Antonio Úsuga David, alias “Otoniel”. Esta agrupación opera en Urabá desde donde abastecen a Argentina, Brasil, España y Honduras.

La principal característica de estos nuevos “narcos” es que dan a conocer su poderío en las redes donde cuentan con miles de seguidores sin, obviamente, mostrar su rostro.

En palabras de Roberto de Haro, estos jóvenes "caminan libremente en cualquier sitio, este hecho nunca les representa algún temor porque sienten que su historial familiar y delictivo está ‘a salvo’, pues no son del todo identificados, bien podrían pasar por hijos de grandes empresarios, y lo son, pero de negocios ilícitos, es así como los Narco-Juniors son los nuevos herederos de un poder criminal construido por sus padres, tíos y abuelos".