Angie Morris, residente de Vancouver, escribió una carta al The Globe and Mail. El diario la publicó y la tierna historia de la anciana de 81 años y su vecina conmovió a los canadienses.

Una ilustración de The Globe and Mail muestra la descripción de Angie Morris de su vecina china, Wing, trayendole comida todos los días cuando se recuperaba de una operación.

"Mi timbre suena a las 11am. En las escaleras encuentro a una señora china de edad. Chiquita y menuda de la mano lleva a un niño y en la otra una bolsa de papel. El pequeño retrocede cuando mi Labrador Amarillo trata de saludarlo con entusiasmo,” escribió Angie en su carta.

Wing es la madre de la vecina de Angie, Nicole. Vino a Canadá a cuidar a su nieto mientras su hija viajaba a Shanghai por negocios. Quizá fue porque Nicole le mencionó que Angie recién había salido de una cirugía al corazón que la madre decidió llevarle comida todos los días: Carne, verduras, sopa y panqueques al estilo chino.

Wing y Angie no hablan el idioma de una ni de la otra y solo se comunican por señas. A veces la vecina china la invita a su casa y utilizan una cámara web para ver a Nicole. De esta manera Wing puede saber si a la anciana le gustó o no su comida.

Mientras que algunos residentes de Vancouver culpan a los millonarios chinos por el aumento de los precios de las viviendas, la historia de Wing demuestra que el impacto de la emigración no siempre es negativo.