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spanish.china.org.cn | 23. 08. 2016 | Editor: Lety Du [A A A]

Ping-pong, el deporte nacional de China

Palabras clave: Ping-pong, tenis de mesa, China

Por DANG XIAOFEI y RAMÓN MARTÍNEZ

 

Ping-pong, el deporte nacional de China 1

El tenis de mesa es muy popular en China.

 

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Zhuang Zedong.

 

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29 de marzo de 2006. Connie Sweeris, miembro de la delegación estadounidense de tenis de mesa, muestra una foto de su viaje a Beijing en 1971.

 

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31 de julio de 1996. Juan Antonio Samaranch, entonces presidente del Comité Olímpico Internacional, entrega la medalla de oro a Deng Yaping en los Juegos Olímpicos de Atlanta.

 

EN 2005, el cineasta chino Ning Hao estrenó una hermosa y conmovedora película que obtuvo un reconocimiento unánime e internacional de crítica y público: Ping-pong mongol. La cinta cuenta la historia de unos niños que viven en la estepa de Mongolia Interior y que un día encuentran una pelota de ping-pong flotando en el arroyo. Nadie sabe identificar esa cosa redonda y blanca hasta que la fortuita entrada de un televisor en sus vidas les permite saber que su extraño objeto es nada más y nada menos que la pelota oficial de China. Los muchachos, consecuentemente, emprenden un largo viaje para devolverla a Beijing, a donde pertenece.

El poder simbólico de esa diminuta bola blanca de celulosa en la película no es casual. En China, pocos sonidos tan característicos y repetidos hay como el que produce esa pelota cuando impacta con las raquetas o la mesa con las que se juega este deporte: ping-pong, una onomatopeya que se ha impuesto en todo el planeta como sinónimo de tenis de mesa. Tanta es la popularidad de este deporte en China que es casi más sencillo encontrar una mesa de ping-pong que una farmacia. Las hay en casi todos los parques públicos, en los bajos de muchos edificios, en los centros de trabajo y, prácticamente, no hay en el país quien no haya practicado alguna vez el ping-pong con mayor o menor fortuna. De hecho, se calcula que unos cien millones de personas juegan con regularidad, muchos de ellos niños, lo que supone un vivero inagotable de talento que China ha sabido convertir en éxitos internacionales que alimentan el orgullo de su población tanto como otros iconos nacionales, tales como la Gran Muralla o el oso panda.

Los orígenes

El tenis de mesa no llegó a China hasta principios del siglo XX, importado por las potencias occidentales. El Partido Comunista lo popularizó en la década de 1950. Se trataba de una actividad física muy positiva para la población y cuya práctica no requiere de gran cosa: una mesa improvisada, poco espacio y un par de raquetas y una pequeña bola fácilmente accesibles.

Paradójicamente, y aunque China hizo del tenis de mesa un deporte de masas, su invención se debe a la nobleza inglesa. Según las crónicas de la época, en torno a 1880, un grupo de nobles, imposibilitados por la lluvia para jugar al tenis, improvisaron un pequeño campo sobre una mesa de comedor. La dividieron en dos con una pequeña muralla de libros. Utilizaron el corcho de una botella de champán para fabricar la bola, se sirvieron de un par de cajas de puros como raquetas y, voilà: el tenis de mesa.

Pero mientras en el resto del mundo, y aunque se practica habitualmente de forma amateur, nunca ha llegado a ser un deporte de gran seguimiento, China empezó tras la II Guerra Mundial a convertirlo en un fenómeno cultural. El Gobierno animó a la gente a que lo practicase, creó instalaciones y centros de alto rendimiento, impulsó programas a nivel nacional e inició una búsqueda de talentos que ha dado unos frutos inmejorables. Desde que Rong Guotuan se proclamó campeón del mundo en 1959, primer título mundial de la historia del deporte chino, el país nunca ha estado escaso de talento. Al contrario, decidir quién representa a China en las competiciones internacionales no es tarea fácil e incluso otros países están representados por jugadores chinos nacionalizados. El dominio de China ha sido tan apabullante, sobre todo en las últimas tres décadas, que el equipo nacional ha sido capaz de ganar todas las medallas de oro en disputa en tres Juegos Olímpicos diferentes.

Tanta superioridad obligó a la Federación Internacional de Tenis de Mesa a variar las reglas en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, con el objetivo de que otros países tuviesen alguna oportunidad. Y aunque los jugadores y jugadoras chinas copan los cinco primeros puestos del ranking mundial, la normativa solo permite incluir a tres de cada género en el equipo olímpico.

El secreto del éxito

Pero, ¿qué hace a los jugadores chinos tan dominantes en el panorama internacional? “Es un deporte perfecto para la constitución física de los chinos”, según Liang Geliang, ex campeón mundial y catedrático de Ciencias de la Salud en la Universidad de Beijing. “Una constitución fuerte no es algo prioritario, un candidato a ser jugador de tenis de mesa debe ser inteligente y dominar sus nervios”.

La holandesa Bettine Vriesekoop, bicampeona de Europa y afincada en China, dijo que cuando llegó al país tenía mucha curiosidad por conocer el secreto del éxito de sus jugadores. “No hay ningún secreto”, concluyó poco tiempo después. “Tienen un sistema de entrenamiento muy simple y práctico. Realizan tres o cuatro ejercicios básicos, y después juegan hasta que son capaces de aprender a jugar sin cometer errores”.

Coincide en ello la china Deng Yaping, considerada una de las mejores jugadoras de todos los tiempos. Cuando se retiró, a los 24 años, tenía más títulos que cualquier otro jugador de la especialidad, incluidas cuatro medallas olímpicas de oro y 18 títulos mundiales. Cuando le preguntaron cuál era su secreto, simplemente respondió: “Práctica”.

Mucha práctica y una gran afición por un deporte que obtiene audiencias masivas cuando es retransmitido por televisión y a cuyos campeonatos importantes los aficionados chinos acuden en masa, pese a que muchas veces la pelota, tanta es su precisión, es casi imposible de seguir. Pero, con todo, el ping-pong en China, es más. Mucho más de hecho.

Una herramienta diplomática

El 11 de febrero de 2013, todos los periódicos de China y no pocos del resto del mundo recogieron la noticia del fallecimiento, a los 72 años, de Zhuang Zedong, protagonista accidental de uno de los capítulos más famosos de la historia moderna china, conocido como “la diplomacia del ping-pong”.

La historia es conocida: Zhuang, tres veces campeón mundial de tenis de mesa, le regaló un brocado al jugador estadounidense Glenn Cowan durante el Campeonato Mundial de Tenis de Mesa celebrado en Nagoya, Japón, en 1971. Cowan había subido por error al autobús del equipo chino. Ambos, en plena Guerra Fría, se fotografiaron juntos, y el jugador estadounidense correspondió al chino regalándole una camiseta con el símbolo de la paz y el lema Let it be, como la canción de The Beatles.

Después del campeonato, y por orden del Gran Timonel, un equipo estadounidense de quince miembros fue invitado a jugar un torneo amistoso en China, en el que se impuso el equipo local. Tres meses más tarde, el entonces secretario de Estado Henry Kissinger se desplazó en secreto a Beijing para preparar lo que sería la primera visita de un presidente estadounidense a la República Popular China, la que realizó Richard Nixon el 21 de febrero de 1972 y que supuso el inicio de un deshielo entre ambos países que conduciría al restablecimiento de las relaciones diplomáticas en 1979. Para referirse a este capítulo de su historia, en China se suele decir que “la pelota pequeña empujó a la grande”. La revista Time escribió entonces que “probablemente nunca antes en la historia se haya utilizado con tanta efectividad un deporte como herramienta de diplomacia internacional”.

 

Fuente: China Hoy

 

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