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spanish.china.org.cn | 10. 03. 2016 | Editor: Elena Yang [A A A]

Cambio de modelo de urbanización

Palabras clave: Cambio de modelo de urbanización
 

Por PENG SHUYI*

Gracias a la aplicación de la política de reforma y apertura al exterior y al impulso del acelerado desarrollo económico, China se ha adentrado en un periodo de urbanización, el cual, sobre todo en la última década, ha sido mayúsculo, con un ritmo de crecimiento anual superior al 1,3 %. China ha pasado de tener una tasa de urbanización por debajo del 20 % antes de la política de reforma y apertura a una del 56,1 % a finales del año pasado.

Sin embargo, con el paso del tiempo, el modelo de urbanización ha dado lugar a una serie de problemas, tales como la aparición de muchas ciudades con la misma fisonomía y la carencia de servicios públicos. Así pues, el nuevo equipo de dirigentes, después de reflexionar, ha propuesto un nuevo plan de urbanización cuyos objetivos pasan por priorizar al ser humano, proteger el medio ambiente y promover el desarrollo sostenible, todo lo cual implica un importante cambio en el modelo económico chino.

Problemas surgidos en el periodo anterior

La tasa anual de crecimiento urbano en su proceso inicial en los países desarrollados osciló entre un 0,16% y un 0,24 %, por lo que necesitaron varias décadas, alguno incluso un siglo, para elevar de un 20 % a un 40 % su tasa de urbanización, y necesitaron varias décadas más para pasar del 40% al 80 %. China, como país en vías de desarrollo, carecía de experiencia a la hora de afrontar su proceso de urbanización, el cual se llevó a cabo de un modo extensivo que ha causado varios problemas.

La primera etapa del proceso de urbanización, ya concluida, consistió en delimitar zonas de construcción y llevar esta a cabo. Era un momento en que existía una fiebre constructora y todas las ciudades, tanto grandes como pequeñas, aspiraban a la internacionalización omitiendo las diferencias geográficas y humanas. Las calles y los característicos callejones tradicionales e históricos fueron destruidos y sustituidos por calles anchas, jardines, plazas y edificios de estilo uniforme. Tanto en las metrópolis como en los pueblos se levantaron edificios que pretendían ser emblemáticos. Incluso, aparecieron imitaciones de la Plaza de Tian’anmen, del Arco del Triunfo y de la Casa Blanca, edificaciones sin ningún encanto que sustituyeron a las huellas históricas y a los recuerdos. No solo les faltan belleza y carácter, sino que debido a su alto consumo energético malgastan recursos.

Otro problema consiste en que durante la primera fase de urbanización se ha priorizado el PIB, dejando de lado la construcción de infraestructuras, como una red subterránea de tuberías y servicios, hospitales, escuelas, zonas verdes y plantas de tratamiento de residuos sólidos. Las ciudades se ven bonitas, pero no son convenientes para vivir, sobre todo las ciudades grandes y las metrópolis, donde los suministros de agua y electricidad son insuficientes, existe un desequilibrio entre la demanda y la oferta de educación y asistencia sanitaria, hay un grave problema de contaminación y muchos atascos de tráfico. Mientras tanto, las ciudades y poblados medianos y pequeños han experimentado una especie de aplasia en su proceso de urbanización y, actualmente, su capacidad administrativa y de servicios es insuficiente.

Cabe mencionar que la urbanización de la población está siendo mucho más lenta que la del territorio, pese a que sobra una gran cantidad de mano de obra en el campo chino, la cual urge absorber y colocar laboralmente en las ciudades.

Según estadísticas oficiales, la tasa de urbanización de China supera el 50 % y, al mismo tiempo, la de urbanización de la población es menor del 40%, es decir, aunque la cantidad de ciudades en China haya aumentado mucho, dos tercios de la población sigue siendo rural, y aunque muchos trabajan en las ciudades no son sino “viajeros de paso”. Con el vigente sistema de empadronamiento, no pueden disfrutar de derechos sociales, como la atención sanitaria en la ciudad o la educación, una carencia, esta última, que les obliga a dejar a sus hijos en sus pueblos natales. En 2005, en el campo chino había más de 60 millones de niños separados de sus padres, lo cual implica problemas sociales que no se pueden despreciar.

Este fenómeno se debe a que en las grandes ciudades sobra población y es difícil recibir a más personas; mientras que en las ciudades medianas y pequeñas falta empleo, razón por la que a pesar de que en la primera fase del proceso de urbanización se levantaron muchas zonas residenciales nuevas, lo que ha elevado la tasa de urbanización del territorio, estas se han convertido en ciudades fantasma o ciudades vacías por la carencia de empleo.

Fase en la que se prioriza al ser humano

El nuevo grupo de dirigentes chinos dio a conocer en 2014 el nuevo plan de urbanización, que concluirá en 2020.

El plan prioriza la urbanización centrada en el ser humano, que sustituirá a la anterior, centrada en el PIB y el hormigón armado. Esta propuesta coincide con el cambio de modelo de la economía china y del desarrollo social.

Desde que China comenzó a aplicar la política de reforma y apertura al exterior, su desarrollo económico tuvo una importante dependencia de las exportaciones, de modo que la crisis financiera de 2008 supuso un duro golpe. Luego, el Gobierno chino ha venido estimulando la demanda interna en lugar de las exportaciones, promoviendo así un cambio de modelo económico. Por otro lado, el desarrollo extensivo durante las décadas anteriores ha generado una gran presión sobre el medio ambiente. Por lo tanto, el Gobierno chino apuesta ahora por un cambio de modelo social, por la construcción de una sociedad que ahorre recursos y sea respetuosa con el medio ambiente. El nuevo tipo de urbanización, sobre todo el desarrollo vigoroso de la urbanización de las ciudades medianas y pequeñas, es una medida eficaz para promover la demanda interna y materializar el desarrollo económico sostenible y el cambio de modelo social.

Priorizar al ser humano consiste en urbanizar a la población, no el territorio; es decir, promover la urbanización de la población rural. Para ello, es necesario que en las ciudades, sobre todo en las medianas y pequeñas, se impulse enérgicamente el desarrollo de la pequeña y mediana empresa del sector terciario, como aquellas relacionadas con la cultura y el turismo, que ofrezcan empleos a la población rural que se traslade a la ciudad. No es un proceso sencillo, puesto que demanda innovación, experiencia y práctica.

Otro aspecto que merece la pena mencionar es que, con la creación de empleo, nuevos ciudadanos accederán al sistema de servicios públicos, en el que se incluye el seguro social, la asistencia sanitaria o la educación obligatoria, para que disfruten de idéntico bienestar social. Solo así podremos convertir a la población restante rural en auténticos ciudadanos de derecho y garantizar la sostenibilidad del desarrollo urbano.

La historia y la naturaleza van juntas

El nuevo tipo de urbanización aboga por respetar la historia y la cultura de las ciudades y prohibir actuaciones que las destruyan, como drenar lagos para convertirlos en suelo urbanizable, talar árboles o demoler edificios antiguos. Se trata de mantener el aspecto original y la fisonomía histórica de las calles antiguas y de las zonas residenciales con particularidades locales. Además de sus verdes montañas y sus lagos, las ciudades deben respetar su cultura, su historia y su alma. O sea, la construcción tanto urbana como rural debe apoyarse en la historia y la cultura locales. La experiencia internacional testifica que siempre que sea nacional, será también internacional.

El plan también está orientado a la construcción de ciudades que ahorren recursos y sean respetuosas con el medio ambiente, es decir, que da importancia al entorno en que reside el ser humano. Así pues, cuando se levante una zona residencial, se debe aprovechar razonablemente el espacio para la creación de zonas verdes, distribuir científicamente hospitales y escuelas para facilitar la vida de la gente, atender tanto a los detalles visibles como a los invisibles, como la red de tuberías subterráneas y la de recogida y transporte de basuras que eviten que la ciudad se convierta en un mar cuando llueva o que se vea rodeada de basura. El plan de urbanización presta suma atención en la gran población y la carencia de recursos, considera la capacidad de suministro de agua y el medioambiente, por lo que insiste en un desarrollo bajo en carbono, de ahí que aconseje utilizar sistemas de ventilación e iluminación naturales al construir edificios para evitar que sean totalmente cerrados y recurran el aire acondicionado todo el año con la consecuente factura para el medio ambiente.

A estas alturas ya ha concluido la prueba de la primera fase del nuevo tipo de urbanización y China entró en la segunda fase en diciembre de 2015. Gracias al impulso de esta nueva concepción, confiamos en que la urbanización china camine hacia un desarrollo más científico y razonable.

*Peng Shuyi es investigadora adjunta del Instituto de Europa de la Academia China de Ciencias Sociales.

 

(Fuente: China Hoy)

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