Tradicionalmente, los centros urbanos han sido una anormalidad. La mayoría de la población del planeta siempre se ha distribuido por las zonas rurales. Sin embargo la revolución industrial cambió esto, y las grandes urbes industrializadas comenzaron a efectuar un efecto llamada sobre la población rural que ha llevado a que, en la actualidad, la mayor parte de la población del planeta viva en centros urbanos.

China es el mejor ejemplo de la universalidad de este proceso. Una sociedad eminentemente campesina que a día de hoy cuenta con más habitantes urbanos que rurales.

Según un estudio de la consultora Oxford Economics que compara 750 grandes ciudades del mundo que concentran el 57% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial, esta tendencia se profundizará en los próximos años.

Según los analistas, tres son las tendencias que están cambiando las relaciones de poder a nivel global: la rivalidad China-Estados Unidos por la hegemonía global, el desplazamiento del motor económico mundial de Occidente a Oriente y la creciente importancia del mundo en desarrollo en desmedro del mundo desarrollado

En 2030, siete de las diez ciudades con mayor crecimiento económico serán chinas: Shanghái (2), Tianjín (3), Pekín (4), Guangzhou (6), Shenzhen (7), Chongqing (9) y Suzhou (10), todas ellas con un PIB conjunto de casi 4 billones de dólares, una tercera parte del PIB de los EEUU. Nueva York (1) seguirá encabezando el ranking, mientras que Los Ángeles se posicionará en el puesto número 5. Por su parte, Europa estará representada por Londres (9). Entre todas las ciudades, solo Tokio, Washington, Chicago y Houston pertenecen al mundo desarrollado.

Si se extiende el análisis a las 50 ciudades más poderosas, 17 serán chinas. Esta cifra superará a toda Norteamérica y será cuatro veces más que Europa. En el centro del crecimiento económico chino está el proceso de urbanización que más que duplicó en los últimos 25 años.

En la crisis económica mundial China invirtió en infraestructuras más de 500.000 millones de dólares, como parte de una estrategia de largo aliento. El llamado "Nuevo Plan de Urbanización Nacional 2014-2020" anunciado hace dos años por el gobierno chino supone una nueva mega inversión de alrededor de 7 billones de dólares, aproximadamente la mitad del PIB de los EEUU.

Todo esto basándose en unas proyecciones de que el 70% de la población china vivirá en ciudades en el 2030, con núcleos urbanos con una media de 13 millones de habitantes.

Se espera que para el 2030 el 35% de la población mundial viva en las 750 ciudades más grandes del planeta, lo que supondrá un aumento del consumo en unos 18 billones de dólares, con un mercado de unos 220 millones de hogares con ingresos medios y un número equivalente con ingresos altos.

La creciente presencia de las llamadas economías emergentes será otro rasgo de esta explosión del consumo urbano.

Las infraestructuras suponen uno de los grandes desafíos de estos crecimientos urbanos y requieren de una política conjunta de vivienda, salud, educación y transporte que, con frecuencia, sobrepasa a las autoridades.

Las grandes urbes latinoamericanas se enfrentan además a la concentración del poder político, económico y administrativo en la capital, lo que suele producir fuertes distorsiones en el funcionamiento de una sociedad que van de burbujas inmobiliarias a la congestión de las capitales.