La nómada etnia Kazak se traslada buscando el agua y los prados. En primavera, verano y otoño, vive en las yurtas, fáciles de instalar y desmontar. La parte superior de la yurta tiene la forma de cúpula, y la inferior, de columna. Unos maderos constituyen el cuerpo principal de la yurta, y una estera hecha con un achnatherum espléndido lo rodea. Sobre ella, está el fieltro. Dentro de la yurta, la parte delantera cercana a la puerta es para almacenar utensilios y la trasera se usa para atender a los invitados y dormir.

El 16 de mayo de 2015, en la aldea Xishan de Hami, en la región autónoma uigur de Xinjiang, Kenerta, ganadero kazak instala su yurta. Pese a que hoy día la mayoría del pueblo nómada ha logrado alojarse en viviendas fijas, el abuelo de Kenerta, de 72 años de edad, se ha acostumbrado a vivir en la yurta. Kenerta, que vive desde niño con su abuelo, instala una yurta en una zona de valles todos los años a mediados de mayo para que su abuelo y él vivan allá.

La instalación de una yurta requiere de mucha fuerza, por eso Kenerta pide la ayuda a otros. Su abuelo prepara personalmente el plato de carne que comerán con las manos para agradecer a los invitados.

Una yurta se compone de un espacio cerrado circular, los maderos para la cúpula, el círculo superior, el fieltro y la puerta. Se divide en dos partes, la superior y la inferior. La parte inferior tiene forma de columna y la superior, de cúpula. La columna es el cerramiento circular formados por las barras del tamarisco chino y sobre éstas se envuelve una estera hecha con achnatherum espléndido. Las hierbas deben tener la misma longitud y grosor, y se tejen dibujos con lanas multicolores rojas, amarillas, verdes, blancas y negras, para que la yurta sea más bonita. Una yurta necesita miles de hierbas de achnatherum espléndido, y tejerlas no es una tarea fácil. Se utilizan las cuerdas de lana para atar bien los maderos y luego se envuelve el fieltro. Las cuerdas de lana para atar el cerramiento circular son pelusas teñidas en negro, rojo, azul, amarillo y verde, con una anchura de 25 a 40 centímetros. Se atan en las conexiones para proteger el espacio cerrado circular y los maderos para la cúpula, además de hacer la yurta más bella.

La cúpula de la yurta está establecida con decenas de barras de tamarisco chino, cuya longitud alcanza de 3 a 3,2 metros. El extremo cercano al cerramiento circular de la barra tiene la forma cuadrada y está atado a éste con las finas cuerdas de lana. El otro extremo es recto y liso, y se inserta en los agujeros de un círculo que tiene un metro de diámetro, para formar la cúpula. El círculo es el techo de la yurta, y además, la claraboya. Está formado por tres partes curvas atadas con el cuero. En el círculo hay agujeros para insertar los maderos. Además, se utilizan 4 ó 6 maderos redondos y finos para formar un semicírculo, y se ponen encima del círculo, como una olla al revés. En el fieltro en el círculo de algunas yurtas se pintan los dibujos de rojo y de otros colores.

Al instalarse el cuerpo principal y al envolverse la estera, se añade el fieltro. Sobre él, hay otra tapa de fieltro, y en el centro del tope de éste, se abre una claraboya de un chi de diámetro. Encima de la claraboya, se instala una tapa movible. De día se abre para que entre el sol y salga el humo del fuego de la cocina. De noche y en los días con lluvia y nieve se cierra. El fieltro y la tapa están hechos de lana, y en el borde hay cuerdas para fijarla. Al final se usan las cuerdas para fijar bien la yurta.