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spanish.china.org.cn | 04. 06. 2014 | Editor: Eva Yu | [A A A] |
Brasil, país exótico de niños morenos y sonrientes que descalzos juegan al fútbol. Mulatas de cuerpos esculturales y bikinis pequeños en las playas de Copacabana. Interminables jornadas de sol en las que, felices y risueños, los lugareños bailan samba con havaianas o hacencapoeira. El escenario es Río de Janeiro, esa cidade maravilhosa, capital de ese país "bendecido por Dios" y por la música de Caetano y los maestros del Bossa Nova.
No exactamente. Río fue sí la capital de Brasil, pero desde los 1960 ya no lo es (ahora es Brasilia). Y Brasil no es solo Río, aunque con sus laderas llenas de favelas, sus playas y sus colinas verdes que ofrecen vistas impresionantes, Río es una buena representación de Brasil. Quizá la ciudad que mejor resume el espíritu de la nación. Pues es una ciudad de tremendos contrastes. Y esos mismos contrastes son los que hacen imposible generalizar en Brasil, y hacen que los clásicos estereotipos de poco sirvan. Desmitificamos diez de ellos.
1. Brasil es todo playa / selva / sol / calor
Brasil es un país del tamaño de Europa que embruja por su diversidad natural; hay selva, sí, la mayor del mundo. También hay playas, blancas, bellas, plagadas de dunas y semidesiertas. En medio país hace calor y sol, todo el año. Pero también hace frío: se alcanzan temperaturas negativas en ciudades como Porto Alegre, y en Sao Paulo la humedad transforma los 5 grados centígrados del invierno en un suplicio.
También hay mucho asfalto. Cerca del 87% de los brasileños viven en ciudades, según el instituto brasileño de estadística, IBGE. Pero además en Brasil se encuentran dos de las cinco ciudades más pobladas de América Latina - Sao Paulo y Río-,cuya insuficiente infraestructura desató la ola de protestas que asola el país.
Por otro lado, en la selva la deforestación avanza de la mano de grandes ganaderos, cultivos extensivos y madereros que con frecuencia recurren a la tala ilegal y a las amenazas de muerte -consumadas-. El resultado es que en solo 40 años el 17% de la selva amazónica ya no es tal, según datos de Greenpeace.