Sergiiu, de 24 años, también había vivido en la alcantarilla subterránea. Para mantenerse alejado de las drogas, luego se trasladó al lugar debajo de un puente, un sitio relativamente tranquilo. Allí comenzó a estudiar en un intituto de formación profesional, con la esperanza de cambiar su vida y escaparse del del destino de ser vagabundo.
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