Seis meses después de que el Gobierno salvadoreño avalara una histórica tregua entre esos dos poderosos y archirrivales grupos criminales, para reducir la terrorífica tasa nacional de homicidios, altos funcionarios públicos hoy se encuentran divididos sobre si el acuerdo realmente funciona.
A principios de marzo, MS-13 y Barrio 18, se comprometieron a poner fin a los asesinatos y a los reclutamientos forzados a cambio de mejores condiciones para sus líderes, que han dirigido el accionar de ambas pandillas desde la cárcel. El Gobierno transfirió a 30 jefes de cada pandilla de la cárcel máxima seguridad de Zacatecoluca, apodada "Zacatraz", a cárceles comunes, desde donde iban a impartir la orden de tregua para que sus subordinados en las calles la siguieran estrictamente.