(SPANISH.CHINA.ORG.CN) - Arqueólogos de la provincia noroccidental china de Shaanxi confirmaron ayer jueves, tras varias semanas de pruebas de laboratorio, que los huesos encontrados en un recipiente de bronce descubierto en una tumba de 2.400 años de antigüedad corresponden a un perro macho de menos de un año de edad.
En total fueron encontrados 37 huesos en la olla, que fue desenterrada en noviembre de 2010 en una sepultura hallada cerca del Aeropuerto Internacional de Xianyang, en los suburbios de Xi'an, dijo Liu Daiyun, investigador del Instituto Arqueológico Provincial de Shaanxi.
"Cuando abrimos la vasija, que tiene unos 20 centímetros de alto, quedamos estupefactos al encontrar huesos y sopa en su interior", dijo Liu. El guiso había adquirido una tonalidad verdosa, similar a la del recipiente, reveló el experto.
En la China de la antigüedad, era costumbre ofrecer recipientes llenos de comida a los difuntos, explicó el experto. La tradición adquirió fuerza en el Período de los Estados Combatientes (475-221 a.C.), época en la que, según el equipo de arqueólogos, fue ofrendado el cocido de perro.
Hu Songmei, el investigador que hizo la mayor parte del trabajo de laboratorio para establecer a qué animal pertenecían los huesos, dijo que al abrir la vasija se dio cuenta de que éstos eran "notablemente parecidos" a cuatro juegos completos de esqueletos caninos preservados en el laboratorio del instituto. Sin embargo, acotó, son más pequeños, lo que le llevó a suponer que se trataba de un cachorro, explicó Hu.
De acuerdo con el experto, es necesario realizar más exámenes de laboratorio para identificar la raza exacta del canino. "Los perros fueron domesticados por los humanos hace al menos 10.000 años, pero las especies anteriores emparentadas con los lobos salvajes podrían ser muy diferentes a los perros que hoy en día tenemos como mascotas", señaló.
Además de la sopa, los investigadores también encontraron un líquido similar al vino en otro recipiente "sellado al vacío" en el mismo sepulcro. "Quienquiera que sea el propietario de la tumba, debía gustarle mucho el licor y la carne, por eso sus descendientes quisieron asegurarse de que pudiera seguir disfrutando de sus manjares predilectos aún en el más allá".