Las ‘caras cambiantes’ consisten en una danza en la que el bailarín, mediante movimientos rápidos sucesivos, va cambiándose de máscaras a la vez que danza, ejecutando movimientos de brazos y giros con la cabeza, con los cuales las máscaras pintadas cambian una y otra vez, como por arte de magia.
Este tipo de número comenzó hace 300 años. Al principio, los maestros de la ópera cambiaban el color de sus rostros durante las actuaciones soplando en un cuenco con polvos de colores rojo, negro o dorado. Los polvos se adherían rápidamente a la piel, previamente untada con grasa. Otro método consistía en que los actores se frotaban la cara con pasta de colores que llevaban escondida en la palma de las manos.
En la década de 1920, los maestros de la ópera comenzaron a utilizar diferentes capas de máscaras superpuestas, hechas de papel aceitado o pellejo de cerdo seco. Durante la actuación, los maestros las iban retirando una tras otra en un abrir y cerrar de ojos.
En la actualidad, los bailarines utilizan máscaras de seda completamente pintadas que llevan en capas. Pueden llegar a ponerse hasta dos docenas de máscaras superpuestas, que van retirando una a una.
Ver la película ‘El Rey de las máscaras’ [http://ecine.info/filmes/40565/el-rey-de-las-mascaras/], de 1996, del director Wu Tianming, que narra la vida de un viejo maestro del ‘bianlian’, es una buena forma de conocer un poco más este arte.