Los árabes antiguos solían usar una receta muy peculiar—comer miel conservado por cien años, miel que se usaba para envolver cadáveres. Esta receta extraña residía en que se envolvía a una persona sana con miel o lanzarla al estanque de miel hasta ahogarse. Después se conservaba este cadáver de miel en un ataúd de piedra y luego de cien años se lo sacaría para que sirviera de merienda para curar la enfermedad tísica o pulmonía.