Con la llegada del frío apetece esconderse en algún lugar remoto, resguardado, y disfrutar de la sensación de abrigo. No me refiero a quedarse languideciendo acurrucado en casa, ni al calor revitalizador de una taza de té, sino a refugiarse en un rincón olvidado del mundo, lejos del ajetreo y del estrés, y dejarse acariciar por los templados rayos del sol invernal. A continuación os presento algunos de estos desconocidos refugios de tranquilidad:
1 Mónaco
Mónaco es el segundo estado más pequeño del mundo, solo un poco más grande que el Vaticano. Sus afortunados habitantes disfrutan de más de 300 días soleados al año. La línea de costa solo tiene unos centenares de metros de longitud, pero es rica en monumentos históricos y atracciones de interés cultural, como el Palacio del Príncipe, el Museo Oceanográfico o la Catedral de Mónaco, construida solamente con piedras de color blanco. Durante el día los visitantes pueden deambular por los callejones medievales de la ciudad vieja y acercarse al Palacio Real, para presenciar la ceremonia del cambio de guardia. Llegada la noche, pueden disfrutar de la rica vida nocturna de la ciudad, en especial de las conocidas fiestas del Club Sporting Monte-Carlo y los diversos espectáculos del Club Casino. Cada día, por la mañana, al despertar y asomarse por la ventana, sobre todo si se tiene una habitación con vista al puerto, al visitante le invade una sensación de calma y desapego.
|