Durante la estación otoñal, decenas de miles de personas se congregan en Xiangshan (el parque de las Colinas Fragantes) para pasear entre los famosos arces de hojas rojas, un conocido icono del otoño pequinés. Pero, quizás, estos mismos espectadores no son conscientes de que dentro de la misma ciudad, en lugares relativamente escondidos, también se puede disfrutar de los brillantes colores del otoño.
Las hojas de los ginkgos de Beijing despliegan su espectáculo de color estimuladas por los cambios en la diferencia de temperatura entre el día y la noche. Las elegantes hojas de ginkgo en forma de abanico se posan majestuosas por encima de las calles de la ciudad, ofreciendo a los viandantes que alzan la vista una imagen de tranquila belleza que contrasta con el ajetreado tráfico de la capital.
El ginkgo es un árbol prehistórico que ha sobrevivido desde la época en que los dinosaurios poblaban el mundo. Hace 270 millones de años, Norte América y Europa estaban cubiertos por densos bosques de ginkgo. Actualmente, estos antiguos árboles solo crecen de forma natural en Asia, mayoritariamente en China.
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