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La película Nanking rodada desde la óptica occidental y su proyección en China son otra exégesis de un caso histórico mundial, pero eso no está mal. Durante largo tiempo, los chinos han asumido esta posición: acusar a lágrimas vivas a Japón por sus atrocidades en la masacre de Nanjing (nombre de la misma ciudad escrito en letras latinas según la fonética china) en 1937 y condenarlas con indignación. Las películas y telenovelas chinas para reproducir esta tragedia, incluyendo La masacre de Nanjing dirigida por Wu Ziniu, contienen indistintamente escenas de sangre y lágrimas para repetir e intensificar dicha posición en lo moral: Los agresores nipones cometieron crímenes de lesa majestad y deben presentar disculpas al pueblo chino.
El juicio de Tokio es una película producida hace pocos años. Aunque los productores destacaron la internacionalización en la elección de actores, los diálogos y el estilo de la obra y limitó el tiempo dedicado a la descripción de la matanza en Nanjing, foco del juicio de Tokio, la tendencia de los sentimientos nacionales sí superó la presentación objetiva del proceso jurídico, debilitando en consecuencia la fuerza convincente del filme. En cierto sentido, sin embargo, la contención del sentimiento subjetivo por sus productores ha resaltado el valor universal y el raciocinio al cabo de setenta años de reflexión sobre los dolores históricos. He ahí la clave para los cinematógrafos chinos empeñados en rebasar el cuello de botella de los “temas de resistencia antijaponesa”.
A diferencia de las películas de guerra occidentales como Schindler's List, Saving Private Ryan y Band of Brothers, Nanking enfatiza más la veracidad primitiva. Como una película con carácter de documental, su valor no sólo consiste en una nueva cantidad de materiales visuales recogidos y presentados en la pantalla para confirmar fehacientemente la tragedia ocurrida, ya que sus dos directores americanos, Bill Guttentag y Dan Sturman, también invitaron a actores a hacer de los occidentales como el alemán John H. D. Rabe y la americana Minnie Vautrin que arriesgaron sus vidas para salvar a refugiados chinos. De esta manera, este documental, que habría podido ser pesado y sangriento, resulta más fácil de aceptar por los espectadores comunes gracias a su forma humana y dramática. En contraste con los documentales chinos, rústicos y monótonos, los directores de Nanking, ganadores de premios Oscar, tienen en verdad más experiencias para la narración y la interpretación.
(29/07/2007, spanish.china.org.cn)
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