El mantenimiento del orden mundial actual, que se basa en la paz lograda tras la victoria de los aliados en la Segunda Guerra Mundial y previene contra la vuelta del militarismo en la era posguerra, requiere esencialmente de esfuerzos concertados tanto de China como de Estados Unidos.
Mientras toda la comunidad internacional conmemora el 70º aniversario del triunfo en la Segunda Guerra Mundial, expertos chinos y extranjeros han abogado por esfuerzos concertados China-EEUU para salvaguardar el orden mundial posguerra, que ahora enfrenta graves desafíos provocados por los intentos de las fuerzas derechistas de Japón de negar el resultado de la Segunda Guerra Mundial y de cambiar la Constitución pacifista de su país.
Bajo estas circunstancias, es hora de que Estados Unidos se una a China en la salvaguarda del orden de posguerra, apuntó Ted Carpenter, destacado experto en estudios sobre defensa y política exterior del Instituto de Cato, centro de análisis con sede en Washington. Añadió que su estrecha cooperación puede tener un impacto positivo y estabilizador sobre una amplia gama de temas.
"En nuestra actual era, los dos países necesitan ser tratados como gran potencias responsables con la obligación y el derecho a contribuir al orden global", dijo en una reciente entrevista con Xinhua.
INQUEBRANTABLE ORDEN MUNDIAL DE POSGUERRA
Nacida de las ruinas de la Segunda Guerra Mundial, la Carta de las Naciones Unidas, organismo multilateral encabezado por las grandes potencias aliadas, estableció el tono general de paz para el mundo de posguerra, un importante resultado de la guerra antifascista.
La Declaración de El Cairo de 1943 y la Proclamación de Potsdam de 1945 son dos importantes documentos que respaldan la paz y el orden hoy en día en Asia Oriental.
"El orden de posguerra fue fundado sobre esos importantes documentos históricos", indicó el vicepresidente del Instituto de Estudios Internacionales de China (CIIS, siglas en inglés), Ruan Zongze. "Sus propósitos son salvaguardar mejor la paz mundial y evitar que los responsables de la guerra repitan los errores pasados", subrayó.
Sobre el Japón militarista, la Declaración de El Cairo expuso en términos explícitos que "todos los territorios que Japón ha robado a China, como Manchuria, Formosa (Taiwan) y Pescadores" deben ser reintegrados a China.
Como ultimátum que reclamó la entrega incondicional de Japón, la Proclamación de Potsdam reafirmó que "los términos de la Declaración de El Cairo deben ser llevados a cabo y la soberanía japonesa debe ser limitada a las islas de Honshu, Hokkaido, Kyushu, Shikoku y tales islas menores", tal y como se determinó.
"Sus términos están muy claros: Japón deben devolver todos los territorios que tomó por la fuerza, incluyendo las islas Diaoyu de China", dijo a Xinhua Shi Yinhong, profesor de la Universidad Renmin de China, quien también trabaja como consultor del Consejo de Estado chino.
Después de expresar una total aceptación de la proclamación en el día de su rendición, Japón revisó su ley fundamental basada en el militarismo, cuya versión de posguerra es conocida como "Constitución pacifista" por el artículo 9, en el que renuncia a la guerra.
La Constitución prohíbe el uso de fuerza como medio para solucionar disputas internacionales y también veta que Japón mantenga un ejército, una armada o una fuerza aérea.
JAPON: TERCO DESAFIO A ORDEN MUNDIAL DE POSGUERRA
Sin embargo, apenas unos años después de la adopción de su Constitución pacifista, el país que inició la Segunda Guerra Mundial intentó ignorar sus actos de agresión y crímenes de guerra en los libros de texto de historia nacional, iniciando la desviación de Japón del compromiso de renuncia a la guerra de 1947.
Haciendo caso omiso de la Proclamación de Potsdam, los miembros del gabinete del Gobierno nipón han realizado frecuentes visitas en las últimas décadas al infame santuario de Yasukuni en Tokio, que rinde homenaje a 14 criminales de guerra de primer rango de la Segunda Guerra Mundial.
Algunos criminales de guerra honrados en el templo -- un símbolo del pasado militarista japonés -- fueron responsables del ataque sorpresivo contra Pearl Harbor de EEUU en 1941, recordó Ruan.
En sus últimos esfuerzos encabezados por el primer ministro, Shinzo Abe, el Gobierno japonés trató de reinterpretar la Constitución y forzar la aprobación de los polémicos proyectos de ley para permitir a las tropas de las Fuerzas de Autodefensa jugar un papel mayor en el exterior más allá del propósito de autodefensa, además de protagonizar la farsa de la llamada "nacionalización" de la isla Diaoyu de China.
A través de abiertas violaciones de los términos del derecho internacional en el que se basa el orden mundial actual, Japón busca quebrantar las restricciones de posguerra que pesan sobre sí, "en una muestra de haber emprendido el camino del revisionismo histórico", señaló Ruan.
Una reciente encuesta publicada por la emisora de radio NHK muestra que el 61 por ciento de los japoneses encuestados rechaza el rumbo de su Gobierno. Además, masivas protestas contra eL Ejecutivo se han desatado una tras otra en las principales ciudades japonesas. (Contin