Es momento de que Estados Unidos se una a China en la salvaguardia del orden de posguerra, mientras que la estrecha cooperación entre los dos países puede tener un impacto positivo y estabilizador en un abanico de temas, indicó un experto.
"El orden (mundial) tras la Segunda Guerra Mundial solo se puede aplicar parcialmente al siglo XXI. La condena de la guerra agresiva ciertamente puede ser aplicada, pero las declaraciones de El Cairo y Potsdam también conciben un mundo dividido entre los Aliados victoriosos y las potencias fascistas perdedoras, principalmente Alemania y Japón", dijo en entrevista con Xinhua Ted Carpenter, un investigador de Estudios de Defensa y Política Exterior del Instituto Cato, un grupo de expertos con sede en Washington.
"En la era actual, esos dos países necesitan ser tratados como grandes potencias responsables, con la obligación y el derecho de contribuir al orden global", detalló, añadiendo que Japón debe seguir el ejemplo de Alemania y aceptar la responsabilidad completa por la agresión que desencadenó la Segunda Guerra Mundial.
"En un orden global estable del siglo XXI, debe haber respeto por las prerrogativas regionales de otras grandes potencias", afirmó, explicando que por este motivo, China y EEUU necesitan tratarse como iguales, lo que requiere un ajuste en la forma de pensar de Washington.
Esto significa que China debe aceptar que EEUU tiene intereses especialmente importantes en el hemisferio oeste y espera ser tratado como la potencia líder en esa región.
De la misma manera, EEUU debe aceptar que China cuenta con intereses especialmente importantes en Asia central y oriental y espera que otras potencias principales lo respeten, dijo.
El experto dijo que el área más polémica es probablemente el noreste de Asia, donde tanto China como EEUU cuentan con importantes intereses, y aprender a navegar esa situación supondrá un reto para ambas potencias.
Además Carpenter dijo que una cooperación estrecha entre EEUU y China puede tener un "impacto beneficioso y estabilizador en un abanico de temas", incluyendo el programa nuclear de la República Popular Democrática de Corea (RPDC), y otras posibilidades de proliferación nuclear, la lucha contra el terrorismo islámico y el impulso del crecimiento económico.
El experto dijo que EEUU "ha aprendido de sobra las lecciones de la Segunda Guerra Mundial", ya que los actos de agresión de Japón, especialmente el ataque sorpresa contra Pearl Harbor, traumatizaron al público estadounidense.
Desafortunadamente, la mentalidad de Guerra Fría todavía persiste, y todo desarrollo disruptivo es considerado como una amenaza mortal a la paz y al orden global, provocando que Washington lance intervenciones militares como la invasión de Irak y la guerra en Afganistán, dijo.
"Al final, esas intervenciones causan muchos más problemas de los que resuelven. Los líderes de EEUU deben ser más cautelosos y sobrios a la hora de evaluar si las situaciones adversas en un país en particular verdaderamente suponen una amenaza para la seguridad u otros intereses de EEUU", dijo.
Sobre las declaraciones de El Cairo y Potsdam, Carpenter dijo que ninguna de las dos declaraciones ha tenido un impacto decisivo en el orden regional o global. "Mucho más importante ha sido el cambio en la percepción de EEUU sobre el entorno amenazador y sobre el rol que Washington cree que los aliados deben tomar", detalló.
"Hubo un momento en el que los líderes estadounidenses favorecían un Japón limitado, si no directamente pacifista", dijo, añadiendo que con el crecimiento de las preocupaciones sobre el reparto de cargas, y sobre las intenciones estratégicas de China y la RPDC, la manera de pensar de los funcionarios estadounidenses ha cambiado.
"Ahora EEUU quiere a un Japón militarmente robusto que ayude a preservar el orden liderado por EEUU en Asia Oriental y más allá", dijo. F